El Gobierno de Pedro Sánchez ha respondido con un no tajante a una de las exigencias más ambiciosas —y polémicas— del expresidente estadounidense Donald Trump: que los países de la OTAN eleven su gasto en Defensa hasta el 5% del PIB. España, criticada por su falta de reformas militares, una vez más, marca distancia con la estrategia de Washington.
Advertencia de alto nivel de EE. UU. a España: "Me aseguraré de que esto llegue directamente al presidente"
Según reveló la agencia EFE, el presidente del Ejecutivo español comunicó su postura por escrito al nuevo secretario general de la Alianza Atlántica, el neerlandés Mark Rutte. En la carta, Sánchez tacha de “irracional y contraproducente” la idea de alcanzar ese umbral, y propone en su lugar una alternativa “flexible” que deje ese porcentaje como un objetivo voluntario, no vinculante. El jefe del Gobierno fue incluso más lejos: aseguró que ese nivel de gasto es incompatible tanto con el estado del bienestar como con la visión de España en el plano internacional.
Desde la Casa Blanca no tardaron en reaccionar. Karoline Leavitt, secretaria de prensa del presidente Trump, aseguró no haber visto aún el escrito de Sánchez, pero prometió hacerle llegar el contenido. “Puedo asegurarles que quiere que todos los países europeos paguen su parte justa”, zanjó Leavitt, reforzando el mensaje habitual de Washington: más gasto militar, menos excusas.
El 5%, sin embargo, sigue siendo una línea roja para Madrid. Así lo dejó claro también el ministro de Economía, Carlos Cuerpo, tras su reunión con el secretario del Tesoro de EE. UU., Scott Bessent. Desde el otro lado del Atlántico, se repite la “necesidad” de que España cumpla con ese compromiso. Pero el propio Sánchez ya advirtió: alcanzar esa cifra obligaría a tomar decisiones difíciles —como subir impuestos a la clase media o recortar en servicios públicos—, algo que su Gobierno no está dispuesto a asumir.
De momento, Moncloa se compromete a llegar al 2,1%, un porcentaje más cercano al estándar que exige la OTAN pero muy lejos del umbral trumpista. Y en medio, una Europa que, observando el clima bélico que se avecina, también mira con recelo la posibilidad de que Trump reabra viejas tensiones dentro de la Alianza.
