¿Y si vivir 100 años fuera lo normal? ¿Y si incluso se pudiera aspirar a los 500? No es el argumento de una novela de ciencia ficción, sino una posibilidad que un grupo de científicos de la Universidad de East Anglia está explorando con rigor. Y no, la clave no está en dietas milagro ni en tecnologías futuristas, sino en una combinación de fármacos que ya se usan a diario: la rapamicina y la metformina.
Un cóctel de fármacos podría ser la clave para vivir más de 500 años, según nuevos estudios científicos
Ambos medicamentos han demostrado en estudios con animales la capacidad de alargar la vida, imitando los efectos de una dieta muy baja en calorías. El truco: activar ciertos mecanismos celulares que, al detectar escasez de nutrientes, ralentizan el envejecimiento. Pero sin necesidad de pasar hambre.
Durante años, reducir la ingesta calórica ha sido una de las estrategias más efectivas para frenar el envejecimiento. En ratones, puede aumentar su esperanza de vida hasta en un 50%. Sin embargo, llevar eso al ser humano no es realista. Vivir permanentemente con una dieta restrictiva no es sostenible. Por eso, esta vía farmacológica, potenciada por la inteligencia artificial, resulta tan atractiva. Sí, incluso Sam Altman ha entrado en este juego.
La rapamicina, descubierta en bacterias de la Isla de Pascua, se emplea desde hace años como inmunosupresor. La metformina, derivada de una planta llamada galega, es uno de los tratamientos más habituales contra la diabetes tipo 2. Lo interesante es que ambas actúan sobre sensores celulares que miden los niveles de energía del cuerpo. En términos simples: engañan a las células, haciéndoles creer que hay escasez.
En ratones, la combinación ha llegado a aumentar la longevidad hasta en un 30%. En peces y primates también se han observado efectos positivos, aunque los resultados son menos consistentes. En humanos, las investigaciones están en una fase muy inicial y aún no se han validado sus beneficios a gran escala.
Los científicos lo tienen claro: aunque no es una píldora mágica de la inmortalidad, estos avances abren una puerta fascinante. No se trata solo de vivir más, sino de vivir mejor, con salud y lucidez. Y aunque alcanzar los 500 años suene exagerado, soñar con una vejez más larga y plena ya no parece una locura. Porque si el envejecimiento puede ralentizarse desde la bioquímica, quizás la edad deje de ser solo un número y empiece a ser una decisión.
