En lo más profundo de la selva chiapaneca, un equipo internacional de arqueólogos ha sacado a la luz Sak-Bahlán, la llamada “Tierra del Jaguar Blanco”. No se trata solo de otro hallazgo arqueológico en México: hablamos de una ciudad perdida que durante más de un siglo fue la última gran resistencia de los mayas lacandones ch’ol frente al avance de la conquista española. El descubrimiento, confirmado por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), devuelve a la memoria un capítulo de rebeldía que quedó oculto bajo la vegetación y relegado en las crónicas coloniales.
Arqueólogos tropiezan en la jungla mexicana con una ciudad perdida que resistió a los españoles
Fundada en 1586, poco después de la caída de Lakam Tun, Sak-Bahlán se convirtió en refugio para los grupos mayas que se negaban a aceptar el dominio hispano. Desde allí comerciaban con pueblos aliados de los conquistadores, al mismo tiempo que lanzaban ataques contra ellos. Durante décadas, los españoles fracasaron una y otra vez en su intento por localizar la ciudad. No fue hasta finales del siglo XVII cuando, con la colaboración de otros grupos mayas y la mediación de sacerdotes, el enclave quedó al descubierto. En 1695, las tropas coloniales ocuparon el asentamiento sin necesidad de combatir. Lo rebautizaron como Nuestra Señora de los Dolores, y apenas unas décadas después, ya estaba desierto.
El hallazgo actual no ha sido fruto de la casualidad. Josuhé Lozada Toledo, arqueólogo del INAH, revisó crónicas del siglo XVII, como las del fraile Diego de Rivas, e introdujo esos datos en un modelo cartográfico digital con ArcGIS Pro. Con este sistema predictivo, que contemplaba la orografía, los ríos y las rutas coloniales, los investigadores dieron con la pista que los condujo a la Reserva de la Biosfera Montes Azules. Allí encontraron estructuras de piedra, cerámica, obsidiana y hasta los restos de una pequeña iglesia, confirmando que estaban ante la ciudad perdida.
Sak-Bahlán fue, junto a Nojpetén —la capital itzá, conquistada en 1697—, una de las últimas capitales mayas en caer. Como señala la arqueóloga Maxine Oland, los mayas nunca estuvieron centralizados, lo que convirtió la conquista en un proceso lento y fragmentado. Hoy, con nuevas tecnologías como el LiDAR, el equipo planea seguir revelando la vida cotidiana de un pueblo que hizo de la resistencia su identidad.















