Si Alien (1979) fue la pesadilla gótica espacial de Ridley Scott y Aliens (1986) la orgía bélica de James Cameron, Alien 3 es otra cosa. Es el abismo. Una caída sin redención, un viaje existencial por el dolor, la fe y la aceptación de la muerte. Estrenada en 1992 y recibida como una traición por buena parte del fandom, la película dirigida por un joven e inexperto David Fincher se convirtió en símbolo de todo lo que Hollywood teme: una saga que decide suicidarse en nombre del arte.
Y, sin embargo, mientras nos recuperamos de la resaca de Alien: Romulus y esperamos disfrutar de Alien: Planeta Tierra en Disney+, Alien 3 es quizá la entrega más pura y honesta de la saga. No es complaciente, no es épica, no es esperanzadora. Es la película en la que Ripley —la heroína por antonomasia del cine de ciencia ficción— se convierte en mártir.
'Alien 3' merece redención: una joya oscura del terror y la ciencia ficción que el tiempo está empezando a valorar
La trama arranca sin piedad: tras los acontecimientos de Aliens, Ripley es la única superviviente tras un accidente que mata a Newt, Hicks y Bishop. Esto, para muchos, fue un auténtico pecado, algo que no se contempló con inteligencia. En los tebeos de Dark Horse era muy distinta la cosa -y daría para otro artículo-. En cualquier caso, en el cine, Ripley aterriza en Fiorina 161, un planeta-prisión de máxima seguridad habitado por hombres condenados, exvioladores y asesinos, que han abrazado una forma de cristianismo apocalíptico. Allí, mientras lidia con el duelo y el trauma, y un xenomorfo comienza a hacer de las suyas, el personaje de Sigourney Weaver descubre que una reina alien ha viajado con ella. Y que está creciendo dentro de ella.
Desde el primer minuto, Alien 3 rompe con el paradigma heroico. Aquí, la lucha no es por la victoria, sino por el sentido. Ripley no quiere sobrevivir. Busca cerrar un ciclo. Su descenso a ese planeta prisión es simbólico: un purgatorio físico y espiritual. Los presos, muchos de ellos monstruos humanos condenados por crímenes brutales, encuentran en Ripley un símbolo, y ella, a su vez, encuentra en ellos un reflejo. En el fondo, la protagonista y los secundarios son seres rotos, condenados, que ya no esperan ser salvados. Ojo con esta premisa, que pronto se retomará en una novela de la saga.
La película gira en torno a tres temas fundamentales: la maternidad violada, el cuerpo como cárcel, y la religión como única narrativa o salvación posible ante el horror. Ripley lleva dentro de sí al enemigo. No puede matarlo sin matarse. La Weyland-Yutani quiere usarla como incubadora. Pero ella se niega a ser un experimento. En uno de los finales más poderosos del cine de ciencia ficción, Ripley elige el sacrificio, arrojándose al plomo fundido antes que permitir que el alien vuelva a nacer. No por venganza, sino por compasión.
Un rodaje infernal y una visión personal entre ruinas: la versión extendida de Alien 3 mejora
La historia de Alien 3 es también la historia de un desastre de producción. El guion pasó por las manos de William Gibson, Vincent Ward y otros tantos. Se rodó sin un libreto definitivo, en el que iban añadiendo cambios. Se cambiaron escenarios, criaturas y enfoques narrativos sobre la marcha. David Fincher —recién salido del mundo de los videoclips— fue elegido a última hora y obligado a dirigir bajo constante presión del estudio.
Fincher ha renegado públicamente de la película. Pero, incluso con sus cicatrices visibles, el estilo del director ya emerge con claridad: los planos asfixiantes, los entornos industriales como infiernos postmodernos, el uso de la luz como amenaza, la obsesión por los cuerpos deteriorados. En líneas generales, Alien 3 es puro Fincher primigenio, mucho antes de Seven, Zodiac o The Social Network. Es algo así como una suerte de testamento abortado en el que nada salió como él quería, en el que todo se torció, pero que en el fondo se convirtió en su primer grito autoral pese a su desgracia.
En 2003, la edición Assembly Cut rescató buena parte del metraje eliminado. El montaje, disponible en formato doméstico, añade más de 30 minutos de contenido, incluyendo escenas clave que desarrollan a los personajes secundarios y devuelven cohesión al relato. Cambia incluso la forma en que el alien nace (de un buey, no de un perro), y redefine las motivaciones de Ripley con más matices, convirtiéndola en un personaje distinto. Es una mejor película -si cabe-, que ha inspirado aventuras e ideas del juego de rol.
Esta versión ofrece un retrato más humano del penal, recupera el peso simbólico de la comunidad de prisioneros y da aire a las ideas religiosas y existenciales del film, presentes en los primeros borradores del filme. Aunque Fincher no participó en el montaje, el resultado es lo más cercano que tenemos a su visión original. Y confirma lo que algunos críticos llevan años defendiendo: Alien 3 no es un fracaso, sino una obra mutilada por el sistema que, incluso en su estado incompleto, logra ser dolorosa, hermosa y necesaria.
Alien 3 es el capítulo más valiente de la saga
En tiempos donde las sagas son cuidadosamente calibradas para evitar cualquier disonancia emocional, Alien 3 es un artefacto raro y casi imposible, testigo de un tiempo pasado en el que los estudios, paradójicamente, arriesgaban más. No busca agradar. En su núcleo, Alien 3 es una meditación sobre la pérdida de control y la aceptación del funesto destino. Y eso, en el fondo, es el mayor miedo de todos.
