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Alarma y preocupación por el plan para frenar a la avispa asiática en España: 'Están destruyendo el ecosistema'

La Vespa velutina, mientras tanto, sigue expandiéndose. En la guerra contra esta avispa, los científicos temen que estemos repitiendo un error clásico: confundir acción con eficacia, y acabar destruyendo lo que pretendíamos salvar.
Alarma y preocupación por el plan para frenar a la avispa asiática en España: 'Están destruyendo el ecosistema'
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Actualizado: 8:30 19/10/2025
avispa asiática
españa

Europa ha caído en su propia trampa. Lo que empezó como una respuesta desesperada frente a una plaga invasora se ha convertido en un nuevo desastre ecológico de cosecha propia. La avispa asiática (Vespa velutina), llegada a Francia hace dos décadas en un contenedor procedente de China, ha colonizado ya gran parte del continente, incluida España.

En su expansión fulgurante —unos 80 kilómetros por año— ha diezmado colmenas, perturbado ecosistemas y puesto en jaque a la apicultura. Para combatirla, hemos llenado campos, viñedos y jardines de trampas. Pero la evidencia científica es clara: nuestras armas están fallando, y lo que atrapamos, en realidad, son a las especies que sí necesitamos conservar.

El método parecía infalible. Las trampas caseras y comerciales, cebadas con azúcares, frutas o feromonas, se multiplicaron por miles en los últimos años, alentadas incluso por campañas locales. En Galicia y el País Vasco, donde la avispa asiática se ha vuelto endémica, los ayuntamientos distribuyeron trampas como si fueran vacunas. Sin embargo, los estudios más recientes —como el publicado en Pest Management Science— concluyen que su eficacia real es mínima y su daño colateral, enorme. En un muestreo realizado en viñedos gallegos, los científicos hallaron que por cada avispa asiática capturada, decenas de insectos polinizadores morían innecesariamente, entre ellos abejas, moscas, escarabajos y hasta el avispón europeo (Vespa crabro), uno de los pocos depredadores naturales de la invasora.

Trampas que desangran la biodiversidad

El problema, explican los investigadores, es que estas trampas no discriminan. La mayoría se basan en atrayentes universales —fermentos dulces o proteínas— que seducen a cualquier insecto de tamaño medio. En palabras del entomólogo francés Denis Thiéry, del INRAE de Burdeos, “el trampeo masivo es un placebo ecológico: da la sensación de estar actuando, pero sin resolver el problema”. Y lo peor, añade, es que desestabiliza aún más los ecosistemas que intentábamos proteger, eliminando a los polinizadores de los que depende el 75% de los cultivos europeos, según la FAO.

Desde un punto de vista ecológico, la expansión de Vespa velutina es casi imparable. Cada nido puede albergar más de 2.000 individuos y producir cientos de reinas fundadoras, capaces de dispersarse decenas de kilómetros. La especie no tiene enemigos naturales relevantes en Europa —solo algunas aves y el avispón autóctono— y se adapta tanto a zonas urbanas como rurales. En 2025, su presencia ya se ha confirmado en casi todos los países de la UE, desde Portugal hasta Alemania. Los costes económicos también son crecientes: la Comisión Europea estima que los daños asociados a especies invasoras superan los 12.000 millones de euros anuales, con la avispa asiática entre los principales contribuyentes.

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Del “placebo ecológico” al control dirigido

Ante este panorama, los expertos piden una revisión profunda de las estrategias de control. Investigadores del CSIC y del INRAE abogan por métodos más específicos, como trampas con feromonas sintéticas de la propia especie, la destrucción selectiva de nidos detectados por drones o el uso de tecnología de geolocalización para rastrear reinas. También subrayan la necesidad de formar a los apicultores y evitar las campañas de trampeo indiscriminado impulsadas por la buena voluntad vecinal. Como advierten en su estudio, “los problemas ambientales complejos rara vez tienen soluciones rápidas o universales; actuar sin evidencia puede ser peor que no actuar”.

En el fondo, esta historia es una lección de ecología aplicada: combatir una especie invasora sin entender el ecosistema suele producir daños colaterales. Europa ha llenado sus campos de trampas que se han convertido en pequeñas guillotinas para la biodiversidad.

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