Películas controvertidas a lo largo de la historia del cine han existido muchas. Especialmente, cuando se trata de entrar en el terreno de lo erótico, lo morboso y lo sexual, el asunto se complica todavía más y son muchos los que no ven con buenos ojos según qué historias. Bernardo Bertolucci, el director italiano a cargo de obras colosales como 'El último emperador' o 'Novecento', firmó en 1972 uno de los trabajos más polémicos de su época, una película que marcó su carrera para siempre y en específico la de su actriz protagonista. Nos referimos, evidentemente, a 'El último tango en París', filme que podéis encontrar en estos momentos disponible dentro del cátalogo de Amazon Prime Video España.
'El último tango en París', un drama crudo, retorcido y subido de tono sobre dos amantes que puedes ver en Prime Video
'El último tango en París' nos presenta la historia de dos personajes malogrados por la vida que coinciden en la capital francesa una mañana de invierno. Paul (Marlon Brando), un hombre maduro y norteamericano que está de luto por el suicidio de su esposa, y Jeanne (María Schneider), una joven parisina que, como él, está interesada en alquilar un piso.
Reunidos por el azar o el destino, ambos desatarán inmediatamente una pasión irrefrenable al conocerse, apenas sin cruzar palabra. Allí mismo, en el piso vacío, mantendrán relaciones sexuales. Luego, acordarán volver a encontrarse a solas en dicho lugar, pero Paul querrá hacerlo sin saber ni siquiera sus nombres o compartir información personal sobre sus vidas. Por supuesto, esta extraña relación no tardará en enturbiarse poco a poco...
Bertolucci, autor del guion de la cinta junto a Franco Arcalli, desarrolló la historia del filme en base a una de sus fantasías sexuales, después de haber soñado que se encontraba con una mujer en la calle y sin conocerla de nada mantenía relaciones con ella. Tirando de este hilo, fue componiendo el argumento y las escenas para su película, aunque la llegada de Marlon Brando al elenco trastocó en parte la historia.
Brando siguió su habitual y poco ortodoxo estilo de actuación en el rodaje, negándose a memorizar sus líneas de diálogo y escribiendo sus frases en numerosas tarjetas que usaba de referencia y colocaba por todo el set -se dice que, incluso, le pidió al cineasta si podía escribir líneas en el trasero de Schneider-. Esto provocó improvisaciones de última hora, como la ocurrida durante la escena más famosa y polémica de la película...
La secuencia en cuestión se trata de un tenso e incómodo encuentro sexual entre Paul y Jeanne, cuando este fuerza a la muchacha a mantener sexo anal en contra de su voluntad. La escena estaba escrita en el guion, pero lo que no se había acordado era que Brando utilizaría un trozo de mantequilla como lubricante improvisado. Tanto el actor como el director optaron por añadir este elemento antes del rodaje sin avisar a Schneider de ello, para lograr (según declaraciones posteriores) una interpretación más realista y sorprendente de la actriz.
De por sí, la escena ya es suficientemente alarmante como para levantar controversia. Más aún si tenemos en cuenta la fecha de estreno de la película. Esta secuencia, así como otras de alto contenido erótico, llevaron a que en Italia, por ejemplo, se iniciase un proceso judicial contra la cinta por pansexualismo gratuito y agravado. El Tribunal de Apelación dictó en 1976 que la película fuese confiscada por la comisión de censura y se destruyeran todas las copias.
Aunque los encargados del filme repitieron una y otra vez que la escena de la violación fue simulada (y grabada en una única toma), Schneider se sintió humillada y enfadada por el trato sufrido y, pese a que consideró a Brando un amigo hasta su fallecimiento, nunca se reconcilió con Bertolucci ni le perdonó por lo ocurrido. En 2013, el director habló en un programa de televisión acerca de esta polémica y confesó sentirse culpable, aunque no se arrepentía.
Para bien o para mal, 'El último tango en París' ha pasado a la historia del cine no solo por sus controversias y su alto grado de representación sexual. Para muchos críticos, se trata de una de las películas eróticas más poderosas jamás realizadas, y un filme que seguirá creando debate mientras el cine exista. Cruda, vanidosa e impactante, es a su manera una película hermosa, con fuertes y claras inspiraciones en la obra artística de Francis Bacon, y también, no nos vamos a engañar, un clásico desequilibrado y turbio no apto para todos los públicos.