El Castillo de Castro Ferral, ubicado en la emblemática provincia de Jaén, se encuentra hoy en día en un estado crítico de conservación, susurrando las historias de un pasado donde desempeñó un papel vital en la Batalla de las Navas de Tolosa, un evento clave de la Reconquista española. Este bastión, que se alza orgulloso en el parque natural de Despeñaperros, ha sido testigo de momentos cruciales en la historia de España, funcionando como un enclave estratégico para controlar el paso entre Andalucía y la Meseta. A pesar de su importancia histórica, reconocida oficialmente como Bien de Interés Cultural, el castillo enfrenta hoy el peligro de desaparecer, amenazado por el inminente riesgo de derrumbe, mientras los arqueólogos pelean por poder continuar allí sus investigaciones.
Un castillo en ruinas que esconde la clave de la batalla
Los expertos que han trabajado en las excavaciones arqueológicas en el lugar han lanzado un llamamiento urgente a las autoridades, instándolas a tomar medidas para preservar este símbolo de la herencia española. Según Irene Montilla, profesora de Historia Medieval de la Universidad de Jaén, el castillo es el principal vestigio de la batalla de las Navas de Tolosa que aún se mantiene en pie, y su conservación es imperativa, tal y como señaló a El Español. La fortaleza, construida originalmente por los almohades antes del enfrentamiento, fue estratégicamente ubicada para jugar un papel decisivo en el control del paso fronterizo.
La monumental batalla tuvo lugar el 16 de julio de 1212 entre el ejército cruzado del Rey de Castilla Alfonso VIII, que reunió las tropas de retaguardia y a su caballería pesada junto a Sancho VII de Navarra y Pedro II de Aragón y las tropas musulmanas del califa almohade al-Nasir. Las ruinas de la fortificación son el único vestigio que queda del enfrentamiento cuya victoria por parte cristiana marcaría el declive del poderío musulmán en España.
La zona fue el punto estratégico en el que una guarnición almohade defendía el camino de descenso desde la cima del puerto del Muradal a través de Sierra Morena. El bastión cayó ante la lluvia de flechas y el potente asalto enemigo. Las crónicas musulmanas bautizaron a las Navas como "al-Iqab", la batalla "de la Cuesta" por la intrincada orografía, pero también se puede traducir como la batalla "del castigo".
12.000 caballeros cristianos
Desde la derrota en Alarcos (1195), Alfonso VIII tenía una idea de venganza: castigar a quienes le habían derrotado. Por eso ante la muralla natural de Despeñaperros se reunió un ejército cristiano que multiplicaba cuatro veces en tamaño a cualquiera normal de la época: 12.000 caballeros. El califa, con un contingente dos veces más grande pero peor armado, según se ha poddido conocer por los hallazgos de la zona, no tenía prevista la lucha sino de evitar que el enemigo bajase el puerto del Muradal.
"Fue un acontecimiento fuera de lo común de indudable trascendencia militar y política. Tuvo lugar un quebranto importante del poderío militar almohade, pero no lo aniquiló", explica a El Español Francisco García Fitz, experto en el análisis de las relaciones políticas entre cristianos y musulmanes en el ámbito ibérico, las estrategias y las tácticas, la organización de los ejércitos y la formulación de la ideología de la guerra, recordando que entre 1212 y 1224 los intentos de leoneses, aragoneses y portugueses de recuperar territorio a los musulmanes fueron "fracasos absolutos", pero esta victoria sirvió para disipar el miedo tras las derrotas.
Un bastión clave en la batalla de las Navas de Tolosa
"Este castillo es la piedra angular de toda la campaña", afirma Álvaro Soler, responsable de la Real Armería de Patrimonio Nacional y del estudio tipológico de las puntas de flecha encontradas en el sitio. Después de la captura de la fortaleza, los cristianos no pudieron continuar por el desfiladero de la Losa y se fueron por un camino alternativo hasta la Mesa del Rey. También entre esta zona y la base de al-Nasir, donde actualmente está el pueblo Miranda del Rey, tuvo lugar una batalla. Y justo este es el punto de partida de la siguiente investigación arqueológica, descubrir la ruta que siguió el ejército cristiano desde Castro Ferral hasta la Mesa del Rey. Un camino que cuyo hallazgo se atribuye a la revelación mesiánica de un pastor en un episodio que recuerda a las Termópilas, según las crónicas de la época.
Sin embargo, el castillo en ruinas no solo ha sido testigo de batallas medievales, sino que también ha sufrido daños significativos en tiempos más recientes, particularmente durante la construcción de un cortafuegos en los años noventa (que continúa hasta hoy en día). Esto provocó un gran expolio de materiales, donde individuos aprovecharon para llevarse lo que pudieron encontrar, vendiéndolo posteriormente.
Se han recuperado más de 5.000 piezas arqueológicas
La importancia histórica del lugar es innegable, y cada hallazgo arqueológico enriquece nuestra comprensión de un período crítico en la historia de España. A lo largo de las excavaciones en el cerro del Ferral se han recogido más de 5.000 piezas arqueológicas entre clavos, fragmentos de cota de malla, herraduras, herraduras, clavos (uno de ellos claramente almohade, presenta una inscripción que dice "alabado sea Dios") y puntas de flecha procedentes de la Batalla de las Navas, evidenciando la rica historia que el castillo custodia.
Antiguo fuerte romano
Incluso antes de ser el bastión clave de esta batalla de la Reconquista española, varias excavaciones han revelado que anteriormente fue un asentamiento romano relacionado con la extracción de hierro de una mina (de ahí lo de Castrum Ferral). La financiación y el apoyo para estas excavaciones han provenido de diversas fuentes, incluida la Junta de Andalucía y la Diputación de Jaén, demostrando un compromiso con la preservación del patrimonio arqueológico. Aunque el futuro del Castillo de Castro Ferral pende de un hilo y su preservación es ahora una carrera contra el tiempo. Los esfuerzos para salvar este pedazo de historia española no solo requieren del compromiso de las autoridades locales y regionales, sino también de una conciencia pública más amplia sobre la importancia de proteger nuestro patrimonio cultural.
