Marvel reina en las pantallas de los cines de medio mundo, con eventos cinematográficos enormes que reúnen a sus principales héroes y villanos en una constante lucha contra los peligros y amenazan constantemente nuestra realidad. Encabezados por figuras ilustres de la talla de Capitán América, Iron Man o Thor, las cintas basadas en cómics parecen el mejor vehículo para presentar a los personajes de las viñetas nacidas de la Casa de las Ideas. En un año marcado por Vengadores: Infinity War (Anthony Russo y Joe Russo, 2018), una de las películas más taquilleras de la historia, Netflix continúa tejiendo su particular universo televisivo con las más variadas producciones. Si bien en el caso de Iron Fist y Luke Cage la cosa no ha terminado del todo bien, el portal de streaming sí ha sabido manejar con cierta soltura a personajes como Jessica Jones y Daredevil.
Nacida en 2015 de la mano de Drew Goddard (Alias, Buffy Cazavampiros) y Steven S. DeKnight, la serie consiguió aglutinar el particular microverso del diablo rojo en una producción sólida, respetuosa y por momentos, espectacular. Protagonizada por Charlie Cox como Matt Murdock, nos narra las desventuras de un abogado invidente del barrio neoyorquino de la Cocina del Infierno. Si bien por el día es un sirviente de la ley y busca ayudar a los más desfavorecidos, por la noche Matt se enfunda su traje e imparte justicia con aquellos que están por encima del sistema legal del que forma parte. Netflix y ABC Studios desarrollaron una producción ambientada en el mismo escenario que las películas de Marvel, y que serviría a la postre como piedra de toque para The Defenders, el crossover entre series del portal de contenidos. Perseguido por la sombra de Wilson Fisk -encarnado por un soberbio Vincent D’Onofrio- y aderezado por su tortuosa relación con Elektra Natchios, Daredevil tendrá que buscar la forma de llevar su doble vida y proteger a sus amigos más íntimos como Foggy o Karen Page de los villanos que pululan en las calles de Nueva York.
Daredevil consiguió que olvidásemos los errores cometidos con la adaptación cinematográfica de 2003 protagonizada por Ben Affleck, y logró que millones de espectadores fueran conscientes de la complejidad de un héroe del cómic que tiene mucho que decir. Con la tercera temporada recién estrenada bajo la nueva dirección de un showrruner como Erik Oleson -ha sido uno de los artífices de Arrow en The CW-, seleccionamos en Vandal Random cinco obras para conocer mejor el personaje y asimilar el gran trabajo realizado con el vigilante.
El hombre sin miedo
A finales de los años 70, el mundo del cómic vivía de espaldas a múltiples cabeceras. Personajes que antaño habían cimentado a la editorial, estaban ahora completamente relegados a un lugar en el mejor de los casos, y en el peor, escondidos en el fondo de un armario condenados al ostracismo. Por aquel entonces, Frank Miller rescató a uno de sus héroes preferidos, y junto a Klaus Janson, consiguió devolver a Daredevil a primera línea. Su relación con el diablo rojo no acabaría ahí, y durante la década de los 80 otorgaría a sus páginas de un nuevo cariz, más oscuro y complejo que acabaría convirtiéndose en las líneas maestras con las que se volvería a fundar su particular mitología urbana. Pero al igual que en la serie de Netflix, para comprender al héroe que se oculta tras la máscara, hay que comprender sus orígenes y primeros pasos.
Publicado en 1993 El hombre sin miedo comenzó siendo, curiosamente, el proyecto de una serie de televisión rubricado por el propio Frank Miller. Tras una serie de contratiempos, el proyecto resurgió gracias a la colaboración del dibujante John Romita Jr, que accedió darle cuerpo a una historia que acabaría por convertirse en uno de los cómics más importantes de todos los tiempos. Lo que arrancó como un pequeño guion televisivo se transformó en una miniserie que reconstruyó la génesis de Daredevil, narrándonos su infancia, su complicada relación con su padre el boxeador Jack Murdock y la aparición e Stick, su maestro y mentor tras el duro accidente que lo deja completamente invidente. En sus páginas desfilan personajes como Kingpin o Elektra sin que su aparición resulte forzosa o un mero peaje, demostrando cómo se debe abordar un proyecto de esta envergadura con tal delicadeza. Una obra maestra que tanto estética como argumentalmente, acabó influenciando la visión moderna del héroe que tenemos a día de hoy.
La sonrisa del diablo
La historia de Daredevil en Marvel parece cíclica. Hay momentos de estabilidad, fracaso y descenso de calidad y posterior resurgimiento. Durante la vida de un héroe con tantos cómics e historias publicados durante tantos años, es muy habitual encontrar este tipo de momentos, pero lo cierto es que el bueno del Murdock ha sufrido en demasía. Por eso Mark Waid, célebre por su trabajo en Capitán América, decidió conferir al héroe un nuevo sentimiento aventurero y algo desenfadado tras la etapa de Brian Michael Bendis. Pese a que en un primer momento puede chocar, Waid conseguía insuflar de vida al abogado y al superhéroe, compaginándolos a ambos bajo un punto de vista fresco y una serie de tramas que recogían ingredientes muy innovadores y a veces ajenos a la propia idiosincracia del héroe. Para ello, y apoyándose en Paolo Rivera, La sonrisa del diablo permanece en las retinas de los lectores como un cómic especial y único, que sabe usar los elementos imperecederos de Daredevil bajo un nuevo prisma que lo acerca más a la etapa clásica de sus primeros años.
Born again
Una de las facetas más interesantes de Daredevil como personaje de ficción es su complejidad moral. Matt Murdock es una persona de raíces católicas, con unos fuertes valores religiosos y un código ético casi imperturbable. Disfrazado de demonio, encarnando de una forma física la antítesis de toda sus creencias, sigue intentando hacer el bien en las calles de su ciudad. Pero todo el mundo tiene un límite, y a veces, el destino y el propio mundo conspira contra ti. Siguiendo la tónica de Marvel y sus héroes con pies de barro, la publicación de Born again en 1986 supuso toda una revolución para los aficionados del personaje. Escrito por Frank Miller y dibujado por David Mazzucchelli -ambos coincidirían poco tiempo después en Batman: Año uno-, este complejo arco argumental supuso el resurgir de un personaje maltratado por la editorial y que a la postre, debido a su importancia capital dentro de Marvel, acabaría por influenciar las más variadas creaciones de las más diversas cabeceras de superhéroes a nivel mundial. Casi nada.
En Born again, Kingpin descubría la identidad secreta de Daredevil, organizando un complejo complot para hundirlo en todos sus frentes. El genio del crimen consigue que pierda su casa, su licencia de abogado y dinamita sus relaciones personales a los más profundos niveles imaginables. ¿Qué te queda cuando no tienes nada que perder? ¿Quién eres realmente si te arrebatan tus posesiones, tus amistades o tu misma vida? La idea de Miller no era otra que la de la resurrección absoluta. A través de la catarsis más despiadada y doliente, Matt Murdock renace como ser humano, se reencuentra consigo mismo y comienza a ser Daredevil de nuevo, resurgiendo de sus cenizas. Las páginas de Born again son pequeñas piezas pictóricas cargadas de simbolismo. Un simbolismo que ha servido de base para el tratamiento de Netflix en su adaptación, y que llega incluso a homenajear con icónicas secuencias e imágenes de gran poder visual.
El diablo en la galería D
Ed Brubaker es uno de los autores más refinados e influyentes de los últimos tiempos en Marvel. Su etapa en el Capitán América es una de esas cosas que se deben leer casi por obligación, y su estilo inconfundible a la hora de construir tramas a fuego lento, parándose a hacer radiografías exactas y muy complejas de las personalidades de los héroes de la viñeta. Con Brubaker recaló en Daredevil, lo hizo tras una serie de arcos muy lúcidos responsabilidad Brian Michael Bendis y Alex Maleev, una dupla que regaló a los aficionados algunos los tramos más inspirados del abogado y vigilante de la Cocina del Infierno. Heredó al personaje en un momento complejo y salió bastante airoso, ofreciéndonos a un Murdock preso en la cárcel por los crímenes que llegó a cometer al encarnar al diablo rojo.
Su identidad secreta ya es de dominio público y ahora, el otrora querido y reputado abogado, se encuentra compartiendo residencia con algunos de los delincuentes que ayudó a apresar en su día. De esta manera se verá las caras, sin máscaras de ningún tipo, con villanos de la talla de Búho, Tarántula o Wilson Fisk. Para complicar más la cosa en este drama carcelario -que bebe de los clichés del género cinematográfico con exquisito gusto-, Murdock no solo tendrá que sobrevivir entre los barrotes y reclamar ayuda a Foggy o al periodista Ben Urich: también necesitará descubrir quién es la persona que ha decidido encarnar y tomar el nombre de Daredevil en su ausencia. De un imperante y a veces asfixiante tono noir, El diablo en la galería D es uno de los mejores cómics de Daredevil y un peaje obligado para comprender la compleja dualidad de Matthew Murdock y las consecuencias de sus actos.
Ruleta
Durante su etapa en Daredevil, Frank Miller se encontró con varios problemas relacionados con la censura. Miller siempre ha sido un autor controvertido, capaz de ofrecer en las páginas de sus cómics situaciones poco cómodas o políticamente incorrectas. En Ruleta, publicado en 1983, Matt Murdock visitaba en el hospital a su acérrimo enemigo Bullseye para pedirle disculpas por haberlo dejado tetrapléjico en una batalla anterior. Ataviado con su traje, el diablo le proponía jugar a la ruleta rusa, sirviéndole de expiación a ambos.
No había ciudades, ni causas nobles. Simplemente un revólver, una habitación de un hospital y un montón de cuentas pasadas por saldar y por las que pedir disculpas. Supone uno de los hitos de Klaus Janson y Miller en su trabajo con Daredevil y una de las historias más difíciles de dirigir del personaje, pues toca temas controvertidos sobre la influencia de los héroes y villanos en un mundo en el que siguen habitando personas corrientes, así como de las consecuencias de las luchas de personajes que están condenados a enfrentarse sin final en una batalla de la que todos somos testigos.