La gamba mantis, un crustáceo marino del orden de los estomatópodos, es conocida por propiciar a sus víctimas uno de los puñetazos más rápidos, implacables y letales que podemos encontrar en la madre naturaleza. No os dejéis engañar por su tamaño, ya que un golpe de las pinzas de la gamba mantis genera una fuerza equivalente a un impacto de bala del calibre 22, según nos cuentan desde Gizmodo. Ahora, un equipo de investigadores y científicos de la prestigiosa Universidad de Harvard se ha propuesto la tarea de crear un pequeño robot capaz de imitar el mismo mecanismo de caza de la susodicha gamba mantis. ¿El resultado? Podéis verlo a continuación.
Es importante destacar que el objetivo de fabricar este robot no es el de ir repartiendo mamporros a diestro y siniestro, sino el de intentar imitar un mecanismo que podemos encontrar en la madre naturaleza y que es prácticamente perfecto por lo bien que cumple su funcionalidad, que no es más que el de noquear a las víctimas de un golpe mortal.
Robert Wood, experto en robótica y principal autor de este estudio de investigación, ya era famoso por la creación de RoboBee, una abeja creada por el hombre capaz de volar como las de verdad. ¿Cuál es el secreto del poderoso puñetazo de la gamba mantis? Curiosamente, este no es el resultado de una masa muscular envidiable por un culturista de élite, sino de un complejo sistema de tendones que se liberan como un muelle y que, en reposo, se sostienen gracias a una estructura en la pata del animal.
El robot funciona, aunque no es tan eficiente como el animal
Si grabamos el puñetazo de la gamba mantis a cámara superlenta, podemos observar que hay un mínimo retardo entre el momento en el que se ejecuta el puñetazo y el instante en el que se dispara. Este retardo, totalmente imperceptible a simple vista, implica la existencia de otro mecanismo que almacena la energía para el golpe, y esto es precisamente lo que ha intentado replicar el equipo de Robert Wood en su pequeño robot. El camino para llegar al modelo definitivo no ha sido fácil, ya que se han realizado numerosos prototipos con resultados fallidos, aunque se logró determinar que el secreto del puñetazo de la gamba mantis se encuentra en la geometría de sus patas delanteras, las cuales aceleran el movimiento y amplifican la fuerza inicial a medida que se despliegan.
El modelo final del pequeño brazo robótico pesa apenas un gramo y medio y está fuertemente inspirado en las patas delanteras de la gamba mantis. Cuando se libera, la pata es capaz de desplegarse a 26 metros por segundo, una velocidad endiablada teniendo en cuenta lo pequeño que es este robot artificial, que vendría a ser el equivalente de un coche acelerando de cero a cien kilómetros por hora en cuatro milisegundos. A pesar de que el experimento ha sido todo un éxito, lo cierto es que este brazo artificial está lejos de imitar el mecanismo que podemos encontrar en la naturaleza, ya que su velocidad no es tan elevada como la de varias especies de gamba mantis. Esto último podría tener una explicación muy lógica, ya que hay que tener en cuenta que el robot pone a prueba su sistema fuera del agua, mientras que las gambas parten de la ventaja de que el agua actúa a modo de masa añadida y aumenta la fuerza del golpe.
