Cruella se ha convertido en un éxito para Disney, al menos en países como España, en los que ha liderado la taquilla durante varios días gracias a su ambientación y su increíble diseño de producción y vestuario afianzado en los 70 más punk imaginables en el Reino Unido. Sin embargo, la cinta que nos recuerda cómo fue el pasado de la villana de 100 Dálmatas y que cuenta con Emma Stone como gran atractivo de cara al público, no ha sido demasiado honesta con una de sus artífices, Jenny Beavan, una veterana diseñadora de vestuario que se ha encontrado con sus diseños en una tienda de ropa sin recibir crédito alguno. Beavan, y otros diseñadores de Hollywood, han cargado contra Disney y la manera en la que se denigra y menosprecia su trabajo (vía Variety).
Una práctica demasiado habitual en los grandes estudios
Disney había anunciado una línea de ropa especial inspirada en Cruella junto a la marca Rag & Bone una práctica habitual en las grandes corporaciones cuando lanzan un producto cinematográfico de este tipo, pero que en esta ocasión ha salido bastante mal y ha dejado en evidencia a la firma. Teniendo en cuenta que hablamos de una cinta afincada en el mundo de la moda, ¿por qué no se ha consultado o acreditado a la diseñadora que se encargó de diseñar el vestuario de la cinta? Beavan se ha encontrado con sus trajes, vestidos y piezas de ropa siendo lucidos en los escaparates de las tiendas sin comérselo ni bebérselo. Su trabajo había sido adaptado y vendido sin recibir su permiso. Jenny Beavan ha contado a Variety que se enteró del movimiento de Disney cuando una amiga se topó con los diseños y le mandó una foto preguntándole si estaba involucrada. "Me quedé horrorizada", ha comentado la diseñadora británica de 70 años, ganadora del Oscar en dos ocasiones por Una habitación con vistas en 1986 y Max Max: Furia en la carretera en 2015, y nominada a los prestigiosos premios diez veces.
Rag & Bone y Disney firmaron el contrato sin tener en cuenta a Beavan, diseñadora encargada del vestuario de Cruella, y lógicamente, sin acreditarla como responsable de los modelos originales. Al parecer, la propia británica comentó con Disney la posibilidad de asociarse con marcas como Target y Singer -fabricantes de ropa y máquinas de coser, respectivamente- para desarrollar productos derivados de Cruella, intentando ampliar la narrativa del filme, ambientado en el mundo de la alta costura y la moda, a los comercios. La pandemia de coronavirus lo puso todo patas arriba, y los contratos y acuerdos previos pasaron a un segundo plano. "Los productores me decían ‘sabes, es posible que no podamos volver a hacer películas’", explica la propia diseñadora. "Lo curioso de Cruella es que es una película sobre moda, sobre dos diseñadoras de moda. Toda la historia consiste en una guerra utilizando la moda. Es una total falta de respeto", prosigue.
No es el primer caso. Mona May, autora de los vestidos de Encantada, sufrió un ataque a su propiedad intelectual textil en términos parecidos, y Erin Benach sufrió algo parecido con Aves de presa y sus trajes, que fueron rediseñados para una línea de Her Universe. "Básicamente les entregas tu vida cuando firma", comenta Beavan, cuyo caso ha llegado a oídos del indicato de Diseñadores de Vestuario de Hollywood (CDG), el cual se ha movilizado para denunciar esta práctica cada vez más habitual. "Nuestro trabajo se reproduce para juguetes, trajes, colecciones de moda y mucho más", explicaba Salvador Perez Jr., presidente del sindicato, indicando que sus diseños no perciben royalties ni elementos monetarios extra por reproducciones derivadas de su obra, indicando que en casos así, deberían crearse nuevas cláusulas de compensación.
Cruella está disponible en Disney+ a través de Acceso Premium y en salas de cine.
