A veces menos es más. El centrarse en una única idea y ampliarla hasta límites insospechados suele tener, al menos en los videojuegos, resultados más positivos que la acumulación de ideas y mecánicas inconexas. Balatro pilló a todo el mundo por sorpresa, incluso a su desarrollador LocalThunk, pero no debería sorprendernos: al final, ¿a quién no le va a gustar un roguelike superágil y que no para de demostrar que tiene más chicha de lo que parecía en la partida anterior?
Se ha explicado mil y una veces que no es un juego de póker, que no juegas contra otras personas, y que más allá de las cartas (y no todas), no se parece en nada a lo que se juega en las timbas, en los casinos y en las piscinas veraniegas. Es un juego basado en formar parejas, tríos, escaleras, etc. para hacer más puntos de los que se te piden en cada ronda para pasar a la siguiente, donde el mínimo de puntos será superior, usando una serie de trampas, desde comodines que cambian la manera de puntuar a cartas trucadas.
Más Slay the Spire que póker
En las primeras partidas pensarás que es prácticamente imposible superar el primer jefe. Cuando en la misma sesión de juego de repente sean las tres de la mañana y hayas entendido, más o menos, cómo funcionan algunos de los comodines, las cartas del tarot y los planetas; cuando estés dándole otra vez al botón de "jugar" mientras planeas estrategias si te toca tal o cuál comodín; cuando te das cuenta de que esto tiene más de Magic, de Hearthstone o de Slay the Spire que de póker; ya estarás atrapado.
Y poco a poco, quizá no en esa primera partida que te ha quitado tantas horas de sueño, pero en los siguientes días, semanas y probablemente meses, ya domines el arte de pasar las ciegas, de pensar desde el principio de la partida en cómo construir tu baraja y en adaptarte a la aleatoriedad. A no ser que te vengan muy mal, tus puntuaciones ya no se contarán por miles, sino por millones. Comenzarás a usar otras barajas, y probablemente tu YouTube tenga el algoritmo tan destrozado que solo te muestre estrategias de otros jugadores y vídeos de curiosidades y secretos de Balatro (que los hay, y muchos).
Balatro puede convertirse en una obsesión, como casi todos los buenos videojuegos. Pero al contrario que en muchos otros, aquí no hay micropagos ni sistemas de progresión basados en estudios psicológicos para retener de manera violenta a los jugadores. Aquí lo que hay es un VIDEOJUEGO en mayúsuclas, genialmente diseñado, que siempre nos divertirá ya tengamos cinco minutos durante la pausa del café (por cierto, hay versión para móviles) o un fin de semana entero para dedicarle. Es un juego hecho con tanta pasión y cariño como la que LocalThunk tiene a los videojuegos independientes y a sus jugadores. Y como nosotros, tras este candidato a GOTY, se lo tenemos a él.