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Científicos afirman que la colisión de nuestra galaxia, Vía Láctea, contra Andrómeda ya ha comenzado

Un nuevo estudio determina que los halos de gas que rodean las galaxias son mucho mayores de lo que se creía.

La futura colisión entre la Vía Láctea y Andrómeda, dos de las galaxias más grandes del Grupo Local, ha fascinado a astrónomos durante décadas. Aunque estas galaxias están actualmente separadas por 2,5 millones de años luz, su mutua fuerza gravitatoria las está acercando a una velocidad de aproximadamente 400.000 kilómetros por hora. Se estima que en unos 4.000 a 5.000 millones de años ambas colisionarán y se fusionarán para formar una nueva galaxia, ya apodada Lactómeda. Sin embargo, estudios recientes sugieren que esta colisión, previamente considerada inevitable, podría tener solo un 50% de probabilidad de ocurrir.

El papel del halo circungaláctico en la interacción galáctica

Uno de los aspectos más complejos para predecir esta colisión es la interacción de los halos circungalácticos de ambas galaxias, enormes nubes de gas caliente que rodean sus discos estelares. Estudios recientes, como el liderado por Nikole M. Nielsen, revelan que los halos galácticos pueden extenderse hasta cientos de miles de años luz, lo que indica que la Vía Láctea y Andrómeda podrían estar interactuando ya a través de sus halos de gas, mucho antes de que sus discos estelares se encuentren. Esta interacción temprana sugiere que la primera fase de la colisión galáctica podría estar en marcha, alterando los modelos clásicos de cómo y cuándo ocurriría el choque.

Es posible que el sistema solar sea expulsado de la Vía Láctea.

Nuevas perspectivas sobre la colisión: ¿inevitable o incierta?

A pesar de la creencia extendida en la inevitabilidad de la colisión, un reciente estudio, basado en los últimos datos de los telescopios Gaia y Hubble, introduce una nueva incertidumbre. Los astrónomos sugieren que las probabilidades de que la Vía Láctea y Andrómeda se fusionen son comparables a lanzar una moneda al aire, es decir, un 50% de probabilidad. Este hallazgo también considera la influencia de otras galaxias cercanas, como la galaxia del Triángulo (M33) y la Gran Nube de Magallanes, que podrían alterar el curso de la colisión y añadir un grado de imprevisibilidad al destino de estas gigantes cósmicas.

Las posibles consecuencias de la colisión galáctica

Si la colisión entre la Vía Láctea y Andrómeda llega a suceder, las consecuencias no se limitarán a una simple fusión. Es posible que el sistema solar sea expulsado de la Vía Láctea o termine desplazado lejos del centro galáctico. Aunque el evento sería catastrófico para las estructuras galácticas, para los habitantes de la Tierra no representaría un problema inmediato. En unos 5.000 millones de años, cuando la colisión tenga lugar, el Sol se habrá convertido en una gigante roja, agotando su combustible de hidrógeno y dejando la Tierra inhóspita para la vida.