David Boscá, responsable de Creativo en Japón, describe el encanto de coleccionar juegos retro
David Boscá se sentía atraído por Japón desde pequeño, "soy uno de esos españoles que se crio viendo dibujos animados y con videojuegos y siempre había tenido el deseo de visitarlo pero ya no como turista, sino tener la oportunidad de vivir un tiempecito, conocer mejor el país", según cuenta en una videollamada. Con el tiempo lo consiguió y se ha hecho conocido con el canal Creativo en Japón, en Youtube y Twitch, aunque actualmente vuelve a residir en España.
Pero no fue tan sencillo como parecía, ya que terminó llegando a Japón realizando un arabesco porque se fue a formarse en cine digital en Nueva York (EE.UU.) y al terminar de estudiar decidió invertir el dinero reservado para irse a Japón en conseguir un trabajo en el país americano para obtener un visado.
De España a Japón pasando por EE.UU y Francia
Con un amigo rodó un corto para la Unión Europea que fue seleccionado para el festival MIPTV, la feria de contenidos más importante del mundo que se celebra en Cannes (Francia). No ganaron y perdieron por unos minutos el último avión que despegó antes de que la erupción del volcán islandés Eyjafjallajökull obligase a cerrar el espacio aereo europeo. Entre el grupo de gente que se quedó atrapada en la ciudad había una chica japonesa con la que Boscá quedó en París y allí comenzó una relación a distancia. Meses después ella le invitó a ir a Tokio, "me gustó la experiencia y el dinero que tenía para ir a Estados Unidos lo reinvertí para un viaje a Japón y estuve allí tres meses buscando trabajo".
Pese a que le interesaba ir a Japón nunca había aprendido el idioma "sabía decir sayonara, arigato y poco más", reconoce. Los meses que pasaron desde el MIPTV y el viaje a Japón estudió de manera intensiva pero autodidacta con libros como Aprender con Kanjis o Japonés en Viñetas de Marc Bernabé y consiguió una pequeña base para entender algo.
La relación no salió bien pero cuando se terminó Boscá conoció a la que ahora es su mujer y, tras vivir un año en España, al final se fueron a Japón donde han estado casi 12 años. Al principio daba clases particulares de español y luego estuvo localizando videojuegos en Osaka a tiempo parcial y, como había estudiado el Certificado de Aptitud Profesional pudo dar clases de inglés en una empresa en la que poco después le ofrecieron el puesto de manager.
Un diario de a bordo
En 2010, cuando ya sabía que se iba a ir a Japón decidió abrir un canal de Youtube, Creativo en Japón, que fuese una especie de diario de a bordo "En los años previos me empapé de gente que vivía en Japón para ver cómo era la vida allí, la cultura y quise darle el punto de vista de un aficionado a audiovisuales. Empecé a hacer reportajes tipo Callejeros Viajeros, lo veía casi como una responsabilidad porque me había nutrido de toda esa gente que estaba viviendo en Japón y quería ayudar a la gente que quisiera viajar a Japón", afirma.
Poco a poco fue cambiando ese contenido turístico por otro centrado en los videojuegos, "que es lo que más me gustaba", dice. A partir de 2015 consideró que podía ir dedicando más tiempo al canal de Youtube hasta dividir su tiempo a partes iguales entre las clases y la creación de contenido.
El encanto de lo retro
Comenzó a crear vídeos mostrando algunas tiendas de videojuegos y se fue especializando en títulos retro, "me tira lo clásico porque veo que tiene más color, lo veo como algo más romántico. Tiene mucho más encanto buscar una pieza antigua que una que está en el Carrefour o la Fnac, aunque también hablo a veces de Switch o cosas más actuales", explica Boscá, y añade: "Aunque no siempre lo consigo, lo bonito es contar una pequeña historia con su planteamiendo, nudo y desenlace y cuando hay una dificultad en una búsqueda o una colección rara de ver siempre genera más interés".
En Occidente se tiene la sensación de que Japón es un paraíso para los amantes de los juegos retro y Boscá lo confima y va más allá: "Es el paraíso del otaku, del friqui, de la persona que ama un hobby, tanto el que colecciona sellos como el que colecciona películas o colecciona libros. Cualquier coleccionista en Japón está en su salsa porque es un país que no cierra las puertas a esas aficiones. Los otakus más cerraditos no están bien vistos pero hay una cultura de respeto a cualquier afición. En España lo friqui se concentra en zonas concretas pero en Japón lo friqui está en el supermercado, en la farmacia, en todas partes. Cualquiera que sea tu afición siempre va a ser respetada mientras no la lleves a extremos muy grandes", cuenta.
Más material que en otros países
Aunque los videojuegos no nacieron en Japón, pero desde el principio el país ha sido clave en la industria. "Por la cultura de ellos de guardar las cosas en buen estado y de no acaparar por falta de espacio es una país donde todavía se encuentra mucho más material que en el resto del mundo. El japonés se compra lo último, videojuego o consola y cuando se cansa, lo vende. También pasa una cosas muy curiosa y es que en Japón se paga por tirar la basura y mucha gente prefería llevar eso a la tienda y que le dieran cuatro chavos que pagar por tirarlo a la basura", informa Boscá.
Además, en Japón no hay tanta diferencia generacional en el consumo de videojuegos. Según Boscá, "mi madre creo que ha jugado a dos juegos en su vida, Tetris y Columns, y a mi padre jamás lo he visto con una maquinita en sus manos pero a día de hoy yo, como padre, sí creo que es más común que los padres jueguen con los hijos. Esa mentalidad ya existía en Japón en los 80 y los 90. En España pensábamos que los videojuegos eran juguetes para críos y en Japón había algunos que sí, pero otros eran para gente adulta y ves abueletes jugando en el móvil a un RPG o con la Switch mientras en España es más raro ver a generaciones pasadas jugando videojuegos".
El extranjero nunca deja de serlo en Japón
El choque cultural al irse a vivir en Japón fue bastante fuerte, aunque reconoce que su mujer le ayudaba en la complicada burocracia nipona y como en la empresa en la que trabajaba le obligaban a trabajar en inglés tenía otra consideración. "Me trataban como un invitado. Es muy común que en Japón nos traten como gente de paso, nunca te consideran uno más. De hecho, no podemos votar y pagamos menos impuestos porque somos 'el de fuera'. Yo tenía un trabajo que me gustaba y al que no le dedicaba muchas horas, me dejaba tiempo suficiente para mis historias y no se me exigía lo mismo que a un japonés. Había cosas que no me gustaban como la educación o la sanidad, pero estaba un poquito en una especie de burbuja", explica.
Al ser padres todo cambió y decidieron cambiar de país. "Mi mujer vivía en Mónaco cuando la conocí y me 'hizo el favor' de que nos fuéramos a Japón porque ella no quería estar allí, le dan mucho miedo los terremotos. Su modus operandi era trabajar en un sitio, ahorrar dinero e irse a otro país".
El acuerdo inicial fue estar dos o tres años en Japón y luego irse pero primero adoptaron un perro y luego tuvieron tuvieron un hijo y cuando estaban realizando los preparativos para dejar el país comenzó la pandemia de Covid-19 y tuvieron que quedarse un par de años más porque en Japón no hubo restricciones de movimiento para la población, ya que, dice Boscá, "no existe una normativa que pueda utilizar el gobierno para prohibir salir a la calle, se recomendaba, por el bien de todos, no hacer mucha vida fuera pero todo estaba abierto, los trenes petados y todo el mundo hacía vida normal" excepto un par de semanas en las que se cerraron los colegios y los restaurantes y discotecas cerraban antes.
Cierre del país por la pandemia
Lo sí hizo el gobierno fue cerrar el país al exterior y el aislamiento se mantuvo dos años y medio, con la excepción de algunos meses que se permitía el turismo guiado de países concretos, y este aislamiento del archipiélago se ha cobrado un precio económico alto con una recesión.
Boscá reconoce que la situación del covid en todo el mundo hizo casi duplicar su canal de Youtube, que tiene ahora 144.00 suscriptores, "coincidí con mi amigo Akira, JapanGemu, que estábamos haciendo contenidos similares y nos empujamos y crecimos mucho esos años", apunta.
Al preguntarle por qué no aprovechó para crear contenido en inglés y así crecer en otro mercado, Boscá responde que Youtube lleva a centrarse solo en un contenido: "no puedes cambiar. Cada cambio que haces de tu canal es tirar piedras sobre tu tejado. A la mínima que haces algo diferentes segmentas la audiencia y ni ven una cosa ni otra, Youtube se vuelve loco y no sabe a quién recomendarlo", afirma. Reconoce que le han hecho ofertas empresas de inteligencia artificial para traducir automáticamente los vídeos y volver a subirlos, "pero es algo que todavía no está bien implementado en la plataforma, puede ser interesante quizás en un futuro ya sea vía IA o vía directa, pero a día de hoy no lo veo claro", añade.
Auge del coleccionismo desde 2014
El interés de Boscá por el coleccionismo de juegos retro comenzó en 2014 y reconoce que todo ha cambiado mucho desde entonces. Recuerda Boscá que entonces "se encontraba mucho más material en mucho mejor estado a precios ridículos. Yo he comprado piezas para mi colección que ahora cuestan 600 o 700 euros y me costaron 1 euro. Cosas muy locas. Ahora, sobre todo a raíz de ese parón que el país estuvo cerrado durante dos o tres años mucha gente se dedicó a la compraventa incluso en Japón, gente que tuviera semanas sin hacer nada o les redujeron la jornada y se pusieron a comprar o vender, tanto extranjeros como japoneses".
La revolución del mercado retro fue mayor tras la pandemia, según Boscá: "Al abrir el país otra vez se produjo una avalancha de turistas y ya entre que el material era más escaso y que todo el mundo vino con la cartera llena con el dinero que había guardado durante esos años. No digo que se ha arrasado con el material pero sí se ha notado el bajón de cantidad como el estado de los juegos. Lógicamente, lo que está mejor se vende antes y se van acumulando los juegos interesantes o que están en peor estado. Todavía se siguen encontrando muchas cosas pero el Japón de ahora no tiene nada que ver con el de 2014 o 2015".
Elementos que han favorecido la nostalgia
¿Se trata de una burbuja o la evolución del videojuego? "No sé si llamarlo burbuja porque es una cosa también que cae por su propio peso", contesta Boscá, que añade que es lógico que si a uno le gusta Pokémon quiera encontrar algo de esa serie "y es coherente que los precios van subiendo, sobre todo cuando piezas difíciles de conseguir. Ha habido varios factores como la propia nostalgia de la gente que tiene 30 años y dinero en el bolsillo y quiere recuperar esos recuerdos de su infancia o la nostalgia un poco 'artificial' que han promovido las propias empresas con las consolas mini, los mandos arcade, Aliexprés... ha habido un bum en todo el mundo. Y los youtubers y podcasts que hablamos de juegos con contenido como el mío, ha ido generando ese gusto por lo japonés con un Creativo en Japón en Inglaterra, otro en Estados Unidos... Antes lo japonés era algo más exótico pero a día de hoy se ha extendido más", considera.
El año pasado Boscá vino con a España a probar un mes si su hijo se adaptaba al país y el resultado fue tan bueno que no tardaron en mudarse definitivamente. Cuenta Boscá que pensaba que le iba a costar más volver a acostumbrarse a la cultura española en situaciones como el transporte público, muy silencioso en Japón. "No me encontré tanta diferencia, creo que el confinamiento os hizo algo en la cabeza, os tranquilizó a nivel social. Me fui de España cabreado con el mundo, estaba asqueado de escuchar la tele del vecino y los cláxones en las grandes ciudades pero al volver noté la gente más calmada. Lo que he notado es que está todo carísimo y los salarios no se han equiparado, cuesta todo mucho más que cuando me fui".
Nuevo contenido y canal de Twitch
Desde su regreso a España ha incluido nuevo contenido en el canal visitando colecciones ajenas y también comenzado también a retransmitir en Twitch, algo que era difícil en Japón por la diferencia horaria y porque la casa era muy pequeña. De momento, está intentando encontrar su hueco y le respalda la comunidad que ya le seguía en Youtube. "Mis números no son los del Rubius pero tengo todos los días 300-400 personas, a ver si puedo ir creciendo y que se pase más gente", afirma.
El canal de Twitch de Creativo en Japón suele intercalar contenido adicional de lo que sube a Youtube "si, por ejemplo, me voy a Londres y tengo material que no he sacado en el canal", dice, con otros en los que lleva invitados para hablar de distintos temas de videojuegos como Bruno Sol "y estoy detrás de traer a Paco Pastor, que me encantaría", señala.
"Al final, es un poco la extensión de un contenido que te gusta y conocer más al creador. Creo que es bonito porque al final estás ahí con tu gente, te leen, te preguntan... me lo paso muy bien. En Youtube echo más horas que un reloj porque estoy grabando, editando y tal y en Twitch hay días que me preparo el directo pero otros me siento ahí con una idea en la cabeza y es pasarlo bien, no le veo esfuerzo, pero sí es trabajo mental aunque, eso sí, noto que me cuesta más dormir. Termino a las 10:30, ceno y a la una la cabeza me va todavía rápido, pero sarna con gusto no pica", sostiene.
13 cajas de videojuegos desde Japón
La mudanza con la colección que tenía Boscá en Japón fue complicada. Primero preguntó a una agencia de mudanzas internacionales pero le pedían una cantidad desorbitada. Decidió aligerar la colección y vendió unos 400 juegos "se los envié a mi amigo Antonio [Carrera] en Kaoto", dice, y embaló el resto en 13 cajas de entre 5 y 12 kilos que mandó por correo ordinario, en barco.
En total le costó la quinta parte de lo que le habían presupuestado, aduanas incluidas, "tuve que pagar aunque no me correspondía porque en las mudanzas internacionales en teoría yo ya había pagado en mi país, pero fue tal alegría ver que todo había llegado bien que no quería que, por no pagar, las devolvieran", apunta.
Actualmente vive de la creación de contenido. Calcula que tiene en total entre 1.800 y 2.000 videojuegos incluyendo cartuchos sueltos y títulos actuales. "No es que me dedique a la compraventa pero si me quiero comprar alguna cosa y se me escapa el precio miro para atrás y veo alguno que ya no me apetece tenerlo y voy vendiendo, igual vendo tres y me compro uno", afirma.
Coleccionista no completista
Ha intentado jugar a todos los títulos que tiene y añade, "de hecho, soy uno de esos coleccionistas que no es completista. Igual hay una saga que tiene cuatro entregas y si me gustan solamente me gustan dos, pues no me compro las cuatro, me compro esas dos. Compro lo que me gusta y lo que quiero jugar. Si me compro un juego, lo pruebo y no me gusta o me canso por lo que sea, lo vendo. No compro por cantidad sino por calidad. Lo que pasa es que para mí esto es una jugoteca que utilizo a nivel personal y profesional. Si estoy haciendo en un directo o haciendo un vídeo y necesito hablar de tal juego, lo cojo y lo enseño. No solo utilizo mis juegos para jugar".
También está la satisfacción de encontrar un juego deseado. Según declara Boscá, "por un lado es una chispita que te da la búsqueda, el encuentro. Abres la puerta y te sientes un poco más feliz por estar rodeado de lo que te gusta y, encima, lo puedes jugar. Ahora, con todos los proyectos en los que estoy metido me cuesta más jugar que antes, pero intento probarlos y jugarlos y cuando preparo un vídeo especial los rejuego y capturo el material. Los disfrutas de todas formas".
Antes de la mudanza a España tenía más consolas, como una Virtual Boy o modelos que solo salieron en Japón, pero ahora se ha quedado con aquellas de las que tiene juegos: Super Famicom, MegaDrive, PlayStation, Neo Geo, Dreamcast, Nintendo 64, Master System, Game Boy y Famicom.
David Boscá en 5 preguntas
1. Tú has visto muchas colecciones de videojuegos, ¿hay alguna que te haya impresionado por la cantidad de juego que tenía?
Te impresiona casi todo lo que ves, pero hay dos colecciones que me han impresionado mucho. Una la visité con Bruno [Sol], la de la Asociación de Usuarios de Amstrad, en un sótano, que había allí 17.000 juegos y otras 2.000 máquinas o así. Una cantidad muy loca, era una cosa desbordante, los juegos apilados en torres que se podían caer en cualquier momento.
No era una colección normal porque era una asociación que se encargaba de preservar, lo que hacían era digitalizar todos los juegos, las portadas, había juegos que si no los hubiesen preservado ellos se hubieran perdido. Eso me impresionó porque era como una cueva en la que estabas rodeado de juegos. Además, todo estaba enfocado mucho a la retroinformática: mucho Amstrad, mucho Spectrum, mucho software que se ha perdido y verlo junto, en un mismo espacio, me impresionó.
Otra es la de José Ángel, un chico de Murcia, que tenía toda buhardilla llena de juegos y figuras de los 80, el full set de las Tortugas Ninja, el full set de Los Máster del Universo, el full Set de Los Caballeros del Zodiaco... Solo la colección de figuras y juguetes ya era espectacular, pero es que también tenía lo mismo con videojuegos, vitrinas llenas de videojuegos. Quizás no fue la mejor colección de videojuegos pero la combinación con juguetes y figuras de los 80 me gustó muchísimo.
2. ¿Cuál dirías que es hoy día el material de videojuegos retro más buscado?
Creo que eso no ha cambiado, que Neo Geo AES siempre ha sido la máquina prohibida, que cuando un juego te costaba en España 6.000, 8.000 o 10.000 pesetas un juego de Neo Geo te costaba 7 u 8 veces más, estaba al alcance de muy pocos. Muchos jugábamos en los salones arcade y decía la leyenda que había alguno que tenía la consola en tu barrio o en tu ciudad pero no era una cosa que veías.
Era un sistema que ya se vendió muy caro de salida y su coleccionismo siempre ha sido caro. Cuando un juego de Mega Drive costaba 5 euros en el Cash Converters los de Neo Geo igual se vendían por 20, 30 o 40 €, ya eran mucho más caros en esa época en que no interesaba el hobby.
Juegos que ahora cuestan 8.000, 10.000 euros de Neo Geo en aquella época igual ya te costaban 200, 300 o 400 euros, una cantidad que hoy sería una ganga pero en aquellos años eran muchísimo dinero.
En la época llamaban a Neo Geo el Rolls Royce de las consolas y lo sigue siendo. Es una consola y un coleccionismo al alcance de poca gente, sobre todo si quieres hacer una colección completa o de los títulos más importantes. Yo tengo aquí 40 juegos pero no son de los grandes cotizados, ninguno de los que cuestan miles de euros.
3. Se ha sabido hace poco que están desapareciendo los recreativos en Japón a pasos agigantados, algo que sucedió en España hace más de 20 años, ¿a qué crees que se debe?
Más que a qué se debe la desaparición te puedo decir a qué creo que se debe la supervivencia, el hecho de que hayan aguantado tantos años más. En Europa, con las llegada de PlayStation y PlayStation 2, mucha gente se dijo que para qué iba a gastar su dinero fuera si tenía lo mismo en casa. Ahí se cambió el chip pero en Japón los cambios se producen siempre muy lentos, la cultura nipona lleva mucho tiempo que se modifique.
Para ellos es tradición ir a los arcade porque les lleva la mamá desde pequeños, para un oficinista esa media horita para escaparse a jugar es una cosa muy suya y lo protegen mucho. Yo siempre pongo el ejemplo del arroz: Una bolsita de 5 kilos en Japón te cuesta igual 20 o 25 euros mínimo. El arroz es muy caro en Japón para proteger la agricultura, los japoneses no quieren que se importe arroz de China o de otros países, quieren proteger lo suyo y para que el hijo del agricultor continúe el negocio se le paga más.
Los arcade son una cosa muy suya, sentían como de ellos, pero con el paso del tiempo se ha ido diluyendo poco a poco con el paso de los años hasta que ha llegado a un punto ya que tenía poco sentido, solamente para los más románticos.
Todavía hay muchos salones, pero por tener tantas alternativas de ocio, no sé... El karaoke sobrevive en Japón y sigue siendo una cosa superimportante. En Europa es una cosa muy de nicho, ha quedado reducido a despedidas de soltero y grupitos muy cerrados pero en Japón va la chavalada, gente joven de 15 años, todos los viernes a cantar al Karaoke. Además, que allí pagas y tienes barra libre.
4. ¿Dónde delimitamos lo retro? ¿PS3, Wii o Xbox 360 son retro?
Yo considero que lo retro, o lo clásico, es más una forma de hacer las cosas, una forma de proponer las mecánicas, de proponer el sistema de juego, que un formato o un soporte. La diferencia entre un juego de PS2 y un juego de PS5 es únicamente técnica, no han cambiado mucho las mecánicas, estaban los mundos abiertos ahí, lo que pasa es que ahora son más grandes, mejores, lo que quieras, pero entre un juego de NES, uno de Game Boy o uno de Mega Drive sí que hay muchas diferencias con un GTA 5 o un The Last of Us.
Ahí pondría yo esa línea invisible, con la llegada de PS2, no porque no sea retro porque un chaval te dirá que cómo que no es retro, si tiene 25 años claro que es retro, pero si somos justos con lo que es el videojuego creo que PS2 ya es el primer sistema moderno, antes se hacían las cosas de otra forma. Dreamcast, que es de la misma generación, sí que la veo superretro porque es más arcade. El corte estaría entre PS2 y PS3, aunque para el chaval de ahora sí sea retro.
5. ¿A quién te gustaría que entrevistásemos?
Como te comentaba antes, me genera una curiosidad brutal conocer la historia completa de Paco Pastor, me parece una persona superimportante para el mundo del videojuego clásico. Hizo muchísimo en España tanto en la época de los 8 bits como la de los 16 bits, el tema de la bajada de precios, el rollo de Erbe , todo ese tipo de cosas me parece muy interesante, y ver desde su punto de vista cómo ha ido evolucionando la industria y cómo llega un momento en el que España perdió esa industria del videojuego. Ahora está recuperando un poquito el tema del desarrollo pero él vivió la época más potente del software español.