Faltan dos semanas para que estemos jugando a Starfield, el esperado juego de rol de Bethesda Game Studios, los creadores de The Elder Scrolls V: Skyrim y Fallout 4. Menos todavía si compráis la edición Premium para Xbox Series X/S y PC (también disponible como contenido adicional para la versión de Game Pass), que incluye acceso anticipado desde el 1 de septiembre. Y aún menos para que publiquemos nuestro análisis, en el que llevamos un puñado de días trabajando.
La primera nueva saga de Bethesda Game Studios desde hace 25 años está rodeada de expectación. Por lo que hemos mencionado en la frase anterior, porque viene de un estudio muy reputado, porque le ha caído el sanbenito de ser el caballo de batalla de Xbox, y sobre todo, porque su propuesta es muy ambiciosa. A pesar de ello, lo cierto es que no nos hacía falta ver mucho más tras aquel Starfield Direct de 45 minutos. Suficientes explicaciones: ahora queremos jugarlo y comprobar cómo se integran interesantísimas partes mostradas en aquel vídeo.
Aun así, hemos asistido con muchas ganas a una presentación breve pero intensa en el arranque de la Gamescom 2023. Bethesda y Xbox han decidido enseñar el principio de Starfield, con ciertos recortes para no alargar demasiado una experiencia que debían encajar en las agendas de los atareados periodistas y creadores de contenido. En este texto vamos a intentar llevaros de la mano a través de lo que hemos visto, un gameplay de unos 20 minutos que tenía una duda que resolver: ¿será tan impactante como el comienzo de Fallout 3 o de Skyrim?
Soy mineroooo (espacial)...
7 de mayo de 2330. Luna de Vectera. En esa fecha y en ese lugar comienza nuestra odisea espacial. No somos ningún elegido, ningún héroe. Al menos, de momento. Tan solo somos empleados de una estación minera ubicada en ese satélite. Descendemos por un ascensor que parece interminable mientras que una compañera más experimentada que nosotros comprueba que todo nuestro equipo está fetén, a la vez que otro minero bromea sobre los innumerables peligros de la profesión. Las expresiones faciales, por cierto, han evolucionado mucho respecto a las anteriores obras del estudio, y al colocarnos los cascos, la distorsión que causa el cristal es muy realista.
Llegamos al destino. Normalmente las cuevas no son precisamente los sitios más espectaculares de un videojuego, pero aquí nos impactó encontrarnos con ese lugar enorme repleto de estalactitas que brillaban y reflejaban gracias a una iluminación exquisita, influenciada por la herramienta láser para picar piedra que utilizaban los mineros repartidos aquí y allá. No tardamos en convertirnos en uno de ellos tras coger nuestro propio cacharro: sí, la primera misión de Starfield es ponernos a picar piedra.
La cosa no tarda en ponerse interesante: hay una extraña anomalía más allá de la piedra que un vehículo-taladradora está agujereando. Entramos y nos encontramos con un gran espacio vacío y en el centro, algo extraño: el artefacto que hemos visto en los tráileres. Nada más tocarlo, una visión psicodélica y trascendental del universo. Después, oscuridad.
Hasta que despertamos en lo que parece ser el centro médico del complejo minero: nos hemos desmayado tras esa experiencia y nuestros compañeros nos preguntan si nos acordamos de quiénes somos. Evidentemente, aquí toca crear el personaje con un editor que, cada vez que lo vemos en vídeo, nos deja entrever más y más posibilidades, no por la cantidad enorme de opciones para modificar el cuerpo, el rostro y el pelo, sino por la amplia variedad de trasfondos y talentos disponibles.
Atención a los detalles
Quizá después de lo ocurrido parezca una nimiedad fijarse en estas cosas, pero lo hicimos: mientras salíamos de esa habitación nos dábamos cuenta que los materiales metálicos de todo lo que nos rodeaba tenía una calidad inusitada, que toda la decoración estaba perfectamente cuidada y definida, que la iluminación puede estar entre lo mejor que hemos visto en un videojuego, y que hay texturas, en algo tan simple como las cintas de plástico que separan esa sala de la contigua, que son confundibles con la realidad. Una calidad visual que se aprecia tanto en tercera persona, pero todavía más en primera, y todo ello sin dejar de haber un montón de elementos interactivos: no faltó la bromita de robarle delante de sus narices un sándwich a otro minero que estaba en la cafetería, y que no tardó en quejarse.
Nuestro objetivo ahora es salir del complejo para hablar con Barrett, un personaje que hemos visto en anteriores tráileres, un experto en ciencia y descubrimientos. Entramos al menú, nos ponemos el casco, y abrimos la esclusa. Quizá no tiene el mismo impacto que encontrarnos el Yermo tras salir del Vault-101, pero hay algo mágico al encontrarnos de repente en un espacio árido abierto que se extiende hasta donde alcanza la vista, mientras desde el cielo aterriza una nave: la de Barrett y Vasco, el simpático robot que se ha convertido en imagen de marca de Starfield. Tras charlar seleccionando entre distintas opciones de diálogo al estilo de Fallout 3, todo se pone patas arriba.
¡Nuestra primera nave, y gratis!
Comienzan a aterrizar piratas espaciales y el hangar del lugar se convierte en una batalla campal, y por supuesto, nosotros vamos a participar en ella. Primero, con una pistola muy sencilla que, aun así, tiene pinta de ser más gustosa a los mandos que cualquier otro arma de un juego de Bethesda Game Studios, y después, con un fusil que robamos y equipamos directamente de un enemigo caído, sin necesidad de pasar por el inventario ni ningún menú. Es una escena bastante vistosa que concluye con los piratas saliendo por patas.
¿Nuestra recompensa? Ni más ni menos que nuestra primera nave espacial. Barrett se va a quedar investigando el lugar, pero nos deja el vehículo y a su acompañante robótico para reunirnos con los miembros de Constelación y contarles sobre el artefacto. Probablemente esta sea una de las naves más pequeñas del juego y cuando llevemos 100 horas con el título final esta frase nos parezca ridícula, pero es bastante impresionante el detalle y el tamaño del interior.
Una nave que, por cierto, no tardamos en abollar, pues al salir al espacio (algo que se hace mediante una escena cinematográfica, no manejando el vehículo directamente) nos espera la Flota Escarlata, una de las facciones, para ofrecernos un combate espacial menos intenso de lo que nos hubiera gustado, pero bastante vistoso. Una vez solucionado el entuerto, desde ahí seleccionamos en la carta espacial, de nuevo desde el menú y sin viajar directamente, nuestro destino.
Alpha Centauri, un planeta similar a la Tierra, impacta en el momento del aterrizaje, pero todavía más cuando nos movemos a pata por su atractivo principal: Nueva Atlantis, una ciudad enormísima repleta de espacios diferentes, de mil y un detalles, de personajes de todo tipo. La urbe en la que se ubica Constelación, la facción que tendrá el protagonismo principal en la historia, nos ha recordado a la Ciudadela de Mass Effect, pero con muchísima más vida y personalidad. Y aquí, cuando estábamos completamente atrapados a pesar de no tener el mando en las manos, se acabó.
Como muchos de vosotros, tendremos que esperar unos días para que comience nuestro viaje por las estrellas, pero tras ver este inicio, estos primeros minutos que funcionan a modo de tutorial y apenas permiten atisbar la totalidad de la experiencia, nos queda claro una cosa: a Bethesda Game Studios se les sigue dando de lujo sorprender e ilusionar con los comienzos de sus aventuras.
Hemos realizado estas impresiones tras asistir a una presentación en gamescom 2023 invitados por Xbox España.