Wii U quizás no ha tenido el arranque más positivo de la historia de Nintendo, pero nadie puede negar que la compañía japonesa tiene mucho y muy bueno de donde tirar, para sacar juegos que hagan que la consola pueda finalmente despegar y cumplir con las expectativas que se contemplaban tras el tremendo éxito de su predecesora.
Obviamente, el icono más visible de Nintendo es Super Mario, aunque no es ni por asomo el único con el que cuenta. De los innumerables spin-off que el fontanero y compañía han dado, uno de los más respetados es, sin duda, Mario Kart.
Desde su debut en Super Nintendo, el juego de carreras se ha convertido en un referente de los arcades basados en karts, que ha creado escuela y que ha ido ampliándose para atrapar a un público cada vez mayor, ampliando su fórmula y contenidos.
Mario, qué bien te veo
Ahora llega a Wii U, y promete no sólo demostrar que Nintendo no ha perdido su buen hacer con esta saga, sino que la nueva máquina de sobremesa de la compañía tiene mucho que demostrar en el aspecto técnico. Nintendo reconocía que no se habían preparado bien para la alta definición, y que habían subestimado el salto que suponía pasar de la SD a la HD. Con Mario Kart 8 podéis estar tranquilos de que se están poniendo al día y que, dentro de su estética, es uno de los juegos que sorprenden cuando se ven por primera vez.
Por desgracia, son pocos los juegos que sorprenden en el aspecto gráfico en Wii U, algo que muchos han erróneamente achacado a la potencia de la consola. Mario Kart 8 tiene todo a su favor para probar que apenas hemos visto parte de lo que puede hacer Wii U visualmente, y esperamos que sea sólo el primero de los muchos juegos que desmitifiquen las ideas equivocadas sobre la consola.
En cuanto empezamos a jugar, vemos un conjunto muy sólido, con muchos más elementos en las pistas que su predecesor de Wii, y obviando prácticamente por completo los sprites para sustituirlos por objetos poligonales. Los corredores y sus vehículos tienen muchos más detalles –algo sobre todo perceptible en coches como los todoterrenos, más grandes y que permiten ver con mayor claridad el salto–, y los escenarios acompañan con buenas texturas que incluso mejoran las impresiones que suponen el primer contacto con el juego.
Los escenarios que hemos podido probar cuentan también con efectos bastante interesantes, tanto de entorno –agua, humo, etcétera– como de iluminación, con mención especial para la casa fantasma, que cuenta con, probablemente, el repertorio más completo de estos efectos. Como curiosidad, señalar que los monitores en los que hemos jugado tenían un contraste altísimo, algo que, si bien puede ser positivo en algunas circunstancias, pensamos que desmerecían un poco al resultado final. Sinceramente, tenemos muchas ganas de que los aficionados de Mario Kart puedan probar en primera persona esta nueva entrega, porque estamos seguros de que les encantará verlo tan bien.
Tradición e innovación
Como ya sabéis, el elemento diferenciador en el terreno jugable es la posibilidad de tomar diferentes rutas antigravitatorias, algo que, a diferencia de lo que podáis pensar, no marea ni confunde, y que encaja totalmente con el sistema de juego. La transición entre la pista por tierra y la antigravitatoria es suave, y dota de espectacularidad a Mario Kart 8. Además, muchas veces vemos cómo estas nuevas rutas se combinan con zonas submarinas, o acaban permitiéndonos planear con las alas delta heredadas de Mario Kart 7.
También nos ha gustado cómo algunos escenarios cuentan con pequeñas "trampas", algo sutilmente clásico de la saga, y que nos recompensa cuando nos vamos aprendiendo poco a poco los escenarios. Estas trampas son la antítesis de los atajos, y están casi igual de ocultas o inesperadas. En concreto, hay un puente con una pequeña apertura a la derecha, por la cual nos caemos al coger rápidamente una curva. Nos caeremos dos, tres o veinte veces, pero cuando procesemos la necesidad de reducir o derrapar ahí, ganaremos unos segundos tan valiosos como los de tomar con éxito un atajo.
Fuera de las novedades, quizá la mejor noticia es que el núcleo jugable sigue como siempre. Recuperando los contenidos de Mario Kart Wii y fusionándolos con los que se añadieron en Mario Kart 7 para 3DS, todo es tan divertido como en estos dos juegos, pero además es más completo. Obviamente aún no sabemos hasta dónde se expandirá el plantel de personajes, vehículos, etcétera, pero como comentamos, tenemos la posibilidad de planear o bucear además de recuperar personajes que desaparecieron en Nintendo 3DS, como Toadette.
Sobre el control, hemos podido probar la posibilidad de jugar con el Wiimote –al igual que el control básico en Mario Kart Wii – y con el GamePad. El Wiimote, prácticamente sin cambios. El GamePad, cuenta con la ventaja de que nos permite alternar en cualquier momento entre los botones físicos y el sensor de movimiento con tan sólo tocar un icono en la pantalla táctil. Como curiosidad, la pantalla del GamePad cuenta con un gran círculo con una imagen representativa de nuestro personaje, que no es nada más y nada menos que nuestra bocina.
Un prometedor retorno
Queremos pensar que Nintendo guarda alguna sorpresa de aquí a su lanzamiento, como quizá algún tipo nuevo de power-up, pero de todos modos, con tan sólo probar unos niveles hemos quedado tremendamente satisfechos. Obviamente, falta mucho por ver. El equilibrio de los vehículos y personajes, el diseño de los demás escenarios, la más que posible revisión de pistas clásicas, el juego online... Pero las bases están ahí, y eso ya es razón más que de sobra para ser optimistas. Además, volvemos a destacar que el apartado gráfico es una delicia, y unos buenos gráficos suelen ser el complemento perfecto cuando no se descuida la jugabilidad.