Cuando algunos se preguntan qué es un juego de culto, un buen ejemplo es mencionar Mirror's Edge, un título que lanzó Electronic Arts en las navidades de 2008 y que no vendió demasiado bien, por diferentes motivos, pero al que el paso del tiempo ha puesto en su sitio, y somos muchos los que lo consideramos un juegazo que siempre apetece revindicar. Con una propuesta muy concreta y original, una aventura en primera persona de acción y plataformas con parkour, entendemos que no fuera del gusto de todos, pero no se le puede negar su atrevimiento, tanto en lo jugable como en lo visual.
Llevábamos años pidiendo una secuela, y no lo decimos de una manera figurada, sino literal, ya que no ha habido una sola entrevista con un componente de DICE al que no le hayamos preguntado por esta posibilidad. Cuando ya habíamos perdido casi toda esperanza y seguíamos preguntando por él medio en serio medio en broma, por fin en el E3 de 2013 se anunció de manera oficial, aunque no fue hasta dos años después, el pasado mes de junio, cuando lo pudimos probar por primera vez.
Considerado como un reinicio o reimaginación de la saga, Mirror's Edge Catalyst mantiene todo lo que hizo especial al primer juego, y además se reafirma en sus ideas, por ejemplo desechando totalmente el uso de las armas.
En el primer juego las podías utilizar después de robárselas a los enemigos, aunque era mucho más satisfactorio pasárselo sin pegar un solo tiro, e incluso te recompensaban por ello con un logro o trofeo. Ahora no podremos caer en la tentación, y tendremos que deshacernos de los enemigos cuerpo a cuerpo, con patadas y puñetazos.
Los controles se han simplificado un poco, pero las acciones que podemos realizar son más numerosas y variadas si cabe, ya que deberemos dominar todos los movimientos de parkour de Faith para explorar cada rincón de la ciudad de Glass. Un mundo abierto por el que podremos movernos con libertad, superando además de las misiones de la historia todo tipo de desafíos secundarios, pudiendo encontrar además distintos tipos coleccionables. Estos no solo serán puro coleccionismo, sino que será con ellos como mejoraremos las habilidades de Faith.
En esta demostración, antes de meterse en faena con la misión de la historia que nos querían mostrar, nos enseñaron algunos aspectos del mundo abierto, que no tiene ninguna pantalla de carga, ni siquiera al entrar en enormes edificios. Por ejemplo para ir de un lugar a otro del mapa podremos marcar un punto de ruta, y en vez de las típicas flechas o líneas de puntos para indicarnos la dirección correcta, lo que hará el juego será pintar de rojo ciertos objetos del escenario, que nos enseñarán de manera sutil y sobre todo elegante la ruta a seguir.
Todo es más elaborado en Mirror's Edge Catalyst, especialmente la historia y los personajes, uno de los puntos más flojos del primer juego. Esta nueva aventura contará con una gran carga narrativa, y sobre todo una protagonista con mucha más personalidad, que habla de manera constante, la vemos en elaboradas cinemáticas, y de manera más sutil también se deja ver en multitud de superficies que reflejan su imagen. Incluso en algunas secuencias de acción, al acabar con un enemigo, vemos a Faith con una cámara en tercera persona realizando una acción espectacular. Una decisión esta cuanto menos polémica, ya que te saca de la inmersión de la perspectiva en primera persona, y que veremos cómo han medido.
En la misión que nos mostraron Faith se tenía que infiltrar en un enorme edificio, y es aquí donde se nota que la decisión de llevar esta aventura a un mundo abierto no ha sido un capricho, fruto de una moda, sino que tiene sentido, ya que tenemos mucha libertad para llegar a los sitios, y cumplir un mismo objetivo de diferentes maneras. Habrá momentos lineales, con el camino marcado en rojo, pero en otras ocasiones tendremos que observar el entorno y crear nuestra propia ruta, interactuando con el escenario de diferentes maneras: mediante saltos, agarrándonos a distintos salientes y objetos, o corriendo por la paredes, un movimiento clásico del parkour.
Las animaciones de Faith son todavía más ágiles y dinámicas, y es uno de esos juegos que sin probarlo ya te transmite una sensación de que se controla bien, tal es la fluidez y naturalidad de los movimientos del personaje. El hecho de ver las extremidades de Faith constantemente, la sensación de peso al caer de un gran salto, el sonido de las pisadas, toda ayuda a esa sensación de inmersión, se nota en multitud de detalles que en DICE le tienen mucho cariño a esta saga, y han trabajado con mucho mimo y respeto en esta secuela.
El final de la demo era realmente espectacular, una huida frenética acabando con los enemigos a patadas, sin detenernos, y todo esto mientras un helicóptero nos perseguía disparando y rompiendo los cristales del escenario. Las animaciones y las físicas de los enemigos están muy bien hechas, y es un placer verlos morder el polvo contra el suelo, o caer al vació tras haberse golpeado contra una barandilla al recibir una patada.
Los gráficos son geniales, sin necesidad de ser espectaculares o un portento de la tecnología, y han sabido evolucionar muy bien la dirección artística del primer juego. Si aquel se basaba en un constante contraste entre colores blancos y rojos, ahora la gama cromática es mucho mayor, pero sin romper su estilo gráfico característico, minimalist y elegante.
Con mucha fe en el nuevo Mirror's Edge
Le tenemos muchas ganas a Mirror's Edge Catalyst, y lo bueno es que no habrá que esperar mucho para disfrutarlo, ya que se lanzará el 23 de febrero en Xbox One, PS4 y PC. Cuando jugamos a la primera entrega en 2008 nos fascinó su propuesta, y pensábamos que abriría un nuevo e inexplorado camino, el de los plataformas en primera persona. Ya que no funcionó del todo bien, nos quedamos con las ganas de ver más juegos del estilo, y hemos tenido que esperar más de siete años para tener algo similar, o al menos de la misma calidad y carisma. Parece que saben muy bien lo que están haciendo en DICE, y todo lo que hemos visto y probado hasta el momento nos ha convencido plenamente, no necesitamos mucho más para esperarlo con los brazos abiertos.