La saga Castlevania ya protagonizó en su momento una profunda revisión de sus bases jugables, situándose en la línea de juegos como Metroid, una fórmula que, sin embargo, no se trasladó con éxito al mundo de los juegos tridimensionales, y que se ha mantenido en los desarrollos bidimensionales, que se han centrado en los últimos años en GBA primero, y Nintendo DS, después. Próximamente veremos un regreso al espíritu de las primeras entregas en WiiWare con Castlevania Rebirth, pero, en el ámbito de las consolas domésticas, la saga no ha corrido tanta suerte.
La jugabilidad que los seguidores idolatraron con Symphony of the Night nunca ha tenido su reflejo en las aventuras de acción 3D de la anterior generación de consolas, capitaneadas por PlayStation 2. Y es que, si a eso le sumamos las polémicas (pero comúnmente defenestradas) entregas 3D de Nintendo 64, está claro que la saga no le ha encontrado el punto a eso de los tres ejes.
Ahora, Castlevania parece que va a vivir una nueva refundación cambiando de manos, en todos los sentidos. Los programadores ya no están en Japón, sino en España, en la sede de Mercury Steam; el productor es Dave Cox, y, por último, Hideo Kojima se encarga de poner su sello de calidad en el papel de supervisor.
Algunos aficionados no tardaron en plantearse si esto realmente iba a ser un Castlevania, del mismo modo que, cuando se anunció en su forma original, con sólo su subtítulo -Lords of Shadow-, muchos rogaron porque se convirtiera en un Castlevania. Los apasionados fans de estas grandes sagas jamás se podrán de acuerdo y tener una voz unánime, pero está claro que algo se mueve en el seno del reino de Drácula.
Castlevania: Lords of Shadow nos pondrá en el papel de Gabriel, un hombre abatido por la muerte de su esposa y que se ha metido en una oscura misión en la que dos máscaras sagradas (o malditas, con estas cosas nunca se sabe; además, una es la máscara de dios y otra la del diablo) jugarán un papel fundamental. Y, dado el título, es de esperar que el Señor de los Vampiros juegue un papel importante en toda esta trama.
Sin embargo, lo cierto es que Konami ha mantenido bastante hermetismo en torno a la historia de este juego, lo que no ha impedido que conozcamos esos pocos detalles y que, además, va a contar con una producción a la altura de las circunstancias con, por ejemplo la participación de Patrick Stewart (el capitán Jean-Luc Picard en Star Trek: The Next Generation) -al menos- como narrador.
Lo que se ha asegurado en reiteradas ocasiones desde Konami es que el juego va a ser un digno heredero de la tradición de la serie Castlevania, pero con suficiente entidad e independencia como para no someterse a los designios de su pasado, sino afrontar su propio camino, por lo que podemos esperar cierta libertad creativa para los chicos de Mercury Steam. De hecho, todo indica que el juego podría no estar vinculado directamente con la línea temporal que se ha ido componiendo en la saga mientras ha estado bajo supervisión directa de Koji Igarashi, sino que sería completamente autónomo, quizás con el objetivo de componer una nueva línea y atraer a nuevo público.
Los aficionados, sin embargo, no deben tener miedo, pues en la misma medida se está trabajando para integrar el látigo y muchos otros elementos clásicos de la serie en su planteamiento de aventura de acción. Así, por ejemplo, nuestro personaje contará con la clásica arma que ha sido emblema de los Belmont, los cazadores de vampiros que durante generaciones han luchado contra Drácula, y otras armas clásicas, como dagas, agua sagrada, etc. Esto nos lleva a los planteamientos más clásicos de la serie, y los enemigos van a estar a la altura de las circunstancias, con hombres-lobo, zombis, entes espectrales y, claro, vampiros de todo tipo.
El sistema de armas permitirá acceder a mejoras, introduciendo cambios no sólo en potencia bruta, sino también en rendimiento y uso, por lo que será importante no sólo conseguir el arma de apoyo que mejor nos vaya, sino encargarnos de desarrollarla, aunque el sistema para esto, por desgracia, no se ha explicado de momento.
Igualmente, el control de Gabriel promete ser directo y eficiente, pero con un rango de movimientos lo suficientemente amplio para garantizar un buen sistema de lucha. Por ejemplo, un botón estará destinado específicamente al arma secundaria, pero los demás botones frontales permitirán no sólo saltar, sino realizar dos tipos de ataques principales, según la distancia a la que estén los enemigos, lo que en principio promete mantener una jugabilidad sencilla pero eficaz para no dejarnos vendidos ante los enemigos que nos salgan al paso.
Los elementos de exploración y plataformas parecen estar siendo tratados en igualdad de condiciones con la acción directa, por lo que su jugabilidad puede resultar, en realidad, mucho más próxima a Symphony of the Night y similares, aunque esto es algo que realmente habrá que ver con el juego en marcha en la consola. Por lo pronto, el látigo se empleará como herramienta para engancharlo a salientes, potenciar el salto, y movernos con mayor libertad por los entornos.
De la misma manera, se espera que la historia tenga un peso específico mucho mayor en Castlevania: Lords of Shadow, pues se está trabajando en la creación de más de una hora de escenas cinemática para ayudar a desgranar los hechos que van guiando el destino de Gabriel. Todas estas escenas, eso sí, parecen estar siendo creadas con el propio motor del juego, que ha sido creado por Mercury Steam, y que les está permitiendo lograr unos entornos cuidados (la cámara estará fija), suaves animaciones, y un nivel técnico a la altura de las circunstancias, pese a que lo poco que se ha podido ver hasta el momento dista mucho de ser el producto final.
Castlevania: Lords of Shadow apunta maneras. Puede convertirse en la confirmación de que la saga sí tiene cabida en el mundo de las tres dimensiones, tras varios intentos que no han conseguido cuajar ni entre la crítica ni entre el público, cosechando, con suerte, ventas discretas y opiniones muy dispares. Desde luego, la renovación del personal parece estar sentándole muy bien, inyectando frescura a un título que, sin embargo, se percibe como conocedor de su herencia. Y, además, con sello nacional.