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Género/s: JRPG / Simulador social
3DS:
NDS:
FICHA TÉCNICA
Desarrollo: Level-5
Producción: Level-5
Distribución: Nintendo
Precio: 39,95 €
Jugadores: 1-3
Formato: Tarjeta
Textos: Español
Voces: Español
Online: Sí
ANÁLISIS

Impresiones finales Fantasy Life

Probamos Fantasy Life y te contamos cómo será esta combinación de rol japonés y simulador de vida.
Versión Nintendo 3DS.

Fantasy Life se lanzó en Japón en el año 2012, justo después de Navidad, y cosechó un notable éxito comercial que le sirvió para asegurar la creación de una versión revisada del juego, Fantasy Life Link!, que llegó a ese mercado a mediados de 2013. Ahora, un año más tarde, nos preparamos para que el título llegue a Europa y América y así poder descubrir de primera mano qué ofrece esta combinación de juego de rol y simulador de vida desenfadado, al estilo Animal Crossing que convenció al público nipón.

Nuestra experiencia con el juego ha sido definitivamente positiva y hemos estado probando la que será -con total seguridad- la versión comercial del título en Europa, ya traducida al castellano. No hemos podido acceder a los contenidos adicionales que están previstos para el primer día del juego, pero salvo este detalle hemos podido disfrutar ya de una buena cantidad de horas de juego con un título que volverá a mostrar las eficientes dotes del estudio Level-5 a la hora de hacer juegos de rol.

Una de las cosas que puede llamar la atención del usuario, y quizá incluso descolocarlo en algunas ocasiones, es que Fantasy Life es una combinación de subgéneros de rol en los que el rol japonés y la simulación de vida son solo dos géneros mucho más prominentes que los demás, pero hay pequeños detalles aquí y allá que parecen herencia del rol occidental o incluso de los juegos masivos. Sería un error no apreciar los rasgos heredados de otros estilos de juego y que ayudan a formar una experiencia de juego ocasional. Si decimos que el jugador se puede sentir descolocado es porque la presentación de algunos de estos elementos jugables puede ser una sorpresa. Afortunadamente, se trata de un título con mucha coherencia interna, de forma que superada la primera sorpresa, uno se deja llevar.

Ya desde el principio el juego se muestra generoso con las opciones, puesto que nos ofrece una herramienta detallada para escoger la apariencia de nuestro personaje. En esencia se trata de un editor que nos recordará a la gestión y creación de Miis que ya conocemos en las consolas Nintendo desde Wii, pero a lo que hay que sumar doce clases diferentes de profesiones. Resulta imprescindible escoger una profesión inicial, aunque luego podremos cambiarla. Eso sí, al hacerlo retenemos habilidades asociadas a la primera profesión, por lo que hay muchas combinaciones posibles. Y no, no todas las profesiones están asociadas a ser un héroe (paladín o mercenario): muchas son de lo más mundano, como ser minero o cocinero. De hecho, ocho de las doce profesiones no están vinculadas al combate.

Una de las cosas que hemos visto en nuestras primeras partidas es que podemos ir progresando en el juego y cambiando de profesión, lo que significa que potencialmente el usuario podrá dominar todas las profesiones del juego, una tarea titánica, sin duda alguna. Eso no significa que sea imprescindible ir cambiando de profesión: resulta igualmente factible superar el juego sin realizar ningún cambio y convertirnos en un especialista completo de la profesión escogida inicialmente.

Todavía es pronto para decirlo con seguridad, pero parece que la profesión puede suponer un reto muy interesante para el jugador. No hay que engañarse: el componente de aventura épica propia del rol japonés está presente, así que ser un héroe siendo solo cocinero es difícil. Del mismo modo, algunas profesiones exigen al usuario más dedicación porque su progreso (cómo subimos de nivel y cómo adquirimos habilidades) es diferente: un mago puede ser muy poderoso, sí, pero no progresa tanto como un mercenario.

Además, en Fantasy Life aprendemos rápidamente que no se trata solo de subir de nivel en el campo de batalla: las habilidades deben ganarse afrontando misiones especiales en las que conseguimos puntos para subir de nivel. Otro tipo de habilidades básicas se mejoran con la puesta en práctica de las mismas. Es decir, hay cambios en cómo se debe progresar y qué tipo de recompensa se consigue según la profesión escogida.

No faltan los combates, que son en tiempo real. Tenemos bastantes armas para escoger y nos movemos con libertad por el escenario, así que la elección de arma es importante no solo en cuanto a las mejoras que reporta (cuánto daño hace), sino por cómo la manejamos y qué nos permite hacer. El componente de tiempo real se aprecia también a la hora de recoger los tesoros que dejan los enemigos: estos tesoros se pueden romper en combate y algunos enemigos, de hecho, intentarán destrozarlos. Es parte de la estrategia de combate.

Los combates son muy importantes para ganar experiencia, pero un leñador puede progresar trabajando las habilidades propias de su gremio, de manera que cortar leña (o ir a pescar, o cualquier otra tarea asociada a la profesión seleccionada) tiene su recompensa a la hora de conseguir subir de nivel. Hay muchas maneras de progresar y no todo es necesariamente salir a la batalla. De hecho, salir a batallar es solo una de las opciones de progreso en el juego. Podemos decir que las luchas son muy sencillas y directas en el sentido de que resulta muy accesible desde el primer momento. Hay progresión en la dificultad de los enemigos, pero desde luego no se pretende ofrecer un sistema enrevesado de lucha o complejo, puesto que se ha optado claramente por potenciar la acción directa y, dentro de esta, nosotros podremos escoger si nos gusta más luchar cuerpo a cuerpo o mantener cierta distancia con los rivales.

Es aquí donde el concepto de simulador de vida se aprecia especialmente: el jugador tiene una libertad prácticamente total para hacer lo que quiera. Esto implica que el usuario puede dedicarse a decorar su casa, por ejemplo. Esta libertad absoluta hace que pueda jugarse como un Animal Crossing, sin más. Es una opción que está ahí para quien quiera tomarla y que nos da una idea, en realidad, de la escala del juego.

En esta primera toma de contacto hemos rozado ya las 30 horas de partida y, si lo miramos objetivamente, no hemos hecho prácticamente nada que implique avanzar en la historia. Una buena parte del tiempo se ha ido en probar varias de las profesiones disponibles, ya que cada una tiene una extensa misión inicial que hace las veces de tutorial de sus cualidades y posibilidades. Pero no solo eso: hablar con los aldeanos mejora las relaciones con los mismos, hay montones de minijuegos que también tienen sus propias recompensas… Sin olvidarnos de que, cuando queramos, tenemos una historia por desarrollar para vivir una aventura épica con compañeros de viaje (controlados por la máquina o mediante multijugador local) y explorar el mundo del juego. Toda la parte de la aventura la comentaremos cuando llegue el momento de analizar el juego en profundidad, cuando su lanzamiento esté más cerca, pero lo que sí podemos adelantar es que no faltan los retos.

En Fantasy Life es importante conseguir materiales para crear nuestros objetos, lo que se convierte en uno de los minijuegos a los que antes hacíamos referencia. Hay que pulsar botones en la secuencia indicada y, según lo hagamos, nuestro objeto resultante tendrá diferentes calidades. Del mismo modo, estos ítems podrán usarse o venderse, de manera que en algunos casos podremos conseguir objetos valiosos con los que comerciar y aumentar nuestras ganancias. El equipamiento que empleemos (armaduras, armas, etc.) se refleja en tiempo real en el personaje, por lo que algunos usuarios quizá tengan en consideración también la estética del objeto conseguido.

Esta personalización se aplica también a nuestro hogar. Podremos conseguir casas más grandes y decorarlas con mobiliario personalizado e incluso adquirir una mascota, como un perro o un gato. No resulta extraño, por tanto, que el jugador pueda pasar cantidades ingentes de horas dedicado a estas tareas que no reportan, en sí mismas, un beneficio directo, entendido este como progresar en el juego. No se trata, en definitiva, de ser un gran héroe (aunque podemos serlo), ni de ser un ciudadano modelo (aunque podemos serlo), sino de ofrecer una vida de fantasía que puede llevarnos por ese camino. Los más clásicos decidirán explorar la aventura sin más y no parece que vayan a sentirse defraudados; otros apostarán por centrarse en vivir en este mundo una vida sencilla pero gratificante; otros intentarán verlo todo y descubrirán un mundo que parece ser sorprendentemente grande.

Quizá esa sea la clave final del juego: su libertad. Tendremos que jugar todavía más para saber si la sensación de libertad se mantiene o si se llega a un punto muerto. Y eso influirá no solo en la sensación de inmersión, sino también en qué puede ofrecer al usuario. En algunos casos es posible que una libertad tan grande haga que algunos usuarios pierdan el interés al no sentirse guiados o tentados por la aventura; otros, en cambio, pueden disfrutar mucho del singular ritmo que se puede tener a la hora de abrir el mundo del juego y que promete, de hecho, que pese a lo largo de la aventura cada partida sea una experiencia diferente.