Análisis de Road 96: Mile 0, una precuela poco sólida ideal para fans (PS5, PC, PS4, Xbox One, Xbox Series X/S, Switch)
Road 96: Mile 0 es el nuevo proyecto de Digixart, un estudio en el que destaca la figura de Yoan Fanise no sólo como cofundador, sino también como director creativo. Esta entrega sirve como precuela de Road 96, un magnífico roguelike narrativo del que os hablamos bastante bien en nuestro análisis en Vandal. Aquí se dejan de lado muchas de las ideas del primer juego para apostar por un acercamiento más acotado centrado en narrar el origen de Zoe, uno de los personajes más recordados de aquella entrega.
Para darle un nuevo aire, Road 96: Mile 0 también introduce al personaje de Kaito, protagonista de uno de los primeros juegos de Digixart: Lost in Harmony. Aquel era un runner musical en el que recorríamos escenarios lineales al ritmo de canciones de compositores famosos. La presencia de este personaje implica que esa jugabilidad también está presente en este nuevo juego con la intención de reaprovechar esas secciones como momentos narrativos que aporten a la trama al mismo tiempo que se dejan llevar por la fantasía. Tras haber probado este híbrido entre aventura narrativa y juego musical, os contamos qué nos ha parecido.
Zoe y Kaito, historia de una amistad marcada por la política
Al contrario que en Road 96, donde nos poníamos en la piel de adolescentes aleatorizados en un turbulento viaje por carretera para escapar de Petria (un país ficticio, pero muy parecido a una Estados Unidos totalitarista), esta precuela se centra exclusivamente en dos personajes: Zoe y Kaito, una pareja protagonista que viene de entornos muy diferentes (Zoe es hija de un importante ministro, Kaito es el hijo único de una familia migrante que acaba de llegar al país).
Los choques entre estas realidades marcan el punto de partida del discurso político del juego, que busca hacernos reflexionar sobre la dictadura y sus consecuencias en todos los aspectos de la vida.
Durante el juego iremos controlando a ambos personajes, aunque podríamos decir que Zoe es la que lleva la voz cantante de esta historia: es con quien comenzaremos a jugar y con quien tendremos que tomar las decisiones más importantes, opciones que cambiarán no sólo el devenir de la trama sino también la postura de la propia protagonista con respecto a la política de Petria. Es decir, en base a lo que escojamos podemos tener una Zoe más o menos rebelde, alineada o no con la perspectiva de Kaito, que también tiene su indicador ideológico pero se posiciona en el extremo más contrario al régimen del que forma parte el padre de su amiga.
Explorando Petria y conociendo a sus peculiares personajes
Aunque esta premisa narrativa es interesante, el mundo de Road 96: Mile 0 sigue siendo tan blanco y cómico como en el juego anterior, consiguiendo que cualquier tipo de mensaje político quede sepultado por personajes y situaciones exageradas que más que una sátira reflexiva del totalitarismo parece un vodevil. Como los protagonistas están encuadrados en su historia de origen, también pierden fuerza con respecto a lo que vimos en el juego anterior: cuando toca manejarlos, su identidad pasa a ser la que nosotros decidamos en los diálogos (donde se quedan mudos) y eso no siempre funciona, originándose un choque entre lo que pasa durante las secciones jugable y lo que vemos en las cinemáticas.
Pese a ello, podemos decir que lo mejor de esta precuela de Road 96 está precisamente en la trama, en cómo nos permite ahondar un poco mejor en la Petria que vislumbramos en el primer juego: conocemos a personajes de los que se hablaba en el anterior, visitamos lugares más cotidianos y aprendemos acerca de los hechos que dan pie a esa huida masiva de adolescentes que protagonizamos en el roguelike. Sigue teniendo una escritura muy simplona, pero al menos es una buena ventana para todos aquellos fans del primero que quieran seguir conociendo más de este universo.
Secciones musicales vistosas, pero poco estimulantes
El otro gran grueso jugable de este título está en las secciones musicales que Kaito trae desde Lost in Harmony, aquí reflejadas con mucho más dinamismo que en el juego original. Esto significa que ya no sólo vamos a recorrer escenarios lineales, sino que los niveles se desarrollan en lugares completamente disparatados en los que los raíles nos llevan por lugares de fantasía. Road 96: Mile 0 se deja llevar por la fiesta en unas secciones plagadas de obstáculos, puntos y situaciones contextuales, aunque a los mandos es mucho menos estimulante de lo que pueda parecer sobre el papel y en pocas ocasiones supone un verdadero desafío más que estar pendiente para ir esquivando, saltando y agachándonos de vez en cuando.
Si las secciones musicales (que se plantean como una de las grandes características del juego) no son emocionantes, mucho menos lo consiguen ser los minijuegos salpicados a lo largo de toda la aventura. Esto es algo que ya sucedía en el primer Road 96, pero allí casi que agradecíamos la introducción de mecánicas secundarias de vez en cuando porque aderezaban la experiencia general. En esta ocasión tienen un mayor peso, por eso al estar igual de poco conseguidas que en el anterior se nota más su presencia y se acaba empobreciendo la experiencia final.
Una dirección artística consistente y vistosa
Otro aspecto que tampoco ha cambiado demasiado de un juego a otro es el relativo a su dirección artística, que mantiene las mismas directrices que vimos en Road 96. Su estética visual sigue siendo igual de curiosa que en la primera entrega y suscita las mismas dudas tanto por ese aspecto tan peculiar que presentan sus personajes como por lo rígido de sus animaciones, aunque sigue ofreciendo momentos bien llevados y dirigidos, así como escenarios diseñados con bastante soltura, por lo que en general podemos verle cierta intención a ese feísmo cartoon que utiliza.
Sí están mejor llevadas las secuencias de ritmo, que pese a que no son estimulantes en lo jugable sí que lo son en lo audiovisual. La fantasía que pone en pantalla Road 96: Mile 0 cuando toca controlar a Zoe o Kaito en estos niveles es magnífica, con buenas ideas que a veces coquetean con una buena fusión entre estética y jugabilidad (aunque nunca termina de llevarse a cabo). También se nota que hay un profundo trabajo en la banda sonora, que recoge a la perfección esa tonalidad de rock adolescente que caracteriza a la experiencia en general.
Conclusiones
Es muy difícil no pensar en Road 96 al hablar de esta precuela: todo lo que hacía bien el original se diluye en este Road 96: Mile 0 por su afán en centrarse en una historia mucho más cerrada y enfocada en unos personajes encasillados en un papeles con poca holgura, demasiado exagerados incluso para un universo tan paródico como este. Jugablemente pierde al dejar de lado esas mecánicas de supervivencia roguelike que le daban un plus como aventura narrativa improvisada al primer juego, lo cual también afecta a que la exploración de su universo sea menos estimulante. Lo que sí mantiene, los minijuegos, siguen siendo tan simples como en la primera entrega, aunque aquí parecen tener más peso y eso medra en el conjunto. Ni siquiera la gran novedad, esas secciones de plataformeo musical sobre raíles, consiguen tener la suficiente fuerza como para realzar un conjunto que en última instancia se presenta como una entrega que disfrutarán quienes quieran ahondar en el universo creado por Digixart.
Hemos realizado este análisis en PS5 con un código proporcionado por Plaion.