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Fecha de lanzamiento:
PS5, PC, XSX, PS4, XBOne, Switch:
También en: PC XSX PS5 PS4 XBOne Switch
FICHA TÉCNICA
Desarrollo: Okomotive
Producción: Frontier Foundry
Distribución: PlayStation Store
Precio: 19,99 €
Jugadores: 1
Formato: Descarga
Textos: Español
Voces: -
Online: -
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Análisis de FAR: Changing Tides, navegando en solitario (PS5, PC, Xbox Series X/S, PS4, Xbox One, Switch)

La secuela de FAR: Lone Sails busca expandir la fórmula original, aunque no termina de conseguirlo. Aun así, ofrece una aventura emocionante, cargada de momentos de intriga y visualmente preciosa.
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Actualizado: 11:52 21/2/2022
Análisis de versiones PS5, PC, Xbox Series X/S, PS4, Xbox One, Switch.

FAR: Lone Sails es una de esas joyas independientes que no suelen aparecer en las listas de los mejores juegos del año en el que se publicó, pero que cualquier persona que lo haya jugado recomendará sin dudar ni un segundo. La frescura de su propuesta, una aventura de puzles en scroll lateral en la que tenemos que mantener funcionando un colosal vehículo para avanzar por un desierto posapocalíptico, y lo comedido de su ejecución son una de las principales virtudes de la ópera prima del estudio suizo Okomotive, que para su segundo proyecto ha tratado de recuperar la esencia de aquella fórmula expandiéndola en varias direcciones.

Así ha nacido FAR: Changing Tides, una secuela en el sentido más estricto de la palabra: partiendo de las bases del primer juego, este segundo busca ser más grande, más completo y más variado. ¿Le sienta bien eso a un formato que destacaba por ser una experiencia contenida, de la que ya en nuestro análisis destacábamos su "duración justa"? En algunos sentidos, este nuevo título se trastabilla en la búsqueda de una escala mayor, pero en otros se dejan ver pasos hacia delante en una fórmula que parecía explotada al máximo en la primera entrega.

Del desierto baldío a las turbulentas aguas posapocalípticas

La diferencia más visible entre FAR: Changing Tides y el primer juego es que aquí no controlamos un gran vehículo terrestre, sino una especie de barco construido con chatarra. Este cambio de vehículo supone también un cambio de ambientación: ya no recorremos páramos desérticos, sino zonas inundadas en las que antes hubo vida. Todo, evidentemente, enmarcado dentro del mismo universo posapocalíptico del primer juego.

Es un cambio de ambientación que recuerda al que hemos visto en sagas como BioShock: no sólo varían los escenarios en los que nos movemos, sino también la forma en la que interactuamos con ellos. Que ahora nos toque navegar en lugar de conducir abre un abanico de posibilidades que demuestra la apuesta del estudio por expandir la fórmula original: mientras que antes sólo podíamos andar hacia arriba y a los lados, ahora los niveles se amplían hacia abajo, porque podemos bucear, y hacia el fondo, ya que tenemos que cuidar que la vela del barco no choque contra obstáculos y acabe dañada.

El inicio del juego es una declaración de intenciones: comenzamos buceando entre edificios derrumbados en las ruinas de una ciudad inundada.

Navegar, reparar, despejar y seguir

Estructuralmente, sin embargo, sigue siendo el mismo juego: avanzamos de izquierda a derecha todo lo que nos lo permite el escenario, porque de vez en cuando nos toparemos con algún obstáculo que nos impida avanzar y tendremos que parar la máquina, bajarnos y despejar el camino para seguir adelante. Aquí se aprovecha para introducir puzles integrados en el entorno que, desde una mirada global, parecen menos orgánicos que los del primer juego. Los puzles ahora son más puzles, mientras que en FAR: Lone Sails verdaderamente parecían situaciones emergentes que teníamos que solucionar.

También se ha mantenido la reparación del navío como un aspecto fundamental de la experiencia; al igual que en el primer juego, si dejamos que el motor se sobrecaliente o si la vela choca contra un acantilado, por ejemplo, el gran vehículo dejará de funcionar y tocará pararse a repararlo. Aunque esté presente, esta dinámica se ha rebajado bastante con respecto al juego original, por lo que vamos a encontrarnos con muy pocas situaciones de tensión en la que verdaderamente sea un fastidio que se nos estropee el barco.

A lo largo del viaje nos encontraremos con varios obstáculos que nos impedirán avanzar, algunos más fáciles de sortear que otros.

¿Quién maneja mi barca?

En ese sentido, parece que Okomotive ha buscado potenciar la respuesta en tiempo real en este nuevo título frente a las dinámicas de gestión casi estratégicas del primer juego. En aquel había que mantener encendido el vehículo aporreando botones, soltando vapor y reparando mecanismos; en este, sin embargo, podemos desentendernos algo más de esos aspectos y acabamos teniendo más control del navío en sí, pudiendo ejecutar movimientos instantáneos del propio barco y dedicando parte de nuestra atención a que la vela se encuentre en la posición correcta, la cual varía según la procedencia del viento.

Al tener más control directo del vehículo se reduce, en cierta medida, la aparatosidad de la experiencia original, que era mucho más pesada y tosca, encajando a la perfección con la aventura posapocalíptica que se nos ofrecía protagonizar. Ahora es todo mucho más liviano, el navío tiene menos peso, tanto físico como en la narrativa, y el personaje protagonista ha ganado más independencia en la obra con una mayor libertad de movimiento que, todo sea dicho, le sienta fenomenal al juego gracias a un manejo fluido y gratificante.

El navío irá creciendo con nuevas habilidades, siendo una de las más destacables la posibilidad de convertirlo en un submarino.

Melancolía posapocalíptica en entornos preciosistas

Casi parece que FAR: Changing Tides quiera buscar un tono más melancólico que su predecesor, apostando por secciones de travesía mucho más relajadas en las que simplemente podemos seguir navegando sin preocupaciones mientras admiramos su magnífico apartado artístico, que ha ganado en detalle y profundidad con respecto al primero, y su maravillosa banda sonora. Lo que ocurre es que esos momentos tienen una presencia demasiado fuerte en el conjunto, regocijándose en esa faceta contemplativa que, honestamente, no es tan emocionante como el juego parece creer.

Mientras que en ciertos puntos es más minimalista, en otros se muestra mucho más exuberante que FAR: Lone Sails. Uno de ellos es el mencionado apartado artístico, que ha adquirido aquí un estilo de dibujo al óleo que le sienta fenomenal, pero en la propia jugabilidad también encontramos nuevas herramientas y mecánicas que nos van a desafiar, como en la primera entrega, a desentrañar su utilidad sin tutoriales y con pocas pistas. No es un título que destaque por su dificultad, sino que sabe cómo hacer interesante los momentos de descubrimiento de un nuevo sistema o utensilio.

Aunque a nivel gráfico no sea una maravilla, sobre todo en las distancias cortas, su dirección artística es preciosa y deja estampas tan evocadoras como esta.

Diseño irregular

En cambio, el aprovechamiento que hace de sus novedades jugables es algo pobre porque acaba repitiendo demasiado situaciones similares, pecando justo en lo que la anterior entrega hacía bien: buscar una experiencia contenida, con momentos impactantes que se repitiesen lo menos posible, dejando que el ciclo de juego (avanzar, reparar, abrir paso y seguir) tuviera un papel muy sutil en la experiencia completa. Al buscar una duración mayor, FAR: Changing Tides no tiene más remedio que insistir en diseños de niveles muy similares entre sí, dando como resultado una curva de progresión algo más pobre y menos sorprendente que en el primer juego.

Lo que sí mantiene bien en su diseño es el juego de escalas del que también hacía gala la primera entrega, aunque en este se ha expandido agradablemente. Los escenarios son mucho más grandes que en el primero, y eso no sólo impresiona a la vista sino que también afecta a la resolución de puzles que nos encontramos en el camino. De repente nos vemos abandonando nuestro barquito para escalar una estructura colosal, activar un mecanismo gigante y abrir unas compuertas que nos impedían el paso. Todo un proceso enrevesado para, simplemente, poder pasar de un sitio a otro; una sensación de irrelevancia con respecto al mundo que nos rodea que está muy bien interpretada en el diseño de niveles.

Hay cierto intento de transmitir contexto narrativo sin palabras, una especie de hilo argumental de su universo con el que se asienta el 'lore' y augura nuevas entregas para la saga.

Conclusiones

Si en este texto hemos comparado tanto FAR: Changing Tides con el primer juego es porque creemos que este nuevo título se ha desarrollado, inexplicablemente, a la sombra de una fórmula que ya quedó manifiestamente bien explotada en su obra original. No significa que no hubiera hueco para la mejora, siempre lo hay, pero en la búsqueda de la secuela perfecta se han perdido ciertas virtudes que hacían del primer juego una experiencia única. Si tuviéramos que recomendar uno de los dos a alguien que no ha jugado a ninguno, seguramente nos decantaríamos por el primero. Quienes ya jugaron a FAR: Lone Sails agradecerán esta continuación, sobre todo teniendo en cuenta la poca rejugabilidad de aquella entrega (lo mismo ocurre en esta). De cualquier modo, quienes se adentren en esta segunda parte descubrirán una aventura interesante, audiovisualmente preciosa, rica en situaciones intrigantes y con unas dinámicas que pocos juegos saben cómo llevar tan bien; una ampliación de la primera entrega con un más que no siempre es mejor.

Hemos realizado este análisis en PS5 con un código proporcionado por PR Garage.

Redactor

NOTA

7.8

Puntos positivos

Aventura interesante que mantiene la esencia de la brillante idea original.
Sublime dirección artística inspirada en pinturas al óleo.
Buena banda sonora que refuerza los momentos de intriga y emoción.

Puntos negativos

No sabe sorprender tanto como el primer juego.
Se deja llevar demasiado por la melancolía contemplativa.
Su diseño de niveles y puzles termina siendo algo repetitivo.

En resumen

Una continuación que expande, no siempre acertadamente, las buenas ideas del primer juego.