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Género/s: Acción / Casual
Fecha de lanzamiento:
PS4:
PC:
FICHA TÉCNICA
Desarrollo: Funomena
Producción: Annapurna Interactive
Distribución: PlayStation Network
Precio: 19,99 €
Jugadores: 1-2
Formato: Descarga
Textos: Español
Voces: -
Online: -
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Análisis Wattam, lo nuevo del creador de Katamari Damacy (PS4, PC)

El creador de Katamari Damacy vuelve a ofrecernos un juego delirante que encantará a los más jóvenes, aunque no es la genialidad de su juego más conocido.
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Actualizado: 21:31 17/8/2020
Análisis de versiones PS4 y PC.

Quizás Keita Takahashi se pueda considerar uno de esos creadores one hit wonder, que desarrollan una genialidad como Katamari Damacy y no logran superar ese primer juego, pero creemos que el propio Takahashi tampoco pretende igualar la fama del título –y su secuela- que realizó para Bandai Namco. Su intención con los juegos es presentar conceptos divertidos, un poco estúpidos y muy arriesgados. A veces sale muy bien, y otras queda en un experimento o mundo virtual en el que jugar con físicas y el humor. En este sentido, su último juego Wattam está más cerca de la interacción loca, y el surrealismo naif de Noby Noby Boy que de Katamari –que podemos considerar un juego con una definición más clásica-; es original y hay que jugarlo con la mente abierta, se necesita una predisposición para disfrutar de este tipo de propuestas.

La breve historia nos habla de cómo el mundo sufrió algún tipo de incidente que acabó con todo. Sólo queda el Alcalde, un cubo con rostro que está solo en un pedazo de tierra, una especie de isla flotante.

Es un mundo aburrido y triste, pero pronto empezarán a aparecer nuevos amigos: una pequeña piedra, una piedra más grande, una bellota, flores, una nariz, una boca, excrementos, un váter… Sí, todo degenera muy rápido, y ese es uno de sus puntos fuertes.

También serás una caca

Cada personaje que aparece en este mundo es controlable –por nosotros u otro jugador-, y la idea es ir siguiendo las misiones que dan lugar a más compañeros –más de un centenar-. Mediante bocadillos tipo cómic sabremos más o menos qué nos piden para satisfacer sus necesidades, por ejemplo la boca necesitará comer una cantidad de comida, otros formar una torre de personajes de cierta altura, formar un corro alrededor de una plantación o saltar por los aires con un regalo bomba que se esconde debajo del sombrero de bombín del Alcalde –y que puede colocarse casi cualquier otra criatura-. Muchos de ellos tienen alguna característica especial para interactuar con el resto de habitantes, por ejemplo el árbol traga personajes y los convierte en fruta, así que eso forma parte del puzle –muy ligeros, eso sí- para resolver algunos encargos.

Lo cierto es que esta es la descripción más fría de su jugabilidad. Wattam es, en realidad y ante todo, un parque virtual para jugar con las físicas, escalar sobre los amigos, dar la mano y sencillamente, hacer el tonto mientras el resto de personajes sigue a lo suyo. Y cuanto más se juega, más adictivo es. Decimos esto porque durante los primeros minutos siempre hay esa sensación "¿esto es todo?" y en parte es verdad que la falta de un objetivo claro desconcierta un poco. Tampoco hay combate ni mecánicas complejas, no se puede analizar con el ojo crítico habitual. Acostumbrados a que todos los juegos nos marquen el camino, lo que hay que hacer –y cómo-, Wattam rompe estas reglas y nos recuerda lo fácil que es divertirse con cuatro muñecos y una pelota –aunque todo sea detrás de la pantalla-; no es el primer juego del estilo ni será el último, pero Takahashi no ha perdido esta visión tan infantil de sus pasados juegos y nos hace participar de su extravagante mundo.

Es un juego que encantará a los más pequeños de la casa. Hay humor, nada de violencia y es suficientemente abierto como para que cada niño juegue a su ritmo.

De ahí que en compañía tenga más gracia, y que esté orientado a un público juvenil. Creemos que es un juego ideal para que los padres pasen un buen rato con niños de unos 10 años que no tengan mucha experiencia en los videojuegos. Aquí es donde Wattam tiene todo el sentido: su humor blanco, la reducción de textos al mínimo y la diversión por explotar bombas de confeti en cualquier momento es algo refrescante en el panorama de los videojuegos, sin olvidar que hay una pequeña historia que nos guía en esta aventura –no muy larga, en 5 horas puedes ver todo lo principal, aunque podemos volver para conseguir más personajes-. ¿Es lo que busca el jugón, o incluso el fan que busca un sucesor espiritual de Katamari Damacy? Pues probablemente no.

Los personajes nos irán dando objetivos para progresar, es decir, sumar nuevos amigos en este mundo. Algunos tienen características especiales propias de su naturaleza.

Pese a su simpleza, hay algunos problemas que necesitaban algún pulido. El control de la cámara –con L1 y R1 en el pad, en lugar de la palanca derecha- no es tan intuitivo como nos gustaría, y a veces es complicado buscar a un personaje concreto en todo el escenario, pero son fallos menores en un juego que huye de las prisas. Juegas a tu ritmo, sin presión, y seguro que muchos niños dedicarán horas sólo a ver la interacción entre personajes; a veces ni siquiera es necesario un propósito.

Visualmente encantador, aunque con rendimiento mejorable

La estética de Wattam es similar a Noby Noby Boy o el clásico Katamari Damacy, colores planos y personajes encantadores, con unas caras muy expresivas para estar modelados con cuatro polígonos mal contados. Inicialmente el mundo parece un poco desangelado porque realmente está vacío, pero en cuanto empiece a poblarse de amigos, con voces y risas de niños, y objetos antropomórficos dignos de un programa de televisión infantil, todo será mucho más atractivo. Quizás la música nos haya decepcionado un poco viniendo del padre de Katamari –con una de las bandas sonoras más sobresalientes de la era 128 bits-, pero tampoco está mal.

Ahora, en consola hay un aspecto mejorable y es que el rendimiento no da la talla para un juego tan raquítico en lo técnico. Sí, hay muchas criaturas con físicas e inteligencia artificial, pero cuesta creer que el juego no de una sensación de moverse con holgura en PS4 Pro, incluso con pequeños parones, cuando hemos visto de lo que es capaz la consola con Death Stranding, Ghost of Tsushima o God of War. Esperamos que se pula un poco con actualizaciones, porque si bien para nada son problemas graves que impidan jugar, empañan el conjunto y no tienen mucha justificación.

Conclusiones

Como decíamos al principio, seguramente Katamari Damacy quedará para siempre como la gran obra de Keita Takahashi. Wattam, por otra parte, es un juego que su creador se puede permitir, liberado de la necesidad de superarse a sí mismo o demostrar algo. El desarrollo independiente acepta estas producciones y este es un juego desenfadado que encantará a los más pequeños de la casa, o adultos sin complejos y con un espíritu joven que simplemente busquen pasar un rato con una sonrisa en la cara. No es ninguna obra maestra y en realidad el grado de diversión dependerá mucho de las condiciones de juego: no es lo mismo disfrutarlo en compañía y por el mero placer de jugar que ponerse frente al televisor en solitario, esperando un gran desafío de habilidad o inteligencia. Hay espacio en el mercado para todo.

Hemos realizado este análisis en PS4 Pro con un código que nos ha proporcionado Fortyseven.

NOTA

7

Puntos positivos

Encantará a los más jóvenes.
La estética y el humor.
Original, aunque dirigido a un público muy concreto.

Puntos negativos

El rendimiento en consola es mejorable.
Nulo desafío para los más jugones.
En solitario pierde gran parte de su gracia.

En resumen

Un mundo virtual que encantará a los niños, con toneladas de humor y diversión en compañía, pero que puede saber a poco para quien busque un videojuego más clásico.