Análisis Project Warlock, un adictivo shooter de la vieja escuela (PS4, Xbox One, Switch)
Es impresionante el talento que poseen algunos creadores de obras independientes. Ese es el caso de Jakub Cislo, el principal responsable de esta maravilla de shooter subjetivo old-school que apenas ha recibido ayuda para desarrollar esta producción. Se trata de Project Warlock, un título que había generado cierta expectación entre un grupo muy selecto de jugadores ya veteranos debido a su planteamiento global. Y es que esta producción tenía como principal reclamo el hecho de estar basado en los grandes clásicos del género de los 80, unas pretensiones que afortunadamente se han traducido en un título muy interesante y que no ha decepcionado.
Aquellos que disfrutaran décadas atrás con juegos como Doom, Hexen, Duke Nukem 3D y demás títulos de ese mismo talante van a quedar absolutamente prendados de esta obra. Project Warlock es un sentido homenaje a todo este elenco de clásicas producciones que tanto nos hicieron disfrutar principalmente en PC, si bien la mayoría de ellas también acabaron llegando más tarde a otros formatos de la época.
Por eso mismo nos encontramos ante un shooter en primera persona realmente trepidante, dotado de un muy curioso aspecto estético retro y unos niveles de acción tan elevados que no suelen darse habitualmente en otros shoot’em up subjetivos más modernos.
¿Y quién es el protagonista de esta odisea en primera persona? Pues un joven hechicero que tiene la misión de acabar con hordas de monstruos que se han adueñado de diferentes entornos. Una historia nada trabajada y que pasa a un evidente segundo plano para, literalmente, no molestarnos durante las partidas ni romper el ritmo tan frenético al que transcurre la acción. Una decisión que sinceramente nos parece tan entendible como acertada en un título de estas características, el cual presenta un buen número de cualidades que compensan sobradamente la descuidada narrativa que acapara esta aventura.
Disparos retro y excitantes
La disposición jugable que muestra este título es muy simple y directa, y en apenas unos instantes después de cargar el juego ya estamos dando cera a los monstruos que pululan por los escenarios. Nuestro cometido es tan sencillo como ir destrozando a cuantos indeseables se cruzan en nuestro camino mientras tratamos de llegar a la salida del nivel. Unos escenarios que poseen un diseño que a nosotros nos ha parecido fantástico y que están repletos de secretos, trampas, zonas en principio bloqueadas que se habilitan al pulsar un interruptor o encontrar una llave… Es una delicia explorar los escenarios, porque además estos fondos están repletos de reponedores de salud, maná y, por supuesto, dinero.
¿Y qué podemos hacer con la pasta que vamos almacenando en cada escenario? Pues pasarnos por una especie de cuartel general e invertirlo sabiamente en tres áreas muy bien definidas: los atributos del personaje (salud, espíritu, fuerza, etc.), la posibilidad de aprender nuevos hechizos (congelar a los rivales, protegernos con un escudo mágico…) o potenciar todas nuestras armas (capacidad, daño y demás). Una pincelada rolera que le sienta de maravilla al desarrollo del título para ofrecer algo de variedad a nuestra tarea fundamental: disparar, esquivar y volver a disparar. La fluidez a la que transcurre la acción es fantástica, el ritmo es absolutamente trepidante y además es un juego que incluso en sus niveles más bajos de dificultad resulta bastante exigente… puede que incluso demasiado durante los primeros compases de la aventura, donde moriremos más de una vez ante enemigos no demasiado poderosos, algo que puede terminar siendo un tanto frustrante.
La diversión que arroja esta producción es fantástica. Resulta muy placentero destrozar a los adversarios que previamente hemos dejado inmóviles gracias al conjuro de turno para rematarlos y verles saltar por los aires con nuestra recortada: es una sensación verdaderamente satisfactoria. Unos rivales que son muy variados y que son muy distintos de unas zonas a otras, pudiendo visitar desde el antiguo Egipto a las mazmorras y exteriores de un castillo medieval o las frías localizaciones de la Antártida. Una diversidad que nos parece muy acertada dado que refresca bastante la, por otra parte, casi invariable jugabilidad que ostenta Project Warlock.
Este desarrollo tan brutal, exigente y tremendamente salvaje y adictivo ha sido secundado por una vertiente estética que a nosotros nos ha encantado… pero entendemos que no termine de hacer gracia a ciertos jugadores. La razón es que el título ostenta un look retro muy exagerado, hasta el punto de que las texturas que cubren los escenarios son planas y las pixelaciones campan a sus anchas, los adversarios a los que tenemos que eliminar son sprites en 2D y todos los objetos que podemos ir recopilando son igualmente bidimensionales. Insistimos en que para nosotros tiene mucho encanto, pero también es verdad que si no te gusta nada este estilo, puede echarte para atrás. Sin embargo el sonido convencerá a todos por igual, dado que la banda sonora es excelente y más variada de lo habitual en este género y los efectos de sonido suenan con la rotundidad que un título de estas características necesita.
Disparos subjetivos clásicos y brutales
A poco que te gusten los shooters en primera persona de estilo clásico resulta casi imposible no sentirse atraído por esta nueva producción que nos regala Buckshot Software. Se trata de una odisea subjetiva muy interesante y despiadada que no nos deja tranquilos ni un solo instante y a la que resulta muy complicado no dedicarla toda nuestra atención una vez te sumerges dentro de ella. Una producción indie que posee un control perfecto, una cantidad de niveles, monstruos y armas increíble y una estética que si bien no gustará a todo el mundo por su aspecto retro, a nosotros sí que nos ha convencido. Un muy buen exponente del género.
Hemos realizado este análisis en su versión de PS4 con un código que nos ha proporcionado Crunching Koalas.