Análisis Turbo Kid: Puro carisma en un metroidvania ochentero en el que recorres el posapocalípsis en bici. (PC)
Lo normal es que adaptar una película a un videojuego se haga para aprovechar el tirón de una marca conocida. En el caso de Turbo Kid este precepto no está tan claro. La cinta de 2015, concebida por Anouk Whissell, François Simard y Yoann-Karl Whissell, fue homenaje a la serie B de los 80 que adquirió el estatus de "culto" en poco tiempo y aprovechó para financiar este proyecto en Kickstarter. Pero casi 10 años después ¿alguien se acuerda de ella?
Visto el resultado de este metroidvania, a medio camino entre Mega Man X, Super Metroid y Out of This World, parece que no va a hacer falta. De hecho, es posible que ocurra lo contrario: muchos amantes del género se acercarán a la película después de disfrutar de un título que, aún partiendo de la nostalgia, exuda personalidad por los cuatro costados.
Cabalgando el post-apocalipsis
Turbo Kid toma la decisión acertada de comenzar con las mismas líneas con las que termina la película. Seguimos controlando a The Kid, un chaval obsesionado con los cómics que se ha criado por sí sólo en un 1997 destruido por los conflictos globales, en el que escasean los recursos y abundan los personajes desquiciados. En la historia original, The Kid descubre el Turbo Guante de su héroe predilecto y se enfrenta a Zeus, un tarado que se ha hecho con el control de la zona. Por el camino conoce a Apple, una chica con la comparte aventuras y cuya relación con The Kid se desvela como el corazón de la trama.
En este videojuego, al hacer las veces de secuela, se hacen algunos guiños al pasado del protagonista, pero no es necesario ningún conocimiento previo. Porque aquí el foco está en el páramo posapocalíptico que recorremos en una aventura de mundo abierto que mezcla gore, humor y una estética que es puro pixel art y que conquista a través de su amor por el detalle y unos personajes secundarios muy bien definidos.
La música también viene de la mano del grupo Le Matos, que pusieron banda sonora a la película y aquí de hecho superan el resultado con una banda sonora synthwave muy dinámica, cañera cuando debe serlo y tirando al "ambient" cuando debe dar un paso atrás. Puro 80s.
En su conjunto, esta historia logra algo que no logra la película, aprovechando el medio en el que trabaja para crear un mundo muy rico en mitología. Partiendo de clichés y de historias a las que referencia, pero sabiéndose diferenciar lo suficiente de ellas. Es exactamente lo mismo que ocurre con sus mecánicas, que añaden elementos únicos para darle una vuelta de tuerca al género que homenajean.
Excitebikemetroidvania
Ante tanto clon de Hollow Knight y otros metroidvanias, se echaban de menos propuestas que cogieran elementos de la saga de Samus Aran o de Mega Man, como es el caso. Aquí, nuestro Turbo Guante o Turbo Blaster será nuestro fiel compañero a la hora de recorrer un mundo no-lineal, con 4 zonas diferentes que podremos completar en cualquier orden, distintas mejoras permanentes que iremos adquiriendo y un sistema de chips que, como los charms de Hollow Knight, nos podemos ir equipando según la situación lo requiera. Tenemos también un machete como arma de corto alcance, y afortunadamente el juego incentiva ir cambiando de uno a otro según la situación lo requiere. Nuestra arma tiene un tipo de disparo más potente que debemos cargar (algo que también sirve de linterna en zonas oscuras) y conforme derrotamos a los jefes de cada zona desbloquearemos variantes de disparo que, a la vez, también nos ayudarán a acceder a áreas del mapa que no podíamos acceder previamente. Ahora, la estrella del show y elemento que le da brillo a todos los demás es la bicicleta que controlaremos desde los primeros compases de la aventura.
Esta bicicleta sirve únicamente para desplazarnos, pero el diseño de niveles integra tan bien el pasar de ir a pie a ir sobre ruedas que estaremos constantemente haciéndolo. La gracia está en que podemos invocar a la bici en cualquier momento, sin temor a dejarla perdida por ahí, y esto hace que recurramos a ella tanto para recorrer distancias a velocidad de vértigo como para simplemente entretenernos haciendo trucos (con la cruceta podemos ir haciendo cabriolas en el aire, enlazando combos a diestro y siniestro), e incluso para estamparnos contra enemigos. No se puede disparar ni usar el machete sobre ruedas, así que, al final, son dos formas de interactuar con el entorno que se complementan y no se pisan.
Turbo Kid tiene claro que, ante todo, lo que quiere es que explores todas las áreas del mapa. Enamora por su carisma, pero te quedas por el buen balance entre plataformas, combate y misiones por completar. Cada una de las 4 zonas tiene su jefe, como es lógico, y pone el acento en una mecánica diferente. Por ejemplo, las alcantarillas están repletas de enemigos molestos y saltos difíciles, mientras que el Skatepark alterna secciones en bici con túneles angostos. Es una dinámica que nunca aburre, y que sabe cerrar capítulos con el correspondiente jefe final antes de que se vuelva repetitivo.
Algunas zonas contienen, además de las típicas misiones secundarias, carreras y pruebas de trucos donde aprovecharemos la habilidad adquirida con la bici. Es aquí donde se demuestra la profundidad de una mecánica aparentemente sencilla, y que, de dominarla, le añade una dimensión diferente al juego, a medio camino entre la eficiencia y el puro espectáculo. El resto de encargos que nos hacen siempre son muy sencillos: activa esto, llega aquí, habla con tal personaje... hay una variante que tampoco es muy común en el género, ya que The Kid puede llevar un objeto en la mano en todo momento, aunque a cambio no puede usar el Guante o Blaster. Así, el título aprovecha para proponernos misiones de "repartidor", en las que iremos de un lado a otro del mapa con un objeto en la mano, restringiéndonos a sólo usar el machete y la bici para sobrevivir.
Donde sí resulta algo frustrante es en su forma de trabajar el guardado; durante la aventura veremos sofás que sirven para recuperar la vida perdida, además de para registrar nuestro progreso. Cuando mueres, pierdes todo lo que hayas hecho entre sofá y sofá, muy a la vieja escuela, sí, pero que puede llegar a frustrar y romper nuestra sensación de progreso natural en el juego. Afortunadamente están bastante bien repartidos y sólo hay que reentrenar una costumbre perdida ante la dinámica "soulslike" de morir y perder tus monedas. Aquí no pierdes tu dinero, y menos mal, porque con los "restos" que vas recogiendo puedes comprar corazones, chips para mejorar tu personaje, y la energía para los disparos especiales del Turbo Blaster, que tiene un medidor aparte.
El combate, como decíamos, se demuestra muy satisfactorio, tanto por variedad de enemigos como por situaciones derivadas de los propios niveles en sí. No es un juego extremadamente difícil, pero sí que cuenta con zonas que suponen un reto, sumado a los jefes finales que, además de divertidos y carismáticos, cada uno exige dominio en una faceta diferente de nuestro protagonista.
Por suerte, Turbo Kid también recoge este espíritu de la vieja escuela respecto a su duración. Si quieres encontrar todos sus secretos y llegar al 100%, quizás te lleve entre 10 y 15 horas si tienes experiencia en el género, o quizás un poco más si no es el caso. Además, cada jefe final propone una elección que afecta a la historia, así que, si disfrutas lo suficiente, puedas hasta echarte una segunda vuelta. Eso sí, es dudoso que muchos lo hagan: la segunda mitad del juego quizás se haga menos disfrutable que la primera. Una vez la sensación de novedad se acaba, falta esa "vuelta de tuerca" que haga que una idea muy buena se convierta en brillante. Quizás la estructura abierta haya pasado factura y falte algo que incentive a redescubrir el mundo con nuevos ojos.
Conclusión
Turbo Kid es uno de los mejores metroidvania que han salido últimamente. Sin necesidad de reinventar el género, sí sabe añadir los suficientes ingredientes para resultar fresco, sobre todo gracias a una ambientación y tono que enamoran. El tener la bicicleta como medio de transporte es la guinda del pastel a unas mecánicas que proponen retos muy disfrutables y que nos engancharán hasta que descubramos qué se esconde detrás de una sociedad anclada en la locura y la desesperación.
*Hemos realizado este análisis gracias a un código para PC proporcionado por Overload PR.