Análisis de Thronebreaker: The Witcher Tales (PC)
En el mercado actual no hay casi ningún estudio como CD Projekt, capaz de cuidar hasta el extremo cualquiera de sus producciones, incluso las más modestas. De hecho, les suele poder la ambición y lo que comienza como un pequeño proyecto suele agrandar su escala considerablemente para ofrecernos mucho más por el mismo valor.
Un ejemplo claro de esto lo tuvimos con Blood and Wine, una espectacular expansión para The Witcher 3: Wild Hunt que nos ofreció más de 40 horas de nuevas aventuras en compañía de nuestro brujo favorito, cuando la idea inicial era que durara 20.
Ahora, la historia se repite con Thronebreaker: The Witcher Tales, un título que nació como el modo para un jugador de Gwent: The Witcher Card Game, aunque acabó creciendo tantísimo que finalmente han decidido venderlo por separado como un producto completamente independiente, ofreciéndonos una apasionante aventura de rol como nunca antes se había hecho en la que las cartas y la narrativa son las grandes protagonistas.
La guerra a través de los naipes
Como decimos, uno de los grandes pilares de este lanzamiento reside en su narrativa, con la cual los guionistas de CD Projekt vuelven a demostrar que saben escribir historias y diálogos como nadie, un cóctel que suele aderezarse con personajes interesantísimos y genialmente construidos.
Así pues, esta vez encarnaremos a la reina Meve, soberana de Lyria y Rivia, los Reinos del Norte, quien tendrá que hacer frente a la invasión de Nilfgaard en una cruenta guerra repleta de giros inesperados y momentos inolvidables.
Todo esto se nos cuenta con un estilo muy literario y la impresión que transmite en todo momento es la de estar leyendo un buen libro, con la peculiaridad de que muchas de las decisiones de su protagonista las tendremos que tomar nosotros, algo que afectará de múltiples maneras a la trama principal y a la conclusión del relato.
Por supuesto, ninguna de estas elecciones serán nada fáciles y pondrán a prueba constantemente nuestros valores morales.
Aquí no hay una opción "buena" y otra "mala", por lo que no serán pocas las veces en las que no nos quedará más remedio que optar por el mal menor y actuar según nuestros principios.
De hecho, el peso de nuestras decisiones es mayor que nunca, ya que como regentes, nuestras acciones tendrán un gran impacto sobre nuestro pueblo. Quizá queramos ir de "buenos" y misericordiosos, pero un duro castigo en el momento adecuado podría evitarnos dar una imagen de debilidad frente a nuestros súbditos y enemigos.
Por supuesto, el guion mantiene siempre un tono oscuro y muy maduro, repleto de temas complejos y delicados que resultan sorprendentemente actuales. Esto no es nada nuevo en un juego de The Witcher, pero nunca está de más recordarlos.
En líneas generales, se trata de uno de los juegos mejor escritos que hemos tenido el placer de disfrutar nunca, por lo que si sois apasionados de las buenas historias y del fascinante mundo creado por Andrzej Sapkowski, aquí encontraréis todo lo que os ha enamorado de este universo y más.
Es más, en CD Projekt saben que hay muchos fans de The Witcher pero no de Gwent, por lo que se ha añadido un nivel de dificultad opcional que nos permitirá saltarnos todas las batallas y disfrutar únicamente de su narrativa.
Entrando ya en materia jugable, nos moveremos con total libertad por varios mapas de tamaño considerable, pudiendo recolectar recursos y participar en todo tipo de eventos y actividades secundarias, como búsquedas del tesoro, puzles, combates y resolución de conflictos mediante decisiones.
Hay una gran cantidad de misiones secundarias (más de 70) y todas ellas están igual de cuidadas y bien tratadas que las principales, algo con lo que el estudio nunca decepciona. Para que os hagáis una idea de la magnitud de la aventura, completar la historia es una tarea que nos llevará unas 30 horas, de modo que esta cifra puede subir considerablemente a poco que os propongáis completarlo todo.
Una vez en combate, tendremos un tablero dividido en cuatro calles, dos para cada jugador, en la que una representa la retaguardia y otra la vanguardia. Cada turno podremos colocar un naipe y poner en práctica las diferentes habilidades de nuestras cartas en el caso de que estén disponibles, algo que también se puede aplicar a la técnica especial de nuestro líder.
Como podréis suponer, cada tarjeta tiene sus características propias y valores únicos, algo que tendremos que tener muy en cuenta a la hora de hacer nuestras jugadas y crear mazos que gocen de buenas sinergias.
En las batallas estándar, el objetivo es ganar dos de tres rondas consiguiendo una puntuación mayor que la de nuestro rival al término de cada una, la cual deriva de la suma de los valores numéricos de todos los naipes que hayamos colocado sobre la mesa.
Pero Thronebreaker va mucho más allá de proponernos simplemente partidas clásicas de Gwent, ya que no pararemos de participar en combates con multitud de variantes y condiciones distintas que nos obligarán a rediseñar por completo nuestra estrategia. Tan pronto tendremos que evitar que los carros enemigos huyan que hacer frente a un espía que se mueve por nuestras filas y al que solo podemos dañar rodeándolo con cartas que sumen un valor mayor que el suyo.
Por si esto no fuese lo suficientemente atractivo y llamativo, también nos toparemos con infinidad de "puzles", donde nos pedirán que resolvamos una situación con una serie de naipes predeterminados. Estos retos nos han parecido incluso más interesantes que los combates, ya que cuentan con planteamientos muy originales que nos obligarán a darle un buen uso a nuestra materia gris y a estudiar cada tarjeta con muchísimo detenimiento para encontrar la jugada que necesitamos realizar.
Otro detalle que nos ha gustado mucho es que estas cartas representan a nuestro ejército y a nuestros lugartenientes, por lo que nuestras decisiones podrán provocar que ganemos nuevos naipes e incluso que los perdamos al hacer algo que no sea del gusto de alguno de nuestros seguidores.
Lo que no nos ha convencido tanto es el ritmo de adquisición de estas tarjetas, ya que es extremadamente lento, impidiendo que podamos hacer muchas variaciones de nuestro mazo y forzándonos a jugar con las mismas estrategias una y otra vez. Además, estas tácticas, por lo general, suelen ser extremadamente efectivas desde el principio, lo que acaba afectando negativamente a la sensación de progreso.
En lo referente a su apartado gráfico, si bien nadie espera ningún portento técnico de un juego de estas características, lo cierto es que tenemos que admitir que es un título precioso y con una dirección artística cuidadísima, ofreciéndonos unos fondos variados y repletos de detalles y elementos, ilustraciones de primer nivel y un buen diseño de personajes.
Finalmente, el sonido nos deja una banda sonora de muchísima calidad y que mantiene ese toque folk que tan bien le sientan a las historias ambientadas en este universo. Los efectos siguen la misma línea, pero lo realmente destacable es que todos los diálogos de la aventura están fantásticamente doblados al español, con unas elecciones de voces muy acertadas y unas interpretaciones de primer nivel, algo muy importante para darle credibilidad al relato y meternos de lleno en él.
Conclusiones
Thronebreaker: The Witcher Tales es un juegazo que combina perfectamente rol, cartas y una exquisita narración para ofrecernos otra gran aventura con el sello de calidad de CD Projekt. Quizá el ritmo de la progresión no esté del todo bien medido, pero eso no impide que disfrutemos plenamente y sigamos con gran interés las andanzas de la reina Meve en su lucha por evitar que su reino sea invadido. Si os quedasteis con ganas de saber más sobre este fascinante mundo, no os lo penséis y dadle una oportunidad.
Hemos realizado este análisis gracias a un código de descarga que nos ha facilitado CD Projekt.