Análisis The Eternal Castle, un sorprendente plataformas (PC, Switch, PS4)
Uno de los subgéneros de las plataformas que parecen haber perdido un poco de fuerza con los años es el llamado cinematic platformer o plataformas cinematográfico. Éstos son juegos como el Prince of Persia original, Another World o Flashback, juegos relativamente realistas, con una jugabilidad centrada en el ensayo y error, animaciones muy elaboradas y una narrativa minimalista. Ahora, un nuevo título se suma a la lista.
El castillo eterno
The Eternal Castle es un juego de acción y plataformas en 2D que, como decimos, recupera la esencia de los plataformas cinematográficos clásicos.
Lo hace, además, con una particular apuesta visual, bajo la falsa premisa de ser una remasterización de un título lanzado en 1987, a pesar de ser uno totalmente nuevo.
De hecho, se trata de un juego inspirado por un título que uno de los desarrolladores jugó cuando era pequeño. Era un disquete con la etiqueta arrancada y ligeramente roto, pero que lo absorbió durante horas. Siendo un niño y en una época sin internet, nunca pudo saber cómo se llamaba ese juego, pero se quedó en su memoria y decidió rendirle un homenaje desarrollando una nueva aventura inspirada por él.
The Eternal Castle comienza con un nivel inicial donde, en cierta manera, aprendemos las mecánicas básicas. Es un juego casi sin tutoriales, aunque iremos encontrando algunas pistas en forma de textos y diálogos de los personajes. Tras terminar ese nivel se abre el "mapa", que nos permite jugar en cualquier orden tres niveles diferentes. Una vez completados estos tres, podemos acceder al nivel final.
El diseño es muy interesante. En cada nivel vamos a encontrar ciertos potenciadores que nos facilitan ligeramente las cosas, por lo que si una fase se nos atraganta, siempre podemos pasar a otra, conseguir el potenciador de ésta, y volver cuando lo consideremos oportuno. Además, cada nivel tiene una particularidad como, por ejemplo, que sea muy oscuro o que escasee la munición.
Los escenarios nos han gustado muchísimo, no sólo por su estilo artístico sino por su diseño. Tienen multitud de opciones, sobre todo para encontrar los múltiples secretos que guardan, y fomentan esa fórmula de ensayo y error tan propia del género. Podemos intentar luchar o podemos intentar correr. Lo mismo conseguimos que los enemigos se cansen de perseguirnos, o lo mismo nos encontramos con otro grupo al pasar a la siguiente zona y se juntan para ofrecernos una bonita paliza grupal.
También queremos destacar las "decisiones" que podemos tomar. Son muy puntuales, pero nos han llamado la atención. Por ejemplo, hay un momento en el que unos soldados van a fusilar a unos personajes. Si decidimos intervenir y matar a los soldados, los condenados se unirán a nosotros y nos ayudarán a acabar con los rivales que nos aguardan. Son pequeños detalles, pero nos han gustado mucho.
Sensaciones ¿demasiado? clásicas
The Eternal Castle quiere recrear esas sensaciones clásicas y, más allá de los gráficos, también lo representa en el control. Esto quiere decir que, por ejemplo, a la hora de saltar, tenemos que pulsar el botón medio segundo antes para que salte cuando queremos. Algo parecido pasa con el combate, tanto para dar puñetazos como para usar armas de fuego. Es, de nuevo, un plataformas cinematográfico, y le da prioridad a las animaciones antes que al tiempo de respuesta.
Es cierto que el control al principio se hace un poco duro, algo que se hace más notable en algunas situaciones bastantes complejas –no es un juego fácil– y puede ser frustrante, pero creemos que capta perfectamente la esencia de los títulos que busca homenajear. A nosotros nos ha gustado mucho, pero tenemos que advertirlo.
Algo parecido pasa con los gráficos. A nosotros nos parece una auténtica pasada, y os aseguramos que verlo en movimiento no tiene absolutamente nada que ver con ver las pantallas estáticas que acompañan este análisis. Lo que ha conseguido hacer este equipo formado por tres jóvenes italianos con tan solo cuatro colores y en bajísima definición es una locura, y tenemos que quitarnos el sombrero ante algunos de los escenarios.
Obviamente, hay que estar dispuesto a tolerar este arcaico apartado gráfico, que está claro que no será del gusto de todo el mundo. A pesar de ser tan único, hay veces que no es del todo funcional, y puede dejarnos algo vendidos en alguna que otra ocasión, principalmente porque puede llegar a ser difícil distinguir a nuestro personaje. Hay momentos –como una discoteca– en la que lo hacen a propósito para recrear esa confusión derivada de las luces estroboscópicas, pero en otros momentos nuestro personaje simplemente se pierde entre los entornos casi monocromáticos.
Por último, comentar que en lo sonoro es tan minimalista como en lo visual. Recurre a muchos momentos de silencios apenas interrumpidos por algunos efectos sonoros, así como a breves secuencias –las más importantes– donde la música hace acto de presencia para acompañar a la acción. Es, también, un acercamiento bastante auténtico a la época que intenta recuperar.
Una gran opción para salirse de la norma
The Eternal Castle nos ha gustado; y mucho. Es difícil explicarlo lo bien que ejecuta su propuesta y lo atractivo que llega a ser su apartado audiovisual, pero también es comprensible que lo que ves te eche para atrás. Nosotros, personalmente, aconsejamos verlo en movimiento o, si decidís lanzaros a por él (cuesta 5,99 euros), que os lancéis con la idea de que vais a jugar a un juego de 1987, aunque no lo sea.
A lo largo de las, aproximadamente, tres horas que dura, este título independiente nos ha parecido una sorpresa constante, que ofrece un desarrollo muy variado y dinámico, y con algunos momentos geniales. A veces, vamos a necesitar tirar de paciencia para compensar su control desfasado a propósito y algunos problemas derivados de su arcaica apariencia, pero en general es una aventura muy, muy recomendable.
Hemos realizado este análisis en PC con un código de descarga proporcionado por Playsaurus.