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PC, XSX:
También en: PC XSX
FICHA TÉCNICA
Desarrollo: Asobo Studio
Producción: Xbox Game Studios
Distribución: Steam
Precio: 79.99 €
Jugadores: 1-Online
Formato: Descarga
Textos: Español
Voces: Español
Online: Sí
ANÁLISIS

Análisis Microsoft Flight Simulator 2024: El cielo te llama, pero con demasiadas interferencias (PC, Xbox Series X/S)

La nueva versión del simulador de vuelo es más ‘videojuego’, con muchas actividades y desafíos, pero queda empañado por su excesiva confianza en la IA.
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Actualizado: 16:21 2/12/2024
Análisis de versiones PC, Xbox Series X/S.

Microsoft Flight Simulator fue (es) una revolución, un programa que supuso un salto generacional sin precedentes al combinar diferentes innovaciones tecnológicas para ofrecer un simulador de vuelo con una ambición desmedida. El título de Asobo Studio representa todo nuestro planeta dinámicamente. Un mundo, con sus grandes ciudades y pequeños pueblos, sus cordilleras y sus lagos, sus enormes aeropuertos y pequeñas pistas de despegue, en el que se simulan condiciones climáticas, corrientes de aire y muchas otras variables. Una representación virtual de la Tierra que recorrer sin límites en aviones recreados con todo lujo de detalles visuales y mecánicos. Es un título tan sorprendente, tan increíble, tan imposible hace tan solo unos años, que se hace apetecible incluso para quienes la propuesta de un simulador de vuelo no le parece atractiva; es un hito que todos deberían probar, o al menos ver, como ocurrió en su día con Google Earth.

Microsoft Flight Simulator 2024 se entiende, entre otras cosas, como la respuesta a una de las pegas que el público general le puede poner a su predecesor. Los aficionados a los simuladores de vuelo se han maravillado con el título de 2020, con sus viajes fidedignos en todos los sentidos sobre una recreación digital de nuestro planeta; y a la vez ha creado nuevos aficionados. Pero a muchos de esos millones de usuarios que lo probaron por la curiosidad tecnológica les faltaba algo que los atrapara. Una dirección, una progresión. Esa es la principal novedad aquí: convertir el programa, la aplicación, el simulador, en un videojuego. Hay un montón de actividades y de desafíos, un modo carrera y otros retos más dirigidos que se superponen sobre la fantástica simulación del anterior título, a la vez que se aprovechan las mejoras y los contenidos añadidos mediante las numerosas actualizaciones gratuitas que han lanzado durante cuatro años, y se incorporan otras muchas novedades y mejoras a la simulación. Sobre el papel, es lo que muchos deseaban que fuera MFS 2020. En parte lo es, pero no siempre, debido a una ejecución un tanto pobre de algunas de estas características, y por una serie de fallos que no estaban antes.

Un vuelo más estructurado

Cuatro años después, con nuestras habilidades de vuelo bastante oxidadas, nuestro primer viaje en solitario volvió a ser una una experiencia de intensas emociones inefables. Avanzar por la pista, una vez recibimos permiso, a la velocidad adecuada y despegar en el momento preciso. Leer correctamente los indicadores físicos y digitales del avión, comprenderlos y manejar el vehículo teniendo en cuenta lo que representan esas cifras y porcentajes. Navegar con soltura, sin girar bruscamente ni ascender erráticamente, por los puntos indicados tanto sobre el mundo como en el sistema de navegación digital. Controlar la velocidad con precisión, descender paulatinamente, desplegar los flaps y el tren de aterrizaje. Tocar pista, parar unos metros antes del estacionamiento y conducir hasta él. Apagar el motor. Cuando se consigue hacer esto, tras horas de tutoriales y muchísimos fallos, es tan placentero como derrotar a un jefe difícil de un videojuego de FromSoftware. Superar la prueba similar que existe para los helicópteros, un aparato que os traerá dolores de cabeza tan solo para despegarlo del suelo, es tan satisfactorio como derrotar por fin a Malenia. Y quedan más: planeadores, cazas, hidroaviones, aviones de pasajeros y otras máquinas con sus particularidades que aprender, un largo proceso incluso al activar todas las asistencias que ofrece el videojuego.

Si no jugáis a MFS desde su lanzamiento, os encontraréis muchas novedades importantes, como los helicópteros

Pero esas sensaciones y la mayoría de esos tipos de vehículos ya estuvieron, o se añadieron más tarde gratuitamente, en el título de hace cuatro años. Lo que es nuevo es cómo está estructurado el aprendizaje y el desarrollo de nuestras habilidades. Nada nos impide acceder a los tutoriales disponibles en el menú de actividades y aprender a manejar cada máquina a nuestro ritmo, atendiendo las direcciones de instructores que nos sueltan frases con cierto retintín como "creo que un poco más de práctica puede ser una buena idea", abordando en sucesivas repeticiones los problemas claramente descritos (como, por ejemplo, que se nos da regular operar el helicóptero en áreas reducidas), y superando poco a poco nuestra puntuación. Sin embargo, en la mayoría de casos y para la mayoría de los jugadores, es más recomendable pasar por todos estos procesos mediante el flamante modo Carrera.

Después de crear a nuestro avatar digital, elegimos el pequeño aeropuerto desde el que dar nuestros primeros pasos (¿aletazos?). Hay una cantidad enorme de aeródromos representados, no de manera realista pero sí resultona, en el videojuego: probablemente haya uno cerca vuestro pueblo que ni siquiera conocíais. La estructura no dista demasiado a la de, por ejemplo, un Gran Turismo: una vez conseguida la licencia para pilotar avionetas, se realizan pruebas y encargos que otorgan créditos y reputación. Estos sirven para acceder a los exámenes para otros tipos de vuelo que requieren habilidades diferentes que aprender, y al superarlos, se desbloquean otra serie de trabajos que realizar a lo largo de todo el globo terrestre. Paulatinamente, pasamos de ser un capitán que realiza vuelos turísticos en avioneta sobre la Plaza de España de Sevilla a pilotar para apagar incendios en el noroeste peninsular, pasando por actividades como mostrar mensajes publicitarios en los cielos de la costa, entregar mercancías en la otra punta del mundo o llegar en helicóptero a montañas de difícil acceso para rescatar a personas.

Hay tutoriales para casi todos los tipos de vehículos, pero no para todos, como es el caso de los globos aerostáticos.

Las primeras veces que hacemos cada una de esas actividades calificadas es muy satisfactorio, pero no tardan en relucir problemas ocasionados por la propia naturaleza del videojuego, por cómo está construido. Por un lado, y sin entrar necesariamente en la categoría de problema, está el hecho de que esto sigue siendo un simulador exigente: aún tras realizar todos los tutoriales, es fácil perderse con la terminología y olvidar algún paso o detalle que aprendimos hace horas y que llevamos otras tantas sin aplicar, y hay muchas cosas relativamente importantes que no explican claramente. En una línea similar están los controles: está claramente pensado para manejarse con teclado, ratón y a ser posible algún accesorio para simuladores de vuelo. Se puede jugar con mando y seguro que ha sido un dolor de cabeza adaptarlo, pero se nota, solo con pad o junto al teclado y al ratón, que hay imprecisiones importantes difíciles de atajar con botones y con teclas, sobre todo en el manejo de los helicópteros.

A eso hay que añadir los problemas de diseño, o más bien, de falta del mismo. Muchas de esas actividades están colocadas procedimentalmente sobre el infinito escenario que es nuestro planeta. A lo largo del modo Carrera tendremos que repetir muchas veces la misma actividad para conseguir créditos, reputación o superar los retos que nos permitan acceder al siguiente carnet. Tendremos que hacer muchos viajes turísticos, realizar decenas de vuelos para que los paracaidistas se tiren desde un punto concreto y tratar de entregar una avioneta en perfectas condiciones hasta el lugar indicado, entre otras cosas. Algunas de estas actividades se parecen mucho entre sí, y otras sí ofrecen una experiencia diferenciada. Pero dentro de cada actividad, con la salvedad de elementos externos como la climatología (que afecta muchísimo al viaje) y el lugar que se recorre, cada misión es idéntica. Los propios ritmos de la aviación, simulada o no, conlleva que una vez alcanzada cierta habilidad con el vehículo y con la actividad, sea una experiencia relajante, pero la línea entre la relajación y la monotonía es delgada y oscila de un jugador a otro. Por lo tanto, avanzar por el modo Carrera se puede hacer pesado, algo que se podría haber mitigado mucho si en lugar de ofrecer cientos de misiones diferentes por todo el planeta se hubieran hecho muchas menos misiones diseñadas a mano, específicas de cada localización, más variadas y significativas.

Un algoritmo poco confiable

Da la sensación de que la inmensa mayoría de las actividades propuestas han sido diseñadas, sobre una base variable, por un algoritmo, algo que se extiende a muchas otras facetas del videojuego. El mayor problema es que es un algoritmo torpe superpuesto a un programa errático. Como ocurre con la inteligencia artificial generativa, MFS 2024 tiene alucinaciones. Muchas. En algunas misiones hemos seguido al pie de la letra el recorrido indicado, y al pasar por cierto punto nos han penalizado por entrar en un espacio aéreo no permitido; los sistemas y las reglas se llevan la contraria. Muchas veces, tras pausar la partida, los indicadores de ruta y los pasos de la misión desaparecieron. Otras tantas ocasiones, el botón o la tecla para solicitar la autorización de despegue o para pedir volver a tierra no funcionaba. Algunas misiones tienen etapas que se pueden omitir, algo útil para ahorrar algo de tiempo en actividades que pueden llevar más de una hora en completarlas, pero al hacerlo te la juegas a que la actividad se corrompa. Durante los últimos días, los errores de conexión se han mitigado mucho. Este es un juego que requiere conexión constante a internet porque se ejecuta a la vez en vuestro ordenador o Xbox Series y en la nube, desde la que descarga datos constantemente. Aun así, en un par de ocasiones recientes se interrumpió la conexión cerca de terminar una misión en la que llevábamos una hora, perdiendo todo el progreso.

En el modo Carrera vamos consiguiendo licencias que nos permiten realizar trabajos cada vez más complejos.

Esa automatización en la fabricación de este producto no afecta solo a sus tripas, sino también a su exterior, tan alucinante como bochornoso. Si su predecesor era una revolución visual, este lo es aún más: el detalle de los aviones y los demás vehículos, las texturas fotorrealistas de su interior, la iluminación, las nubes volumétricas, cómo se mueven las briznas de hierba cuando las aspas de un helicóptero comienzan a girar, los eventos climatológicos como la lluvia, el detalle de algunas de las grandes ciudades del mundo y de muchos espacios naturales, representar todo nuestro planeta de manera cuanto menos reconocible, la posibilidad de disfrutar de todo esto en realidad virtual (en PC), la recreación sonora de los motores, del viento… Ya no sorprende tanto después de haber jugado el título de 2020, pero sigue impactando. Pero sobre todo esto está, de nuevo, el algoritmo, lo aleatorio, lo generado por una máquina. Como en el predecesor, esto se nota sobre todo al volar sobre sitios menos importantes: hay un salto cualitativo, pero sigue dando la sensación de que ciertas partes del mundo son una tridimensionalización poco conseguida de un mapa bidimensional.

Pero ese problema de imagen, de ser un producto poco cuidado, está sobre todo en todo lo que tiene que ver con el texto y con el doblaje, claramente realizado por una inteligencia artificial generativa, y una muy pobre. Los diálogos de las misiones del modo Carrera son tremendamente impostados, sin alma ninguna. El problema es que esos diálogos son leídos por una IA que deja a Loquendo en buen lugar, con un tono tan plano y robótico que la asimila a la voz que informa de la siguiente parada en el transporte público. Eso, cuando funciona. Cuando no lo hace, lee frases superpuestas creando un galimatías ininteligible. Además, a veces aparecen líneas de texto en inglés, pero la voz sigue en español: el resultado, al menos las primeras veces que ocurre, es graciosísimo. Las siguientes denotan que la automatización se ha llevado aquí demasiado lejos, muchísimo más de lo que la tecnología permite si se quiere un buen resultado, una situación que invita a reflexiones sobre el posible futuro que puede esperarnos en ciertos géneros de videojuegos. La imagen de producto a medio hacer que tiene MFS 2024 se podría haber evitado en buena parte simplemente eliminado todos estos diálogos a todas luces innecesarios.

Una infinidad de actividades en un escenario infinito

A la vez, es un juego increíble, que parece imposible que pueda existir. Sigue estando la posibilidad de volar con una infinidad de aviones y otros vehículos sobre cualquier punto del planeta y de recrear vuelos reales. Hay muchos más Discovery Tour (rutas que proponen visitar ciudades o zonas naturales) que en el anterior juego, aunque también aquí hemos visto algunos errores que no estaban antes, como que desaparezcan repentinamente los puntos de recorrido. Todo eso está acompañado de otras muchas cosas. En primer plano, tanto en el menú como en la cantidad de horas que le hemos dedicado, está el Tour fotográfico. En este modo, se nos lleva a lugares icónicos de la Tierra para fotografiar algo concreto: desde conocidos puentes estadounidenses a templos asiáticos, pasando, pasando por castillos europeos y animales (otra de las novedades de esta entrega) que nos llevarán un buen rato de vuelo encontrar. Se nos pide, por ejemplo, hacer una foto de una puerta Torii en primer plano, y habitualmente hay retos opcionales para conseguir más estrellas, como hacer la instantánea en cierto momento del día (modificable en cualquier momento), que aparezca el vehículo en el que vamos o tomar la foto a pie: sí, nos podemos bajar en cualquier punto del planeta y echar a andar en primera persona.

Los 'tour' fotográficos nos llevan a ciudades, construcciones históricas, espacios naturales y muchos otros lugares icónicos.

La única pega que podemos poner al Tour fotográfico es que algunos objetivos no están lo suficientemente claros y que hay algunas actividades que se pueden hacer pesadas, como hacer fotos de algún animal, pues puede conllevar literalmente horas de vuelo hasta dar, por ejemplo, con una manada de elefantes; al final estamos ante un simulador. Hay más actividades aún, algunas que ya estaban en el anterior pero que aquí tienen todavía más misiones, y otras totalmente nuevas. Hay pruebas de aterrizajes peliagudas separadas en diferentes categorías, vuelos a baja altitud montados en un caza que se maneja de manera muy particular, carreras de rally que nos obligan a hacer maniobras tan difíciles como espectaculares y en las que hay tablas de clasificación mundiales, y en el futuro añadirán carreras de distinto tipo contra otros jugadores. Si ya era un juego infinito, ahora lo es todavía más, y lo será más aún.

Es previsible que en esas actualizaciones también aborden algunos de los problemas y errores que hemos comentado hasta ahora, y quizá también le puedan meter mano al rendimiento y a las opciones gráficas en la versión para PC. Es extraño ver en un videojuego AAA que solo haya varios presets gráficos sin opción de manipular por separado, por ejemplo, la calidad de las sombras y de las texturas. Y si bien no es preciso ejecutar el título con una tasa de fotogramas por segundo muy alta, sí se agradecería una mayor estabilidad: con el equipo que reflejamos al final de este análisis, hemos jugado entre los 30 y los 50 FPS en calidad alta, con resolución de 3440x1440 y con DLSS en modo automático (el reescalado es prácticamente imprescindible), pero conforme pasábamos más tiempo jugando, el rendimiento iba empeorando hasta que reiniciábamos el programa. Por otro lado, aunque imaginamos que muchos, una vez estén cómodos con los pormenores del título, jugarán con su propia banda sonora, la música nos ha sorprendido para bien y para mal: por ejemplo, en el modo Tour fotográfico hay algunos temas preciosos y con textura que entran justo cuando llegamos a lugares icónicos, a la vez que en el modo Carrera o en Rally hay música machacona, repetitiva y con poca identidad.

Conclusión

Microsoft Flight Simulator 2024 construye sobre la base aún increíble de MFS 2020: todo lo magnífico, sorprendente, innovador y alucinante de aquel simulador de vuelo sigue estando aquí. Además de llevar un poquito más allá todo lo que había, aprovechando también las muchísimas actualizaciones que han lanzado a lo largo de cuatro años, lo que propone Asobo Studio es que el simulador sea más videojuego, y conseguir así atrapar a aquellos jugadores que se interesaron en el título anterior no por su simulación fidedigna de los aviones, sino por su revolución tecnológica, especialmente por la representación de nuestro mundo. La jugada ha salido regular por confiar, más de lo que la tecnología permite hoy día, en la automatización de la generación de contenidos sobre un escenario, la Tierra, que tampoco está diseñado a mano.

Manejar un helicóptero "correctamente" es de lo más satisfactorio que jamás hayamos hecho en un videojuego.

El modo Carrera da una estructura muy bienvenida a la experiencia: poco a poco nos familiarizamos con los distintos tipos de vehículos, conseguimos licencias para operarlos de manera profesional y realizamos una variedad de trabajos aéreos, pero las misiones de sus distintos tipos de actividades son prácticamente idénticas; dichas misiones, además, a veces fallan, se contradicen y se bugean. Pero hay muchos más modos, como las carreras, los Discovery Tour y el genial modo de fotografía que nos lleva a visitar y a tomar instantáneas de lugares icónicos de nuestro mundo. Además, se añadirán más mediante actualizaciones gratuitas, como las carreras contra otros jugadores.

Así que tenemos, como en el juego anterior, todo el planeta Tierra que recorrer con aviones y otros vehículos simulados con tanto detalle como la climatología y otras variables que afectan al vuelo; y sobre ello, una serie de modos que estructuran la experiencia para aquellos que lo necesiten, aunque en algunos casos con más éxito que en otros. Lo que falla es el envoltorio. No nos referimos a lo visual, claro: es, casi siempre, algo tan fotorrealista que resulta difícil de creer, como ya lo era el juego de 2020. Ese envoltorio ajado y de poca calidad se ve, constantemente, en un doblaje paupérrimo, en problemas de diseño de misiones, en errores más habituales que en el título anterior… En definitiva, en cosas que se han automatizado para llenar el planeta Tierra de actividades.

Sigue siendo increíble poder visitar desde las alturas lugares que conoces.

El resultado: dos semanas después de su lanzamiento y tras varias actualizaciones, Microsoft Flight Simulator 2024 parece un juego que no está terminado y que confía sus contenidos, sus actividades, en una tecnología que todavía no está preparada para generar correctamente (no digamos ya con un poco de personalidad) por sí sola todo lo que aquí se le pide. Y aun así, no paramos de recordar la primera vez que llevamos a unos paracaidistas a que se lanzaran desde el avión, o cuando realizamos sin accidentes un vuelo en solitario en helicóptero por primera vez, o cuando visitamos templos de Japón casi como si estuviéramos allí, o cuando tras muchos más intentos de los que nos gustaría admitir aterrizamos con éxito en una plataforma petrolífera en medio de la inmensidad del océano. Por mucho que el papel de regalo esté algo sucio y no sea precisamente bonito, el regalo en sí continúa siendo una pasada. En MFS 2024, el cielo no es el límite: lo es la inteligencia artificial.

Hemos realizado este análisis tras descargar el juego en PC Game Pass. El equipo utilizado tiene una Nvidia GeForce RTX 3070 8 GB, un AMD Ryzen 5600X y 32 GB de RAM.

NOTA

8

Puntos positivos

Todas las virtudes de MFS 2020, pero más estructurado como videojuego.
El modo Tour Fotográfico.
Muchísimas actividades: modo carrera, rally, desafíos… Casi infinito.

Puntos negativos

La automatización de contenidos genera errores, repetitividad y una mala presentación, sobre todo en lo sonoro.
Aunque se entiende, sigue habiendo contraste entre las zonas de la Tierra retocadas a mano y las que no.
Imprecisiones en el control con mand

En resumen

Con todas las virtudes de su predecesor, tiene un montón de actividades que lo hacen “más videojuego”, pero la dependencia de la generación automatizada provoca problemas en la partida y en el cuidado del producto.