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También en: PC XSX
FICHA TÉCNICA
Desarrollo: Ninja Theory
Producción: Hellblade Franchise / Xbox Game Studios
Distribución: Steam
Precio: 49.99 €
Jugadores: 1
Formato: Descarga
Textos: Español
Voces: Inglés
Online: -
ANÁLISIS

Análisis Senua's Saga: Hellblade 2, La aventura cinematográfica interactiva más espectacular (PC, Xbox Series X/S)

Ninja Theory presenta uno de los videojuegos más espectaculares audiovisualmente, una propuesta continuista en mecánicas pero mucho más ambicioso en todo lo demás.
Análisis de versiones PC, Xbox Series X/S.

Han pasado más de cuatro años desde que con un breve tráiler Ninja Theory nos pusiera los dientes largos por primera vez con lo que prometían las consolas de última generación, que salvo en algún caso muy concreto están tardando más de lo habitual en diferenciarse, en lo jugable y en lo técnico, de las máquinas que las precedieron. Senua’s Saga: Hellblade 2 es una secuela que en lo mecánico no evoluciona ni altera demasiado lo que había en aquella producción "triple I" de 2017, pero no tiene ni punto de comparación en todo lo demás: es una auténtica superproducción, es cinematografía interactiva del mayor nivel, con un ritmo impresionante que no deja de ofrecer momentazos, con un tratamiento de la imagen y del sonido como pocas veces se ha visto en un videojuego, y que externaliza y lleva más allá el viaje interior de Senua.

Más allá de Senua

Esta secuela comienza poco después de los acontecimientos de Hellblade: Senua’s Sacrifice, una historia, aquella, más de sensaciones que de hechos, que aquí se cuenta con un resumen funcional para poder disfrutar de la secuela pero que no hace justicia a las emociones vividas en aquella trama en la que una guerrera celta emprendía un peligroso viaje exterior e interior para liberar el alma de su amado, a la vez que afrontaba y aceptaba su particular manera de ver y oír el mundo, su psicosis. Esto último sigue teniendo mucha importancia en Hellblade 2, que comienza con Senua naufragando, junto al resto de esclavos de los que formaba parte, en la tierra donde habitan los vikingos de los que busca vengarse por lo que hicieron a su pueblo.

Si bien las reflexiones interiores de las muchas voces de Senua continúan presentes, esta secuela ofrece una trama menos intimista. Es una historia más coral aunque continúa representando la particularidad mental de la protagonista, cómo la afronta y cómo se relaciona con el mundo. A lo largo del viaje conoce y es acompañada por otros personajes muy bien dibujados, con sus propias disputas internas, líderes de tribus que requerirán de la ayuda de la guerrera celta. Senua ya no es solo el personaje en constante dolor tratando de aceptarse, sino que es capaz de ayudar a los demás frente al terror que amenaza este precioso mundo.

La aventura comienza con Senua, esclavizada, naufragando en tierras vikingas, lo que da lugar a unos primeros momentos muy intensos.

Sí, terror, porque Hellblade 2 lleva varios pasos más allá la oscuridad de su predecesor, en parte por la mayor espectacularidad audiovisual. La angustia, lo desagradable, lo sangriento, lo macabro y las injusticias son una constante en un juego duro emocional y visualmente. Pero no quiere contar solo esa parte de la historia, esa parte de Senua. Por ello, lo contrasta y lo alterna con momentos de gran belleza, de misterio y de asombro, de situaciones donde esta Islandia virtual se muestra como un entorno precioso, un lugar a la vez natural y alienígena.

Un mundo, como ya lo era en el primer juego, completamente lineal, con caminos claramente marcados, que tan solo nos propone salirnos de la ruta principal para descubrir unos pocos coleccionables narrativos que también destacan por la forma de dar con ellos. No tendría sentido dar más libertad ni ensanchar la propuesta: aquí lo importante es la narrativa, la consecución a buen ritmo de momentos espectaculares, y el asombro visual y sonoro. Incluso por encima de lo que hacemos a los mandos.

En la trama conoceremos a varios personajes que nos acompañarán momentáneamente: es una historia menos solitaria.

Puzles y combates conocidos

Porque en lo mecánico, Hellblade 2 no ha cambiado mucho. Siguen existiendo los puzles de encontrar símbolos por el escenario para desbloquear el camino: requieren explorar una pequeña área y observar el entorno desde distintas perspectivas, pero no suponen un reto. A ellos hay que sumar otro tipo de rompecabezas en los que debemos dar con unos orbes y colocarlos en un pedestal para poder avanzar: tampoco son difíciles, aunque sí muy curiosos visualmente. Y no faltan los momentos de pasar por pasillos estrechos, de escalar muros con mucho sufrimiento, y de dar paseos mientras Senua dialoga con otros personajes y con las voces con las que convive.

Si nos ceñimos a lo que hacemos con las palancas y los botones, tampoco hay mucha evolución en el combate. Hay algo más de variedad de enemigos, pero no es suficiente. Son enfrentamientos coreografiados en los que los adversarios se piden la vez para atacarnos. Disponemos de un golpe básico y otro fuerte, una esquiva y un bloqueo; todo se basa en esquivar los golpes que no se pueden desviar, y acertar esos desvíos para que se cargue el poder del espejo que nos permite ralentizar el tiempo y acabar con el oponente. No quiere ser un reto, de ahí que cuente con dificultad dinámica (por defecto, pero también se puede escoger entre tres niveles estáticos), sino ofrecer tensión y mucho, mucho espectáculo.

El combate es tan sencillo a los mandos como complejo en la puesta en escena.

Sin embargo, explicar con esta definición de las mecánicas lo que hace Hellblade 2 con sus sistemas interactivos no hace justicia al juego. Aquí cada pulsación de botón está vinculada a una experiencia narrativa cinematográfica, a una historia en la que la espectacularidad es la mayor de sus prioridades. Sí, los combates pueden ser sencillos, pero las coreografías que se muestran en pantalla, la interacción entre los personajes, y el cómo fluyen los espadazos y las ejecuciones, es algo sin parangón en este medio. Similarmente, los puzles pueden ser básicos, pero cómo algunos de ellos transforman el mundo a nuestro alrededor no solo es potente visualmente, sino simbólico narrativamente.

Incluso los momentos en los que entran en escena los gigantes, situaciones increíbles de las que no podemos (ni queremos) deciros mucho, son muy básicos en lo jugable, pero son una barbaridad en cuanto a su puesta en escena. Nos habría gustado que estos puntos álgidos del videojuego fueran más numerosos, aunque tampoco hay mucho espacio para eso. Esta secuela es aún más contenida que el primer Hellblade, en apenas siete horas podéis ver los créditos, pero también es una experiencia mucho más densa, grandilocuente e increíble que, además, ofrece una motivación narrativa para rejugarla que nos ha parecido muy original e interesante.

Los puzles de símbolos de la primera entrega vuelven, pero rara vez ralentizan el progreso.

Hellblade 2, por tanto, es una experiencia que no contentará a todos: dependerá de la amplitud de miras que tenga cada cual ante lo que es un videojuego, a su opinión sobre cuán interactivo debe ser para serlo. Porque aquí hay momentos en los que no teníamos claro si lo que estábamos haciendo con el mando influía en lo que se mostraba en la pantalla, aunque la respuesta en la mayoría de los casos, para nuestra sorpresa, es que sí. No es solo que las escenas cinematográficas sean casi indistinguibles de las jugables, sino que ambas fluyen y se relacionan para ofrecernos un El hombre del norte hecho videojuego.

Más allá de lo técnico: buen gusto y espectáculo audiovisual

Para ello se sirve, como dejan claro las imágenes que acompañan a este texto, de un fotorrealismo sin precedentes. Es una pasada en lo técnico, lo más increíble que hemos en esta generación con permiso de Alan Wake 2, y solo en algunos elementos muy concretos. Las texturas de esta Islandia virtual, el tratamiento de los ropajes, las caras y sus animaciones, la iluminación, los reflejos, la distancia de dibujado, la vegetación… Quitando alguna cosa que contrasta, como el agua, es el primer juego que ofrece lo que prometía Unreal Engine 5.

La iluminación es increíble y las texturas son casi idénticas a la realidad gracias a la fotogrametría.

Pero lo técnico se lleva más allá y se complementa con lo artístico. Hay buen gusto en el tratamiento de la imagen. Todo luce mucho más espectacular de lo que es por sí mismo gracias al uso que se hace del color, por los efectos imposibles que se suceden en pantalla, por las coreografías genialmente dirigidas de los combates, por una cámara que se mueve y se coloca en sitios de una manera irrealizable en una película, por un postprocesado abundante que utiliza mucho el difuminado, el fuera de campo y la luz efectista.

Es, vaya, una pasada visual que se eleva con uno de los mejores trabajos sonoros que hemos visto en un videojuego. La música, que parece querer recordarnos a la citada película de Reborn Eggers, es una maravilla que se complementa con la expresividad de las actuaciones y lo que ya era la seña de identidad del primer Hellblade: el audio binaural, utilizado sobre todo para las voces interiores de Senua que la castigan y la animan, pero también por los efectos, los quejidos, y el paisaje sonoro que viene de todas direcciones. Como indican al arrancar el juego, por favor, jugad con cascos.

La expresividad de las actuaciones y las animaciones faciales son de lo mejor que hemos visto nunca.

Todo este espectáculo tiene un coste que, una vez con el mando en las manos, no afecta tanto como se pudiera pensar. Ya ocurrió con Resident Evil 4, The Evil Within y The Order: 1886, entre otros. Hellblade 2 se juega con bandas negras incluso en la versión para PC a no ser que se tenga un monitor ultrapanorámico. Es un juego exigente en lo técnico, que funciona en Xbox Series X/S a 30 FPS, y cuyos ajustes en PC son una maravilla: es un título bastante maleable, que nos deja ver tanto en cifras como en la imagen resultante los cambios que estamos haciendo, y que incluye varias tecnologías de reescalado (DLSS, FSR 3, XeSS y TSR propietario) necesarias para alcanzar una experiencia fluida. En nuestro equipo, descrito al final del análisis, jugamos a 1440p con DLSS en modo Calidad a un promedio de 44 FPS.

Conclusión

Hellblade 2 es una cuidadisima experiencia audiovisual que lleva más allá la historia de Senua, una aventura intensa con un ritmo muy bien medido que, aún con mayor concisión que su predecesor, nos ofrece un momentazo tras otro, tanto por los acontecimientos en sí como por cómo se representan en pantalla. También es una obra que pone esa espectacularidad, esa cinematografía y esa narrativa en un primer plano: los puzles sencillos y conocidos del primer juego, y los combates coreografiados con poca chicha jugable existen para dinamizar la partida, para ofrecer algo más que el avance por el escenario y la visualización de secuencias. Pero quedarse en la superficie, en el logro técnico y artístico que es en lo visual y lo sonoro, sería no hacerle justicia: Ninja Theory ha construido una historia intensa en la que no falta ni sobra nada, un viaje emocional del que es difícil despegarse hasta que aparecen los créditos, y un hito al que las demás aventuras cinematográficas deberán mirar.

Hemos realizado este análisis en PC gracias a un código para Microsoft Store facilitado por Xbox España. El ordenador utilizado tiene una Nvidia GeForce RTX 3070 8 GB, un AMD Ryzen 5600X y 32 GB de RAM NVMe.

NOTA

8.4

Puntos positivos

El ritmo, la consecución de momentos increíbles.
El acabado audiovisual en lo técnico y en lo artístico.
La historia, su simbolismo y el original motivo para rejugarla.

Puntos negativos

Muy continuista en lo jugable respecto al primero.
Se ve tan increíble que algunos elementos contrastan.
Se echan en falta más “jefes” finales.

En resumen

Un hito audiovisual en el videojuego moderno, Hellblade 2 lleva más allá la historia de Senua con una aventura de acción narrativa continuista y con un ritmo tremendo.