Análisis Bounty Star, un western de mechas que combina acción y gestión de granjas (PC, PS5, Xbox Series X)

Mezclar géneros no es algo nuevo y, de hecho, mezclar la gestión y la acción es algo que ciertos títulos como Cult of the Lamb han hecho con mucho éxito. El título que hoy nos ocupa busca hacer algo similar, pero combinando también ambientaciones muy dispares: el salvaje oeste y robots. ¿El resultado? Bueno, pero con más potencial del que aprovecha. Os contamos todo sobre Bounty Star.

Entre el metal y el polvo del desierto

Bounty Star se presenta como una mezcla ambiciosa entre acción con mechas, construcción de base, granja y una historia de redención ambientada en una versión postapocalíptica del sudoeste americano. La premisa no es mala: tomas el papel de Clem, una exsoldado que, tras una horrible tragedia, pilota un mecha (el "Desert Raptor MKII") para ganarse la vida cazando recompensas, mientras levanta una base y cultiva en su granja para mejorar sus recursos.

La fórmula es sencilla. Desde su base, una granja semiderruida, el jugador debe reparar su mecha, aceptar contratos, fabricar suministros y decidir si seguir adelante o dejarse consumir por la culpa. Aceptado el contrato, nos montamos en nuestro robot y pasamos a la acción.

Esa premisa, sencilla pero eficaz, le da a Bounty Star un tono melancólico que contrasta con la acción de las misiones, y que lo distingue de otros títulos del género.

La narrativa es uno de los elementos más interesantes del juego. Esa dualidad entre acción y contemplación funciona sorprendentemente bien, recordando por momentos a lo que Enslaved: Odyssey to the West hizo con su mundo ruinoso y sus protagonistas mentalmente muy dañados. La caracterización de la protagonista tiene una aspereza muy humana, y aunque el guion no evita ciertos clichés del western futurista, consigue transmitir una historia de redención sin caer en el dramatismo barato.

Entre el taller y el campo de batalla

Como decimos, la estructura del juego se divide entre dos pilares: el combate en mecha y la gestión de la base. En combate, Bounty Star es poco más que correcto. El control del mecha es, en nuestra opinión, bastante torpe y poco satisfactorio. Cada enfrentamiento combina disparos a distancia con ataques cuerpo a cuerpo, impulsos para esquiva y una gestión táctica del calor y la energía, una mecánica interesante que hace que, por ejemplo, cuando hace más calor nuestro robot se sobrecaliente más rápido y tengamos que ser más comedidos con nuestros ataques.

Es una pena porque el combate en sí tiene ideas y mecánicas interesantes, pero es que la ejecución es poco más que correcta. Sí, al final te acostumbras y puedes adaptarte a él, pero por mucho que sea un juego de robots, creemos que no está intentando a propósito ser torpe. Queremos dejar claro que es un combate funcional y divertido, que además sabe ponerte en diferentes situaciones ya sea con sus misiones primarias o secundarias, pero que podría –y debería– ser más competente.

Por otro lado, el tiempo que pasamos en la base es más pausado: fabricar piezas, cocinar, cuidar cultivos, recolectar agua y mantener el mecha en condiciones. Esa parte de simulación tiene un propósito tan narrativo como mecánico ya que también muestra el esfuerzo de Clementine por reconstruir algo parecido a una vida normal. No es el juego de gestión más completo del mundo, pero creemos que cumple su cometido y, sobre todo, ofrece un contraste con las fases de acción que funciona muy bien.

Entre lo real y lo ficticio

El apartado artístico es, sin duda, uno de los grandes aciertos del juego. El desierto de Bounty Star no busca ser realista, sino evocador. Los tonos anaranjados que, de nuevo, contrastan con los colores fríos de la noche, y el diseño retrofuturista de los mechas crean una identidad visual muy marcada. Las animaciones de los personajes humanos son un poco pobres, en nuestra opinión, pero tampoco son una parte fundamental de la experiencia. Donde el juego tropieza sin duda es en su rendimiento. Aunque las batallas son intensas, los problemas de rendimiento son frecuentes, al menos en Steam Deck. Vale que en PC funciona mejor por razones obvias, pero no creemos que técnicamente sea un juego tan exigente como para que le cueste mantener las 60 imágenes por segundo en la portátil de Valve incluso en momentos en los que no pasa nada en pantalla así que si vais a jugar en un hardware poco potente, tenedlo en cuenta.

La música, por su parte, está muy bien y sabe completar el ambiente. Es uno de esos casos donde la banda sonora no solo acompaña, sino que define el tono emocional del juego. Además, las voces en inglés son muy buenas y también ayudan a encontrar esa melancolía. Ahora, la traducción es horrible, con expresiones literales traducidas del inglés tan directamente que no creemos que ni un traductor profesional ni una IA puedan hacerlo tan mal. Por ejemplo, cosas como «He’s full of shit» («No te creas ni una palabra de lo que dice») literalmente traducidas como «Él está lleno de mierda». Inaceptable, y más en un juego donde la historia tiene tanto peso.

Entre lo sobresaliente y lo mediocre

Bounty Star es, en todos los niveles, un título atrapado entre contrastes. Por un lado, tiene la ambición y el corazón de un gran juego: una narrativa bien construida, un universo con identidad y una curiosa mezcla de géneros. Por otro, arrastra las limitaciones de su presupuesto y una ejecución irregular que impide que todo brille al mismo nivel. Si buscas una aventura original y te llama esta combinación, con profundidad narrativa y no te importa cierta tosquedad, aquí hay algo que merece ser descubierto. Pero si esperas un título pulido y profundo, será mejor buscar en otra parte.

Hemos realizado este análisis en Steam Deck con un código de descarga proporcionado por Tara Bruno PR.