La piscina parte de una premisa poco sesuda pero efectiva, tan efectiva como aludir a un terror que se nutre del miedo primario de no estar en nuestro medio, el terrestre. Lo tenía fácil para generar una atmósfera inquietante, para jugar con lo desconocido, con lo que no se ve pero se siente, pero como película de terror puro falla y se acerca más a una fábula inquietante sobre la familia y la salud.
Viniendo de dos titanes como son los productores Jason Blum y James Wan, es esperable que la película, que se ha estrenado este mismo viernes, como mínimo, se deje ver y visualmente luzca mejor que los filme de terror con menos presupuesto, aquí cumple. De hecho, su elenco cuenta con una nominada a un Óscar y un Globo de Oro y ganadora de un BAFTA, Kerry Condon, que interpreta a la mujer de Ray Waller, rol que clava Wyatt Russell, y precisamente estos dos buenos actores hacen lucir un filme que sería mucho más olvidable si el elenco estuviera compuesto por caras menos conocidas.
Un drama familiar en los suburbios
La sinopsis es básica y bastante cliché, padre, madre, hijo e hija. Padre con grandes aspiraciones sustentadas por un trabajo duro durante toda su vida y mujer que tiene sueños más modestos porque tuvo que ser madre pronto. Una enfermedad degenerativa trunca los sueños del padre y la familia tiene que replantearse todos sus planes. Se apoyan unos a otros, hacen piña y se van a los suburbios a buscar una casa cerca de un buen hospital (y de un buen colegio, claro) para llevar una vida american way of life con su jardín y su porche blanco.
El horror inmobiliario se topa en su vida y todo se les sale de presupuesto hasta que un chollo se cruza en su camino. Casa, jardín trasero y piscina, el pack completo y a muy buen precio. Los progenitores acaban convencidos tras un diagnostico poco favorable de la enfermedad, esta avanza y la hidroterapia parece un camino excelente para mantenerla a raya. Y ahí está, una piscina maldita perfecta para ayudar al padre frustrado y además hacerle pasara a todos un mal rato.
Crea atmósfera en momentos puntuales
El guionista y director Bryce McGuire debuta con esta cinta basada en su corto de 2014 y le cuesta arrancar. Hay algún momento en el que sí logra un mínimo de atmósfera pero no se vuelve a repetir en toda la película, más que en pequeños sustos, que no 'screamers'. Lo cierto es que se agradece enormemente que no recurra a los sustos y los gritos para poner en tensión al espectador, una táctica muy del terror actual que ya no sorprende a nadie. Haber sabido construir más momentos como ese "Marco, Polo" hubiera potenciado enormemente la película, pero parece que McGuire estaba demasiado ocupado centrándose en la lesión del protagonista y su relación con una enfermedad degenerativa y su familia.
Esta piscina maldita, malvada y mandona (porque la piscina también tiene sus propios intereses) no es M3gan, una película que más allá del fenómeno viral del baile de la muñeca, se inclina tanto hacia la comedia que la hacen muy disfrutable con amigos (y unas cervezas). La piscina trata de ser seria, solemne, intenta hacerte empatizar con el protagonista, un jugador de beisbol al que la esclerosis múltiple le ha dinamitado lo que había planeado parta el resto de su vida. Arrastrando además los sueños y hasta los momentos en familia.
El terror de la sanación a cualquier coste
Mientras se centra en la salud, en la familia mirando casas de alquiler y en venta en una buena zona, que parece que se les sale de presupuesto (esto también daría miedo en sí mismo), el espectador quiere ver horror, quiere ver una piscina sesgando vidas y a gente ahogándose en pantalla porque en el agua nadie puede oír tus gritos, pero obtiene reflexiones sobre la importancia de contar con el apoyo de tus seres queridos y la sanación. Porque la salud es el eje central del filme, al nivel de la piscina incluso (y mira que es el título).
Incluso algún espectador podría relacionar la forma de abordar las bondades de la hidroterapia y del agua con la homeopatía, pero ese es un jardín en el que ni yo ni McGuire nos queremos meter. La piscina, que tendría que girar en torno al horror de bañarse de noche, a oscuras y con 'cosas' rozándote los pies desde la oscuridad, se convierte en una metáfora de la promesa de renovación (hasta aquí puedo leer para que no haya spoilers).
Correcta en su ejecución
Puntos fuertes, que los tiene, como comenzaba estas líneas, visualmente sí logra estar a la altura excepto por alguna de las criaturas que salen. Hay caracterización pero tiene un momento en concreto en el que se abusa del CGI y la integración del 'ser' saca al espectador de la experiencia. Quizá hubiera sido más efectivo insinuar que mostrar la cara del mal en todo su esplendor. La habilidad del director de fotografía Charlie Sarroff para capturar la esencia inquietante de la piscina, a través de escenas subacuáticas distorsionadas y juegos de luces y sombras, contribuye significativamente al ambiente perturbador de la película, a ratos. Ya que llegan a saturar al espectador con el drama familiar.
La ambición de la película ocasionalmente eclipsa su ejecución, particularmente en su tercer acto, cuando a 'aquello' le ponemos cara, esto diluye el suspense y el misterio previamente construido. El intento de la película por navegar a través de una mitología compleja se siente subdesarrollado, dejando al público anhelando la sutileza y ambigüedad que caracterizaban sus segmentos anteriores.
A pesar de estos deslices narrativos, La piscina se distingue por su concepto innovador y la manera acertada con la que aprovecha su ambientación para explorar temas de lucha, sanación y las amenazas invisibles que perviven en nuestros refugios seguros. La película de McGuire, mientras se inspira en pilares del género como El resplandor y Poltergeist, logra forjar su propia identidad aportando un mínimo de originalidad al género, cambiando el escenario y centrando el mal en la piscina y no en la casa.
La piscina se ha estrenado este 9 de febrero en los cines españoles. Hemos visto la película completa en adelanto gracias a la cortesía de Universal Pictures International Spain.
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