Quentin Tarantino, el cineasta responsable de Pulp Fiction o Los odiosos ocho, ha estado repasando qué significa ir al cine y compartir dicha experiencia en una sala llena de espectadores. Junto a Edgar Wright ha abordado numerosas cuestiones sobre el futuro de la industria, cómo nos influyen las películas y la manera en la que cintas como Joker pueden cautivar a las audiencias. Ambos extrañan las salas de cine, pero en el Empire Film Podcast, algo de lo que se hace eco Collider, Tarantino aprovecha para comprobar cómo una de sus secuencias más memorables en Django Desencadenado casi no supera el corte de la sala de montaje.
El mayor éxito de Tarantino en la taquilla tiene una de sus mejores secuencias
Django Desencadenado llegó en 2012 y se convirtió en el mayor éxito del cineasta, y consiguió cautivar a las audiencias con una trama que volvía a hacer un homenaje a una pléyade de westerns de todo tipo y gracias a una secuencia que consiguió que medio planeta llorase de risa durante la proyección: la del grupo de miembros del Kux Kux Klan que no es capaz de ponerse de acuerdo a la hora de ponerse correctamente la capucha. La secuencia funcionaba por muchos motivos, ayudaba a aligerar el tono de la película un poco, ridiculizaba a los miembros de esta organización supremacista y presentaba a algunos de los personajes -que se peleaban por su imposibilidad a la hora de hablar o ver con estos atuendos-, y mostraba la personalidad de varios villanos, que además tendrían cierto peso en la trama. Pues según ha comentado Tarantino, resulta que casi no aparece en la película. La secuencia fue un punto culminante del guion durante el desarrollo y la escritura, pero llegó a tener miedo de no estar a la altura de lo que había redactado cuando confeccionó el libreto años atrás.
"Creo que es la secuencia que más risas histéricas ha despertado en cualquier proyección de cualquier película que haya visto en el cine, y ojo, se trata de algo que se ha dado en todo el mundo. Esa fue la escena favorita de todos en el guion original. Amy Pascal dijo que la razón por la que quiso producir la película fue por esa escena. Tuvo tanto éxito en las páginas del guion, que comencé incluso a intimidarme acerca de si sería tan buena una vez se rodase la película. ¿Podría perderse algo en el camino o una vez que un montón de actores interpreten a sus respectivos personajes? No sé, no es todo una cuestión de actuación, es una secuencia con mucha gente. Y sucede en una parte extraña y casi intermedia de la película", prosigue. Una vez la filmaron, y en el proceso de edición, le entraron de nuevo las dudas. Mientras editaban el film, su editor Fred Raskin y él sintieron que estaba funcionando, pero que estaba incluida en un segmento de la historia que se estaba alargando demasiado.
"Filmamos la escena y nos olvidamos del hecho de que es una larga secuencia de comedia, es una incongruencia de cinco minutos en una película que ya es muy larga. Así que mi editor Fred Raskin y yo, que hicimos la película juntos, cortamos esa secuencia de forma premeditada, y aunque estamos muy contentos con ella...", continúa. "Pero empezamos a enseñársela a algunas personas. Venía un periodista a hacerme una entrevista y se la mostrábamos, llegaba un amigo director y se la enseñaba... Tuvimos como cuatro momentos diferentes en los que alguien vino a visitarnos por cualquier motivo y acabábamos viendo la misma escena. Y nunca obtuvo la respuesta que pensamos que debería obtener. Realmente no sabían qué demonios estaban viendo", admite decepcionado. "Es como en esa secuencia de El truco final cuando Christian Bale hace el truco de magia y Hugh Jackman dice como, '¡Ni siquiera lo hace bien! ¡El público ni siquiera se da cuenta del buen truco que es!', confiesa entre risas.
"Así que todo eso nos echó un poco atrás. Así pues, cuando llegó el momento de mostrar la película a The Weinstein Company y Sony por primera vez en un AVID, decidimos eliminar esa escena. Entonces se la mostramos sin esa escena. Pero Amy Pascal me dijo: '¿Qué diablos pasó con la escena de la cabeza de bolsa?' Y yo dije: "Bueno, esto es lo que ha pasado. Quería que vieras la película sin ella para que supieras que no la necesitamos. Ahora, vamos a volver a colocarla para la primera selección de investigación de mercado. Veamos cuál es la respuesta de la audiencia y, a partir de ese momento, averiguaremos qué hacer, una vez que escuchemos la respuesta de la audiencia", argumenta. Y triunfó. Las primeras reacciones fueron increíblemente positivas, y el público se desvivió por el retrato disparatado de esos torpes miembros del KKK. "Cuando hicimos la primera proyección previa, el cine entero comenzó a reírse a carcajadas durante al menos cinco minutos. El cine se venía abajo, y era justamente lo que necesitábamos. Así que fue claro: 'Supongo que tendremos que meter esa escena en la película'", concluye.