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La historia de God of War

Nos preparamos ante el lanzamiento de God of War: Ascension repasando toda la historia de Kratos, el Dios de la Guerra.

Nota: Este reportaje incluye detalles del argumento de todos los juegos de la saga God of War. Si no habéis jugado a alguno y queréis hacerlo sin que estropeemos las sorpresas, os recomendamos omitir las páginas correspondientes.

God of War es una de las sagas más importantes de Sony si atendemos a su popularidad y éxito de críticas. Antes de las aventuras de Drake, Kratos ya era la "mascota" más reconocible de PlayStation desde el lanzamiento del primer título de la saga en 2005. Ocho años después, el atormentado espartano ha visto cómo su historia se expande por una trilogía principal y varios títulos menores –en cuanto a peso de argumento, no a calidad- que completan la epopeya.

Ahora la nueva entrega retrocede al inicio de la historia y nos descubre al espartano más humano y –fuera del interés argumental-, un modo multijugador en el que los jugadores construirán a un guerrero fiel a uno de los dioses de su elección.

Con el auge de las remasterizaciones en alta definición, actualmente es posible jugar a toda la serie en PlayStation 3, exceptuando el intrascendente Betrayal, lo que incluye las dos entregas de PlayStation 2 y las dos de la portátil PSP, más el propio God of War III y el próximo Ascension. Con motivo del lanzamiento de este último, os refrescamos la historia de Kratos de principio a fin, pues según ha prometido Santa Monica Studio, el cierre de la trilogía pone punto final a la venganza del Fantasma de Esparta. La pregunta que nos hacemos es, ¿continuará God of War con otro protagonista y nueva mitología? ¿O Kratos volverá para enfrentarse a dioses de otras leyendas como sus guionistas planearon hace casi 10 años?

God of War: Ascension

Comenzamos el repaso a God of War precisamente con el más actual, pues se trata de una precuela. Los desarrolladores se han preocupado mucho de contar lo mínimo imprescindible de este juego, pero conociendo unos pocos detalles podemos hacernos una idea general, ya que parte la conocemos mediante flashbacks. Eso sí, Ascension parece la disculpa perfecta para utilizar criaturas y personajes de este rico universo que no habían aparecido hasta la fecha –y hay muchos-.

Kratos es un bravo guerrero espartano, el más joven en convertirse capitán del ejército gracias a su fuerza en el campo de batalla. Sin embargo, no deja de ser –al menos que él mismo piense en este momento de la historia- un humano mortal. Tras muchas victorias encuentra la horma de su zapato, un ejército de bárbaros comandado por un Rey ante cual Kratos y su batallón cae superado en número. Este es el momento clave de la historia de la saga: Kratos pide ayuda a los Dioses en el instante antes de morir, ruego que es escuchado por Ares, Dios de la Guerra. Como regalo envenenado, Ares dota a Kratos de las Espadas del Caos, dos características cuchillas encadenadas a sus brazos con las que el espartano decapita al bárbaro justo antes de recibir el golpe de gracia; a cambio de salvar su vida, Ares pide sus servicios por el resto de la eternidad. A partir de ese momento, Kratos se convierte en un salvaje peón en las conquistas de este belicoso Dios.

Ascension parece que no nos mostrará esta batalla –salvo que lo haga mediante un nuevo flashback-, pues Kratos ya utilizará sus Espadas del Caos desde un principio. El marco de esta entrega son los seis meses después de otro de los momentos decisivos del protagonista: el asesinato de su familia. No obstante Calíope y Lisandra aparecen en tráilers por lo que su recuerdo se mantendrá muy vivo en esta entrega.

Se conoce que el enemigo más temible de este juego serán las Furias, tres temibles criaturas con cuerpo de mujer que persiguen a los pecadores en la mitología griega. La imagen de Kratos encadenado es resultado de este tormento y así empieza Ascension, condenado a pagar por sus crímenes, el más grave el de arrasar una población por orden de Ares donde se encontraba su familia, a la que mató accidentalmente. La intención del Dios de la Guerra era la de deshumanizar a Kratos y convertirlo en el guerrero perfecto, despojado de cualquier sentimiento moral. Como resultado, Kratos será condenado por el crimen a llevar el recuerdo de su familia como cenizas en su cuerpo que le dan el clásico color pálido y el sobrenombre de Fantasma de Esparta. Pero Kratos se revelará contra su Dios al que jugará venganza, y así, tiempo después, Kratos seguirá sirviendo órdenes de otros dioses del Olimpo para recibir el perdón y olvidar las pesadillas del pasado que le atormentan.

La papeleta de Ascension será la de mostrar la evolución del personaje, algo de lo que el resto de entregas no se había preocupado en hacer –todas transcurren mucho tiempo después de la muerte de la mujer e hija-. ¿Y qué rol tienen las Furias en esta historia? Las Furias o Erinias nacieron de la sangre del dios primordial Urano, y son por tanto anteriores a los dioses olímpicos y los titanes, de ahí que las secuencias de vídeo de este juego muestren un gusto exagerado por la sangre. Son representadas de varias formas según la mitología –lágrimas de sangre, serpientes en el pelo, alas de murciélagos, cuerpo de perro…-. Cada una de las Furias se encarga en perseguir a quienes cometan delitos morales, de infidelidad y crímenes contra la familia. Kratos, como sabemos, tiene papeletas para una cita con las tres señoritas, y para desgracia de los pecadores, persiguen incansablemente a los culpables tanto en vida como en el inframundo, y no se detienen ante ningún ruego; únicamente la purificación de los crímenes pone fin a la tortura –razón de la búsqueda de perdón de Kratos durante Chains of Olympus y el primer God of War-.

Continuando con los acontecimientos, Kratos acabará sentenciado por la eternidad en una enorme prisión que en realidad es el cadáver de uno de los Hecatónquiros o Centimanos –son tres: Briareo, Giges y Coto-. Según la mitología griega, disponen de cientos de brazos y 50 cabezas de un tamaño que sobrepasa al del resto de titanes. En Ascension, las Furias decidieron para el primero que se enfrentó a Zeus un destino peor que la muerte, –convertirse en un ejemplo para quien osase oponerse a los dioses. Mitad piedra mitad carne, la enrevesada prisión es nuestra primera parada en el juego y Megera, una de las Furias, hace de carcelera. Por lo visto es capaz de invocar a unos insectos que controlan a otras criaturas en nuestra contra, como los prisioneros, crear larvas de monstruos y, para nuestra desgracia, controlar al Hecatonquiros –o sus extremidades- cual zombi. Pero la ira y sed de justicia de Kratos son superiores al sentimiento de culpabilidad y el espartano conseguirá escapar de los muros de esta peculiar prisión mientras provoca lo que técnicamente se conoce como un pifostio de la hostia. A partir de este momento las Furias no descansarán hasta dar con Kratos.

No sabemos bien que trama Kratos, pero posiblemente sea pedir ayuda a los Dioses. En el viaje conoceremos a un nuevo kraken o criatura marina, a la mantícora –un tipo de quimera de cabeza humana con cuernos, cuerpo de león y cola de escorpión y alas-. Quedan muchas bestias no vistas en los juegos, y alguno ya echa la imaginación con la posibilidad de ver a Esteno, la Gorgona más grande, fuerte y salvaje de las tres hermanas.

La venganza no ha hecho más que comenzar.

God of War: Chains of Olympus

Kratos se encuentra al servicio de los dioses, aún torturado por la visión de sus pesadillas. Es enviado a Ática para luchar contra los persas en una batalla en la que además de guerreros tendrá que hacer frente a un descomunal basilisco. Tras salir victorioso y acabar con el Rey persa, el protagonista verá caer al mismísimo Sol cerca de Maratón, algo que dejará el mundo sumido en la oscuridad.

Atenea, que casi durante toda la historia de God of War colabora como guía y aliada en el Olimpo, nos explica que Morfeo –Dios del sueño- ha alzado su manto para sumir a Dioses y población en un profundo sueño que le permitirá aumentar su poder y dominación. Para evitar este desaguisado, Kratos debe dirigirse al templo de Helios y devolver al Sol a su lugar. La tarea no es simple, pues Eos informará al espartano que su hermano Helios está secuestrado por el titán Atlas. Para encontrarlo, Kratos utilizará a los caballos que tiran del carro de Helios, pues ellos son capaces de encontrarán a su amo.

Kratos tiene una segunda motivación en realizar toda esta peligrosa aventura, ya que en numerosas ocasiones suena entre la oscuridad y la niebla la flauta de Calíope –su hija asesinada-. En este momento de la historia el héroe aún se encuentra muy torturado por el fallecimiento de su familia, y mantiene la esperanza de conseguir un descanso eterno. Ello le provocará varios sueños a lo largo del juego y tras uno se despertará en el Hades, lugar en el que los caballos de Helios se han detenido. La pista es buena ya que desde este lugar puede ver en el horizonte los rayos del Sol, pero aún le queda mucho camino por recorrer.

Tras muchas batallas, Kratos se encuentra ante el río Estigio –Aqueronte en algunos textos- y Caronte, el barquero del Hades. Esta es la primera vez, salvo que Ascension nos contradiga, que visitamos esta peligrosa tierra a la que regresaremos en varias ocasiones. Pero Caronte no está dispuesto a dejar pasar a Kratos por las buenas y tendrá lugar una batalla. El poder del barquero es poderoso aquí y derrota al espartano, que cae a un abismo. Se despertará encarcelado en el Tártaro, lugar de tormento y sufrimiento eterno más profundo que el Hades mismo.

Durante su escapada de esta hostil prisión encontrará a Hiperión, uno de los titanes, y las cadenas rotas de Atlas. También los Guanteletes de Zeus, un arma en forma de puños metálicos que le proporcionan a Kratos un gran poder divino; con ellos, forjados por Hefesto, Zeus encadenaba a los titanes. Y Kratos sabe para qué los quiere: volver a encontrarse con Caronte y esta vez sí, acabar con él. Gracias a su barco, podrá dirigirse a la luz del Sol.

Durante su estancia en el Hades Kratos continuará con las visiones de su hija Calíope, a la que seguirá. Esto le lleva a encontrarse con Perséfone, la esposa de Hades, reina del inframundo y tejedora de un plan secreto contra el Olimpo. Ella le ofrece un trato a Kratos: olvidar sus pesadillas, algo a lo que el espartano accede, a costa de perder sus poderes. Allí se encontrará con su familia en los Campos Elíseos.

Perséfone descubre entonces sus auténticas intenciones: destruir el pilar que sostiene la Tierra gracias a Atlas ahora que los dioses están indefensos por la acción de Morfeo. Kratos aún se encuentra al servicio de los dioses y decide no sin dolor separarse de su hija, recuperar los poderes y enfrentarse a Perséfone y Atlas en una batalla final en la que vence gracias al Guantelete de Zeus. No obstante, Atlas advertirá a Kratos que los olímpicos no le ayudarán en aquello que busca –el perdón-, a lo que él responde que los servirá fielmente. De esta manera, Atlas quedará condenado a sostener el mundo en sus hombros, el Sol regresará a su lugar y Morfeo volverá al lugar al que pertenece. A Kratos le serán retiradas las armas y protecciones conseguidas en esta misión, y sus pesadillas no cesarán.

God of War

Kratos sigue a las órdenes de los dioses, realizando misiones sobrehumanas y enfrentándose a seres mitológicos como la Hidra, por petición de Poseidón. Los dioses le prometen liberarle de sus pesadillas, pero Kratos empieza a cansarse después de una década de leal servicio sin recibir el perdón. Atenea, que es su contacto más fiable con el Olimpo, le ordena como última misión matar a Ares, que está destruyendo Atenas, y ningún otro dios puede enfrentarse a él por orden de Zeus. La tarea parece inalcanzable para un mortal pero su ansia de venganza personal le hará aceptar el encargo.

Kratos se dirige al oráculo de Atenas para pedir consejo. La respuesta: obtener la caja de Pandora, la única forma de conseguir el poder necesario para matar a un Dios. Con un nuevo objetivo, el espartano se dirige al templo que lo guarda, situado en la espalda del titán Cronos, que vaga en el desierto de las almas perdidas. Tras superar peligros como la presencia de sirenas, consigue atraer a Cronos a una posición cercana a un risco haciendo sonar un cuerno. Desde una posición elevada, Kratos salta a su costado y tras escalar tres días, llega hasta las puertas del Templo de Pandora.

Este templo es una enorme trampa letal y Kratos no ha sido precisamente el primero en intentar alcanzar la caja. Conocerá al primero de los que fallaron en su empeño, ahora convertido en un quemador de cuerpos de aquellos que mueren en la misión. Advertirá a Kratos del peligro, pero naturalmente, el espartano se adentra en el templo convencido de obtener el arma. Se trata de una porción de la historia que lleva tiempo completar debido a los ingenios que su arquitecto, Pathos Verdes III, ha creado sirviendo a los dioses. Durante su construcción, Pathos acabó loco –sus hijos murieron, mató a su mujer y acabó suicidándose-, locura que se refleja en el diseño del templo a medida que avanzamos.

Kratos conseguirá finalmente lo que nadie había logrado: llegar a la caja de Pandora. Pero Ares, que en ese momento se encuentra pisoteando Atenas, se percata de ello y lanza una columna que atraviesa los cielos y con gran puntería alcanza al espartano, que queda ensartado. Kratos muere y va al inframundo, donde se encontrará con algunos personajes que había conocido anteriormente –un hombre que murió tragado por una Hidra-, pero ¿desde cuándo la muerte ha sido un obstáculo para el Fantasma de Esparta? El inframundo es un lugar desolador, con mares rojos y trampas en forma de cilindros con cuchillas. No sin problemas y muchos combates, el Fantasma de Esparta conseguirá salir de este lugar por la tumba que un misterioso ermitaño estaba cavando.

Kratos se dirige al templo del oráculo para enfrentarse de una vez por todas con el mismísimo Dios de la Guerra. Ares está hablando con Zeus y el espartano consigue lanzar un rayo que hace que la caja de Pandora caiga. Por fin puede abrirla y con ello Kratos aumenta su tamaño hasta igualarse a Ares. Tras una batalla que incluye visiones de su familia y dobles de Kratos, Ares consigue desarmar al héroe y arrinconarlo, pero un instante antes de morir, Kratos esquiva el golpe y utiliza una espada enorme que se utilizaba como puente para continuar la lucha y definitivamente matar al Dios. Ares nos recuerda que su intención era conseguir el guerrero perfecto, a lo que Kratos contesta que lo ha conseguido.

Kratos cumple su venganza y pide a Atenea que sus pesadillas sean borradas, tal y como se le prometió. Pero los dioses lloran por su hermano y, aunque ha cumplido con su misión, no se pueden olvidar los crímenes cometidos. Atemorizado por pasar el resto de su vida con la visión del asesinato de su familia, Kratos decide lanzarse por un precipicio con una de las frases más conocidas de toda la saga: "Los dioses del Olimpo me han abandonado, ahora ya no hay ninguna esperanza". Esta era la escena de inicio del juego, ya que el resto se cuenta mediante un flashback y no es hasta la secuencia final cuando descubrimos cómo termina.

Para sorpresa de Kratos, cae al agua pero no muere. Es salvado por Atenea, que le asegura que no es el momento de su muerte, y que al igual que sus crímenes no se olvidan, tampoco sus logros, como el de matar a un Dios. Además, queda una vacante en el Olimpo: la de Dios de la Guerra. Y nadie mejor que Kratos en toda Grecia para ese puesto.

God of War: Ghost of Sparta

Kratos ocupa el trono del Dios de la Guerra, pero el resto de dioses nunca lo ha visto con buenos ojos. Independientemente de este tema, que se explora en God of War II, Ghost of Sparta trata la juventud del guerrero y su hermano Deimos, mencionado hasta el momento de pasada.

Hace años, un oráculo había predicho la desaparición del Olimpo por un guerrero marcado. Zeus y Ares se mostraron preocupados por ello y se fijan en Deimos –hermano de Kratos-, que ha nacido con unas marcas que creen reveladoras. Ares raptará entonces al joven Deimos pese a que Kratos intenta evitarlo –algo que le producirá la cicatriz de su cara-. Deimos acaba encarcelado y torturado por Tánatos, el Dios de la Muerte. La visión de este suceso atormenta a nuestro inestable guerrero ahora convertido en Dios, así que decide visitar Atlántida y descubrir más sobre su pasado. Poseidón intentará que no descubra esta incómoda verdad y para ello enviará a Escila, la criatura descomunal que es la encargada de ese inicio espectacular que todo God of War tiene. Kratos, por supuesto, llegará a Atlántida y se reencontrará con Calisto, su madre. Justo antes de sufrir una terrible transformación, intenta revelarle el nombre de su padre, pero no se descubrirá en este momento. En su lugar, y tras la batalla, le encarga buscar a su hermano. En su marcha de Atlántida, Kratos liberará a Thera y, mediante la erupción de un volcán, la isla será devastada.

El viaje de Kratos le lleva a enfrentarse a Erinias, hija de Tánatos, quien está matando a espartanos para enviar una advertencia al protagonista por su barbarie. Tras una batalla con ella, que tiene la capacidad de transformarse en un enorme pájaro, Kratos llega a Esparta, donde se le empieza a venerar como un Dios –destruyen imágenes de Ares y las sustituyen por la del espartano-. Tras rearmarse, el Fantasma de Esparta se dirige a los dominios de Tántanos, donde encuentra a Deimos, el cual no perdona la tardanza de Kratos por salvarle. Tánatos entra en escena y lleva a Deimos al mismo acantilado en el que Kratos se tiró al inicio del primer God of War, pero el espartano salva a su hermano y se reconcilian. Tánatos revelará entonces que la profecía del oráculo tenía razón, pero que Ares se había equivocado al elegir a Deimos, dando a entender que Kratos era el destinado a acabar con el Olimpo y que su futuro ya está escrito.

Durante el combate contra el Dios de la Muerte, los dos hermanos luchan codo con codo. Tánatos, convertido ya en un enorme demonio, mata a Deimos, algo que saca toda la ira y la fuerza de Kratos, que así puede acabar con el Dios. Tras la lucha, Kratos da una despedida digna a su hermano y se pregunta en qué se ha convertido, a lo que el misterioso enterrador de la saga contesta "La muerte... el Destructor de Mundos". Atenea aparece y le dice a Kratos que ahora no hay nada que lo ate al mundo de los mortales, y por tanto, se ha ganado el derecho a ser un Dios. Pero Kratos ha pagado un precio alto –la muerte de su hermano- y muestra su enfado prometiendo que los dioses lo lamentarán. Se siente una marioneta del destino, tal y como Tánatos le ha dicho. Una vez que Kratos atraviesa un portal para ir al Olimpo, Atenea desvela una de las claves de la saga: "Perdóname, hermano". La revelación sin embargo no pilló por sorpresa a los jugadores, ya que esto queda claro tras el final de God of War II, lanzado antes que Ghost of Sparta.

El juego termina con el enterrador y las tumbas de Calisto, Deimos y una tercera vacía esperando a Kratos. El enterrador exclama que "ahora… sólo queda uno". Kratos, ahora en el puesto de Ares, se encuentra ya en su trono con los poderes de un Dios.

God of War: Betrayal

Betrayal es la única entrega no lanzada en sistemas PlayStation. Es un juego para móviles de acción 2D cuyo argumento no es especialmente relevante para el desarrollo general de la saga.

Kratos comanda un ejército espartano para conquistar Grecia. En la batalla aparece el gigante de múltiples ojos Argos, mascota de Hera, con el objetivo de detener al guerrero. Antes de que Kratos lo derrote, Argos es asesinado por un desconocido que busca acabar con la reputación del Dios de la Guerra ante sus compañeros del Olimpo. Kratos lo perseguirá con la consecuente destrucción a su paso. Cérix, hijo de Hermes, le advertirá de la preocupación de Zeus por el caos que está causando. Kratos se niega a detenerse, lo que causa una batalla y la huida del misterioso asesino. Kratos mata a Cérix, para alegría de los espartanos, pero en su interior sabe que la muerte de un Dios a manos de otro es algo que Zeus no aprueba. Es consciente de que se tomarán medidas por este acto de rebeldía, como así se hará.

God of War II

Kratos ya es un Dios de la Guerra a los ojos de los espartanos, pero su posición nunca ha gustado a otros dioses. El juego comienza con él en el trono, escuchando una petición de un general que lo invoca en una guerra por la "la gloria de Esparta". Aunque Atenea le advierte que no debe destruir la ciudad o ya no contará con su protección, Kratos decide intervenir y cae como un meteorito en Rodas. Su poder de Dios es inmenso, al igual que su tamaño, pero aparece un ave que le quita la mayor parte de sus dones divinos y a la vez da vida al famoso Coloso, una estatua de bronce que estaba en construcción.

Kratos se enfrenta con el Coloso, atacando tanto su exterior como el interior, pero la batalla es desigual y la magia que mantiene vivo a la estatua no desaparece. Llega Zeus, en principio para ayudar, que entrega de la Espada del Olimpo, la misma que se utilizó para derrotar a los titanes. Kratos la acepta no muy confiado pero sabiendo que la necesita para destruir al Coloso. Para utilizarla, debe transmitir sus poderes restantes al arma, algo que hace, y con ella, acaba con la figura metálica –aunque queda malherido cuando una de sus manos cae sobre él-. Antes de alcanzar la espada y recuperar su fuerza, el pájaro blanco aparece y se transforma en Zeus, descubriendo su plan: amenaza a Kratos para que le muestre lealtad o le matará. El Fantasma de Esparta es conocido por no dar su brazo a torcer y, con la poca vida que le queda, se niega. Zeus entonces atraviesa el torso de Kratos y lo mata, así como a todos los guerreros que se encontraban en batalla.

Tras rememorar una vez más su crimen –el asesinato de esposa e hija-, se presenta el tercer bando en esta saga: los titanes. Es Gaia, que como el resto de titanes, no se lleva precisamente bien con los dioses del Olimpo. Le ofrece salir del inframundo y le da una vital información: Zeus sólo puede morir bajo la Espada del Olimpo. Para consumar esta venganza es necesaria una tarea complicada pero no imposible, viajar en el tiempo. El plan consiste en retroceder al instante anterior de su muerte, arrebatar la espada y matar a Zeus. Y para esto, se necesita utilizar el poder de las Hermanas del Destino y su telar.

Kratos esquiva el Hades una vez más –y no será la última- gracias a Pegaso, aunque tampoco se librará de batallas en el aire. Su siguiente paso le lleva al interior de una montaña en la que encuentra a titán Tifón –aunque sólo podemos ver su cara- y Prometeo sufriendo una tortura eterna. Sin embargo, Tifón no es muy amigable con Kratos, pero gracias a su inmovilidad no es un problema para el espartano que va aumentando sus poderes mágicos, aunque esta vez, no se los proporcionan los dioses.

Poco después se deberá enfrentar a retos de ingenio en la Isla de la Creación y más tarde llegará a uno de los escenarios más imponentes de la saga, los Corceles del Tiempo. Ahí se encuentra con Teseo, un personaje legendario a favor de Zeus, que como casi todos los oponentes de Kratos, fallece en violentas circunstancias. El héroe consigue así la llave necesaria para poder avanzar en su aventura e ir recuperando poder gracias a la ayuda de más titanes, como Cronos.

En God of War II tiene lugar un combate muy personal para Kratos: el regreso del infierno del Rey Bárbaro. Las Hermanas del Destino, que ven con preocupación el avance del espartano, resucitan al único enemigo que llegó a doblegarle y ponerle en serios aprietos –Kratos habría muerto de no ser por Ares-. Montado en un fuerte caballo, con espíritus de su lado y una gran maza, el bárbaro se burla del protagonista con la frase "¿recuerdas ese día, espartano?". Pero Kratos es más fuerte que la última vez que se vieron, se enfrenta a su enemigo y esta vez lo derrota sin ayuda divina. Además, obtiene su característico martillo como una de las armas más contundentes del juego.

Kratos se enfrentará a más y más criaturas mitológicas, algo que hace de esta entrega la más numerosa en cuanto a presencia de jefes. Cerbero, Euríale –una de las tres gorgonas reinas-, o el semidios Perseo acaban machacados por la ira del Fantasma de Esparta. Sus pasos lo llevan a cruzarse con Ícaro, con el que se enfrenta. Ambos caen por un precipicio pero Kratos consigue las alas y se salva. A partir de este momento, los saltos más amplios dejarán de ser un problema. Con la caída, Kratos ha llegado al punto más inferior del mundo, que está sujetando un Atlas prácticamente fundido con la roca. La primera intención del titán, como era de esperar, es la de matar a quien lo ha encadenado, pero Kratos consigue evitar morir aplastado y explicar su plan. Para Atlas la idea de ver morir a Zeus es más fuerte que el rencor al espartano y acepta ayudarle con un nuevo poder y ascendiéndolo de vuelta a tierra firme.

Kratos se reencontrará con un viejo amigo, el general espartano que le invocó al inicio de este juego, que nos pone al día con lo sucedido tras la muerte del propio Kratos; Zeus atacó la ciudad de Esparta como represalia por la traición de Kratos. Por un momento el espartano duda de sus posibilidades de hacer frente al Zeus, pero la visión de su esposa que le anima a no rendirse hace cambiar su opinión. Con fuerzas renovadas, derrotará al Kraken y montará a Fénix para dirigirse a su destino final, las Hermanas del Destino. Éstas no se lo ponen fácil, y en el combate contra Átropos se entremezclan escenas vividas anteriormente –como el combate contra Ares al final del primer God of War- mientras la Hermana intenta destruir el puente-espada que Kratos debe utilizar para matar a Ares y cambiar el pasado –es decir, Ares mataría a Kratos-. Los combates contra Átropos y Láquesis son duros, pero el héroe consigue utilizar los espejos mágicos en su beneficio para salir victorioso. Aún quedará Cloto, una Hermana monstruosa y casi amorfa que conoceremos en un combate que mezcla plataformas y puzles.

Tras acabar con las Hermanas, Kratos consigue desplazarse en el tiempo y llegar al instante en el que Zeus está a punto de atravesarle con la espada, algo que evita empujando al Dios y arrebatando la Espada del Olimpo. Hay una lucha entre ambos que Kratos gana y esta vez es él quien tiene la vida de su enemigo bajo el filo de la hoja. Justo cuando va a dar la estocada final, Atenea se interpone y recibe el golpe, momento en el que Zeus aprovecha para huir.

Atenea entonces hace la gran revelación de la saga: Kratos es hijo de Zeus. Dada la progenie del Dios en la mitología, tampoco suena descabellado. Zeus teme que su hijo acabe con él tal y como Zeus hizo con Cronos y éste con Urano. El espartano no se tranquiliza, al contrario, se da cuenta de que todo el Olimpo intentará defender a Zeus para evitar su destrucción, y por lo tanto, tiene a todos los dioses en su contra. Kratos vuelve a la cámara de los hilos, regresa a la batalla entre dioses y titanes, explica la situación a Gaia y rescata a todos los titanes para contar con ellos como aliados, pues todos comparten el mismo odio hacia Zeus. Con esto, la escena final del juego termina mostrando la escalada de los titanes a la montaña del Olimpo y a Kratos sobre Gaia lanzando una amenaza directa: "Zeus, tu hijo ha vuelto y trae la destrucción del Olimpo".

God of War III

El capítulo final en la aventura de Kratos comienza inmediatamente tras el final de God of War II: los titanes se dirigen al asalto final con el espartano dirigiendo su mirada a Zeus. Los dioses no se quedan de brazos cruzados y algunos como Helios y Poseidón se lanzan a la defensiva. Poseidón por ejemplo se deja caer al mar y desde él obtiene el poder suficiente para crear serpientes marinas –con cabeza de caballo- que frenan a los titanes. Kratos debe entrar en escena y acabar con estos enemigos acuosos y otros en la ladera del monte, lugar en el que encuentra la tumba de Ares. Más tarde aparece el propio Poseidón, que tiene cuentas pendientes con Kratos por lo sucedido en la Atlántida. La lucha se salda con la muerte de Poseidón, que cae al mar y como efecto secundario por su fallecimiento el nivel del agua sube, ahogando ciudades costeras e islas enteras. En God of War III, la aniquilación de dioses tendrá efectos en diversos aspectos de la ambientación.

Kratos vuelve a lomos de Gaia y alcanza la cima para enfrentarse cara a cara con Zeus. Pero uno no es el Rey de los Dioses por casualidad, y desata sus rayos hacia Kratos y Gaia, que caen al abismo. Gaia consigue agarrarse a un saliente, pero Kratos queda en peor posición y pide la ayuda para incorporarse; Gaia responde que de hacerlo, ambos caerían. Kratos se da cuenta de que la alianza es sólo interesada y que debe cumplir la venganza por él mismo, sin confiar en nadie más. El espartano caerá al inframundo, y en el río Estigia perderá los poderes adquiridos en el anterior juego.

Pero no todo son malas noticias para Kratos en una tierra hostil como es el Hades: el espíritu de Atenea se aparece ante él. El espartano aún muestra reticencias pues no confía en ningún Dios –y Atenea había muerto defendiendo a Zeus-. Ella explica que ahora puede ver cosas que antes no, y como prueba de su colaboración, entrega las Espadas del Exilio, similares a las viejas hojas del Caos y ofrece un nuevo objetivo para el espartano: debe apagar la Llama del Olimpo. Kratos continúa su avance por el Hades, que en esta ocasión ocupará buena parte de la historia, y encontrará más almas atormentadas, armas como un nuevo arco y un puñado de bestias como crías de cerbero, gorgonas y esqueletos de guerreros.

Uno de los lugares clave de la historia y que visitaremos en más de una ocasión es el recinto de los Jueces del Inframundo. Tres estatuas de reyes: Minos, Radamantis y Eaco nos ponen a prueba y, tras superarlas, nos permiten continuar, momento en el que Kratos escucha una voz de una misteriosa joven, que esta vez no es la de Calíope, su hija. Poco después se encontrará con Hefesto, el dios del fuego y la fragua. En nuestro primer encuentro no sacaremos mucho de él, pero las voces de la chica volverán a escucharse en una llama azul; y nos pide ayuda. Kratos no muestra mucho interés pues tiene una misión bien clara, la de matar a Zeus. Conseguirá la Espada del Olimpo –que había caído con él- incrustada en una estatua y con ella se dirige al Palacio de Hades, el Dios del Inframundo.

Además de enemigos, este lugar guarda el cadáver de Perséfone, esposa de Hades, que murió en Chains of Olympus. Tras resolver puzles, utilizará este altar que pende de cadenas para romper una pared y llegar hasta Hades, que por supuesto no está muy contento por lo sucedido e intenta arrebatar el espíritu del espartano con sus dos garfios. Habrá una dura lucha en la que Hades utilizará varios trucos con sus cadenas pero Kratos irá matando a Hades poco a poco, apuñalando trozos de su corazón y entrañas. Al final del combate, Kratos consigue arrebatar las garras y extraer el alma a Hades, que entonces es engullido por el Estigio. Con esta arma Kratos podrá robar espíritus de los enemigos y utilizarlos en su beneficio, además de nadar por el Estigio sin problemas. Y tras la muerte del Dios, las almas absorbidas durante su vida vuelan libres por todo el Hades.

Kratos se encuentra otra vez con Hefesto, que le explica el funcionamiento del portal de Hiperión, que lleva a su esposa Afrodita. Para poder pasar por él se necesita el alma de un Dios, razón por la que no puede reencontrarse con ella. También explica que Zeus se llevó a su hija Pandora, a la cual creó, y pide que como padre entenderá que desea su vuelta. Kratos vuelve tras sus pasos al portal y, gracias a que cuenta con el alma de un Dios –la de Hades-, llega a Olimpia, que está en plena guerra entre dioses y los titanes que han conseguido llegar a la cima. En esta zona vemos a Helios, lanzando bolas de fuego desde su carro. Kratos también se encuentra con Gaia, que está escalando la ladera y pide ayuda para incorporarse. Pero esta vez el Fantasma de Esparta no se muestra tan amigable tras lo sucedido y corta la mano que le impide el paso; Gaia cae al abismo. Ya en la ciudad, vemos al titán de la destrucción Perses intentando acabar con Helios, que se mueve rápido en el aire. Kratos decide intervenir tras liquidar a una quimera y mediante una enorme ballesta golpea al carruaje del Dios, momento que Perses aprovecha para atrapar a Helios y lanzarlo con fuerza a un lugar cercano.

El espartano prosigue en su avance liquidando cuantas oleadas de enemigos se presentan, incluido un cíclope, y se encara con un malherido Helios que pide clemencia y que recuerde lo sucedido en Chains of Olympus. También le recomienda que se introduzca en la llama del Olimpo, algo que hace enfurecer más a Kratos, que sabe que quien la toca, muere –Hefesto se lo había contado recientemente-. Sin mostrar compasión, Kratos retuerce la cabeza del Dios del Sol y se la queda como objeto para iluminar zonas oscuras, cegar a enemigos y descubrir paredes falsas. Además, su muerte provoca que el cielo se oscurezca y no vuelva a aparecer el Sol.

El siguiente paso es avanzar por la senda de Eos, donde encuentra una gran cadena y una especie de caldera que expulsa vapor. Gracias a las alas de Ícaro, un objeto conseguido en el anterior juego, Kratos puede alzar el vuelo y volver a la parte superior de la ciudad, donde se encuentra otra vez con Perses. Ahora que el espartano sabe que los titanes tampoco son sus amigos, utiliza la Espada del Olimpo para matar al titán. Después, sigue ascendiendo. En la parte superior se encuentra una especie de almacén de grandes cajas de madera, pero por el momento no intuye el propósito de esta construcción. Activa unas palancas y las coloca de una forma que le permiten seguir ascendiendo por la cadena, pero cuando está dispuesto a hacer uso de ella se presenta Hermes, que tras insultarle, asciende y comienza una persecución. Por el camino, Kratos encuentra la Caja de Pandora, pero el preciado tesoro no es tan accesible ya que está protegido por la llama y necesita a Pandora para abrirla. Atenea, que aparece en su forma de espíritu, explica que aún queda poder para hacer frente a Zeus.

El mensajeros de los dioses vuelve a aparecer con su irritante personalidad para burlarse de la velocidad del espartano, y tras una carrera, Kratos utiliza una catapulta para reducir distancias. Por suerte, en la caída deja malherido a Hermes que tras un combate queda completamente indefenso. Kratos se fija en las botas del olímpico y para conseguirlas corta los pies de Hermes, obteniendo así nuevos movimientos para correr por paredes y realizar carreras durante el combate. Con su muerte, aparece una plaga por todo el lugar, dejando el mundo aún más caótico de lo que estaba.

Kratos resuelve más puzles y se enfrenta a nuevos enemigos, hasta llegar a lo que parece un patio o arena. En el balcón superior está Hera, esposa de Zeus, que trata al "hijo bastardo de Zeus" con desdén e incluso le explica el temor que le tiene Zeus. Kratos pregunta por Pandora y entonces Hera, que no puede permitir que sea encontrada, llama a Heracles, un hermanastro celoso que considera que Kratos siempre había sido el favorito de Zeus. Heracles argumenta los trabajos realizados y cómo aun así quien había sido ascendido a Dios de la Guerra había sido el espartano. Kratos no quiere encararse directamente con él y le dice que el reino al que aspira está a punto de derrumbarse, pero el choque es inevitable y ambos demuestran su fuerza física. Finalmente, Kratos consigue los puños metálicos de Heracles, los Cestus de Nemea, y con ellos aplasta a su oponente y de paso hunde el suelo. Con esta arma el héroe puede destruir algún tipo de roca y enfrentarse mejor a los enemigos más resistentes.

El siguiente reto está en la cámara de Poseidón, un lugar protegido por cachorros de cerberos, compuertas y plataformas levadizas. Usando a la Princesa de Poseidón para detener una de las ruedas, Kratos continúa avanzando hasta encontrar una nueva visión de Pandora. En escritos de Poseidón leeremos que Zeus, corrompido por el miedo, ya no es el hermano que él conocía. Después Kratos cruzará el dormitorio de Afrodita y sus siervas, con erótico resultado, volverá a encontrarse con Hefesto, que nos promete una nueva arma que nos facilitará el avance. Para su fabricación se necesita una piedra de ónfalos que se encuentra en el Tártaro, campo de batalla entre titanes y olímpicos. Aquí se cruza con un viejo conocido: Cronos.

El titán que soportaba en sus espaldas el templo de Pandora en el primer God of War no está muy contento de ver a Kratos. Cronos es objeto de un nuevo castigo, y aunque Kratos intenta explicar los motivos por los que tuvo que abrir la caja, éstos no gustan al titán. La lucha comienza en aparente desventaja para el espartano, pero pronto Kratos empieza a hacer uso de su agilidad, la cabeza de Helios y poco a poco acaba con las criaturas que lo protegen. Cronos llega a tragar a Kratos, que aprovecha para conseguir la piedra de ónfalos dentro de su estómago. Después, para Kratos salir del cuerpo no es complicado con las armas que posee, asciende por el cuerpo del titán y lo mata clavando la espada del Olimpo en su frente.

Con la ansiada piedra en su poder, pero también suspicaz, Kratos vuelve a Hefesto preguntando por qué fue enviado a una muerte casi segura. Hefesto asegura que estaba seguro de su victoria, y se pone a crear la nueva arma con poderes eléctricos, pero en un momento dado le traiciona e intenta acabar con él. Kratos, con su nueva arma, mata a Hefesto sin problemas, que en sus últimas palabras pide que proteja a Pandora.

Tras resolver una serie de puzles, el espartano se encuentra en los jardines del Olimpo con Hera, que le advierte que en este lugar su fuerza no le servirá para avanzar y le echa en cara el desastre que está organizando. Pero subestima a Kratos, que resuelve un juego de perspectivas. Antes de marcharse, Hera vuelve a presentarse y, si bien hasta entonces Kratos no había mostrado intención de acabar con ella, tras espetarle un "te deseo suerte con esa pequeña ramera a la que llamas Pandora", el espartano no lo duda y acaba con la esposa de Zeus con sus simples manos. Su muerte marchita todas las plantas de los jardines añadiendo aún más caos al ambiente reinante. Kratos utiliza el cadáver para resolver la última parte del puzle, y prosigue con su venganza.

La siguiente parada es un lugar conocido, el laberinto de Dédalo por el que pasó anteriormente. Tras enfrentarse con un enorme escorpión y conseguir un nuevo poder necesario para activar mecanismos de este "almacén" de enormes cajas, se encuentra con el mismísimo Dédalo, creador de este laberinto y padre de Ícaro. El espartano se dispone a comenzar una serie de pruebas de resistencia y reflejos en un escenario giratorio. Allí encontrará por fin a Pandora que, en la conversación, dice una frase que más tarde tendrá sentido: "La esperanza es lo que nos hace más fuertes. Es la razón por la cual estamos aquí. Es con lo que luchamos cuando todo lo demás se ha perdido".

Superadas las pruebas, Kratos utiliza las alas de Ícaro para bajar a gran velocidad por la cadena del equilibrio y llegar hasta los tres jueces, a los que ya puede destruir con Cestus. Después, remonta el vuelo por el mismo túnel pero ahora de manera ascendente, y se dirige junto a Pandora a la llama del Olimpo, dispuesto a poner fin a su venganza, pero entonces comprende que Pandora debe sacrificarse para apagar el fuego impenetrable. Kratos, que ve en ella a una hija a la que proteger, como a la suya propia, no se muestra muy contento con la idea e intenta buscar otro posible plan. Pandora sabe cuál es su destino y corre hacia la llama azul, pero allí está Zeus para impedir que la chica acabe con la protección; el Dios agarra a Pandora por el cuello y la lanza lejos.

Kratos y Zeus se enfrentan por fin en un combate en el que ninguno de los dos se reserva fuerzas. Kratos gana esta ronda y entonces Pandora, que se levanta de su inconsciencia, se dispone a ir a la llama. Esta vez es Kratos quien se lo impide, y Zeus pide que no suelte la mano de la chica, que no puede volver a fallar como lo hizo con su familia. Estas palabras disparan la ira de Kratos que suelta a Pandora para dirigirse contra Zeus. Cuando ambos están a punto de luchar nuevamente, hay una gran explosión por el contacto de Pandora con el fuego que deja al espartano inconsciente.

Tras recuperarse, Kratos se encuentra solo y frente a la caja de Pandora. La abre esperando el poder para matar a un Dios, pero no encuentra nada. Zeus, sorprendido, se burla de toda la epopeya de Kratos. En cualquier caso, el Fantasma de Esparta decide continuar con la lucha y se dirige a un balcón desde el que se puede ver todo el desastre organizado por la muerte de los dioses. Kratos y Zeus luchan en esta zona pero pronto son interrumpidos por Gaia, que ha conseguido ascender nuevamente el monte desde su última caída. Zeus dice que su elegido ha fallado, que debió escoger al otro –en referencia a Deimos-. Gaia tiene intención de matar a los dos, pero Zeus y Kratos saltan entonces al interior del cuerpo de Gaia, en el corazón del titán. Kratos está dispuesto a matar a Gaia apuñalando su corazón, pero Zeus entra en escena y vuelven a combatir. Después de una dura pelea, Kratos arrincona a Zeus contra la espada y la pared, literalmente. Tras un forcejeo, empuja la espada del Olimpo y atraviesa a Zeus y el corazón de Gaia, que muere y comienza a desintegrarse.

Kratos se levanta y se dirige al cuerpo de Zeus, al que da por muerto. Pero cuando le da la espalda al Dios, el espíritu de Zeus sujeta a Kratos y empieza a asfixiarle; el jugador ve cómo la barra de ítems, magia y vida empiezan a reducirse. Antes de morir, vemos sus pensamientos en un mundo oscuro en el que revive recuerdos de toda su vida, incluyendo el asesinato de su familia. Escucha también la voz de Pandora, ve la muerte de Atenea, ve su intento de suicidio en el primer God of War y encuentra la caja de Pandora, lo que le hace recordar la frase de la niña: "La esperanza es lo que nos hace más fuertes. Es la razón por la cual estamos aquí. Es con lo que luchamos cuando todo lo demás se ha perdido". Kratos abre entonces los ojos, recupera sus espadas, daña a Zeus, y después mata al Dios con sus propias manos de manera definitiva. Su venganza se ha cumplido.

La escena es desoladora, Kratos no sólo ha acabado con Zeus, también ha dejado al mundo sumido en el absoluto caos sin la protección de los dioses. Atenea –su espectro- aparece y le dice que ha hecho bien, ahora el mundo resurgirá pero sin el yugo de Zeus. La diosa de la sabiduría nos explica lo sucedido: cuando Kratos abrió la caja de Pandora la primera vez –antes de luchar contra Ares-, no sólo liberó la energía positiva para matar al Dios de la Guerra, también la negativa, que contaminó a los dioses y especialmente a Zeus, que enloqueció por miedo a la profecía del hijo que acabaría con él. Pero nada de esto satisface a Kratos, que sólo recuerda lo perdido y da por concluido su único objetivo; mientras, Atenea pide que le ceda el poder de la caja a cambio de toda la ayuda prestada. Pero Kratos coge la espada del Olimpo, concentra su poder, y en lugar de acabar con Atenea, se la clava, provocando que la esperanza se distribuya por el mundo. "Me decepcionas espartano" dice Atenea, que se marcha con la espada.

La historia aún nos deja un interrogante. Tras los créditos finales, vemos el lugar donde Kratos se suicidó y un reguero de sangre, pero ni rastro del cuerpo. Por el momento, seguimos sin saber el significado de este mensaje.