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Crítica Uncharted la película - Un entretenido pastiche de Indiana Jones y 007 que no explota todo su potencial

El videojuego de Naughty Dog se adapta a la gran pantalla con una producción firmada por Ruben Fleischer que tiene la pretensión de convertirse en otra saga más.

Durante la última década la industria y la cultura del cine se ha visto afectada por la misma situación que vive el videojuego desde prácticamente su nacimiento. La cartelera está dominada por sagas, películas serializadas y autorreferenciales con temas que se repiten una y otra vez. Una tendencia que, por un lado, ha revitalizado la asistencia a las salas con las películas evento: Marvel, DC, el Mundo Mágico, etc.. Pero a la vez, casi todo lo que se sale de esa estructura queda relegado a los espacios más pequeños de los multicines durante los pocos días que permanecen en cartelera. Lo individual, la originalidad y la creatividad quedan relegadas para la mayoría de los espectadores al consumo en las plataformas de streaming.

En este contexto llega a las salas la primera película de PlayStation Productions. Una cinta basada en un videojuego inspirado en otro videojuego (Tomb Raider) que a su vez se fijó en una saga de películas (Indiana Jones) que nació de la aspiración de sus autores, Steven Spielberg y George Lucas, de hacer algo similar a 007. Uncharted.

Firmada por Ruben Fleischer (director de la divertidísima Zombieland, de su accidentada secuela y de Venom) y protagonizada por la estrella hollywoodiense del momento, Tom Holland, es una película entretenida y por momentos divertida. Pero también es un filme donde la creatividad y la originalidad no se encuentran por ningún lado, todo ello con la pretensión de convertirse en otra saga cinematográfica.

Uncharted, la película, ofrece una historia original a la vez que adapta personajes y situaciones de la tetralogía de Naughty Dog. La cinta nos presenta a un joven Nathan Drake (Tom Holland) que ha dejado atrás el interés en la caza de tesoros inculcada por su hermano desaparecido. Ahí es donde entra Victor "Sully" Sullivan (Mark Wahlberg), quien recluta a Drake para dar con la fortuna amasada por Fernando de Magallanes hace 500 años. Una aventura que les llevará alrededor del mundo y donde siempre tendrán tras sus talones a Santiago Moncada (Antonio Banderas), el villano de turno que afirma ser heredero de todo ese oro, y a su recluta: Braddock (Tati Gabrielle).

De la heist movie a la acción pasando por la aventura ochentera

El guion de Art Marcum y Matt Holloway (Men in Black: International, Iron Man) es consciente de las tendencias actuales en el cine palomitero. Así, la película comienza como una heist movie o película de atracos, un género muy en boga en el último lustro, para transitar posteriormente a la aventura, un tipo de producción más popular hace unas décadas, y de ahí a situaciones más propias de la acción espectacular de 007. Es, sin duda, una idea inteligente tanto para acomodar al espectador como para captar distintos públicos, pero que no está del todo bien llevada a cabo en cuanto a ritmo.

El acto de Barcelona, el más centrado en la aventura y los enigmas, nos entusiasmó apelando a nuestra infancia de revisionados constantes de Los Goonies e Indiana Jones. Por supuesto, el ver este tipo de narrativas en una ciudad española explorando (con mucha libertad y poca importancia) el pasado nacional tiene su interés. Es una de las pocas secuencias no olvidables de la película junto a un final espectacularmente vistoso y ciertos momentos donde Nathan Drake se pone la vestimenta de James Bond.

El problema de Uncharted no es el errático ritmo que desarrolla a lo largo de las casi dos horas de metraje ni en una burda referencialidad constante a los videojuegos (banda sonora incluida) de Naughty Dog, sino en sus personajes. Las dudas sobre la idoneidad de Tom Holland para el papel de Nathan Drake por su edad son lo de menos. Lo importante es cómo han dibujado al cazatesoros: aún más chulesco que en los títulos de PlayStation, con una evolución atropellada y con una emotividad que no funciona. Se fija demasiado en Uncharted 3: La traición de Drake, que ya fallaba en su intento de implicar al jugador con el trágico pasado del cazatesoros. El arco del personaje no cuadra por la menor implicación del espectador: los tiempos son distintos entre un videojuego y una película, pues no llevamos conociendo a Drake durante decenas de horas, sino durante unos minutos.

Sorprende cómo todos los personajes principales de la película son bastante detestables, y sus actuaciones poco inspiradas. Tati Gabrielle trata de dar forma a una cazatesoros implacable y feroz, pero se queda en un intento. Sophia Ali (Chloe Frazer) coprotagoniza algunas buenas secuencias de acción junto a Holland, pero el guion no tiene claro qué rol quiere darle más allá de introducir la inevitable relación romántica que tiene que estar en cada blockbuster. Antonio Banderas se pone en la piel de Moncada, un villano que pretende imponer y atemorizar, y que no consigue ni lo uno ni lo otro por actuación y por el poco tiempo que pasa en pantalla. Pero lo más chocante es la química impostada entre Holland y Wahlberg, con coñas constantes que no entran y que conforme se van sucediendo atestiguan que la relación no funciona.

Uncharted tenía los elementos para convertirse en la primera gran superproducción cinematográfica de 2022: un elenco de estrellas, un guion que conjuga subgéneros de la acción cuya popularidad está certificada, una obra original de la que rascar mucho… Hay escenas que funcionan muy bien y situaciones que nos han devuelto al cine de aventuras más disfrutón y descerebrado, pero el conjunto (los personajes, la evolución a marchas forzadas del protagonista, el ritmo) no acaba de cuajar, y quién sabe si eso impedirá que veamos una nueva entrega de una saga que, si bien es un pastiche, tiene el potencial de revitalizar el cine de aventuras tan querido por muchos en la gran pantalla.