La guerra en Ucrania se ha consolidado como el mayor laboratorio bélico del siglo XXI, transformando por completo el uso militar de los drones. De herramientas improvisadas han pasado a ser la columna vertebral de las ofensivas de ambos bandos, evolucionando con rapidez en una espiral de innovación constante. Lo que hasta hace poco parecía ciencia ficción hoy es una nueva normalidad: enjambres autónomos, actualizaciones improvisadas y ofensivas coordinadas desde tierra, aire, mar y ahora también bajo el agua.
Ucrania sorprende con su nueva flota de drones anfibios: el futuro de la guerra ya está aquí
El más reciente avance ucraniano ha sorprendido incluso a los analistas más veteranos. En una acción sin precedentes, Ucrania ha empleado drones bombarderos lanzados desde embarcaciones no tripuladas de superficie (USVs), convirtiéndolas en pequeños portaaviones móviles.
Estos USVs permiten atacar objetivos clave rusos con precisión quirúrgica, mucho más que otras soluciones marítimas o anfibias, como se demostró en la noche del 1 al 2 de julio, cuando una operación destruyó tres elementos esenciales del sistema de radar Nebo-M, pilar defensivo ruso en Crimea. Los drones despegaron desde la proa de los USVs y liberaron municiones de forma precisa, según mostró un vídeo difundido por Defensa.
A diferencia de los drones FPV tradicionales, que deben impactar directamente, estos nuevos vehículos pueden lanzar varios ataques en una misma misión, portar cargas más pesadas y mantener la conectividad a larga distancia gracias a enlaces satelitales —posiblemente vía Starlink— integrados en los USVs, que funcionan también como nodos de comunicación. Esta descentralización dificulta seriamente la respuesta rusa.
Pero Ucrania no se ha detenido ahí. Días después, el Batallón Northern Eagle documentó el primer ataque exitoso con un dron FPV sumergible, el Shrike Special Edition, en la región de Járkov. Diseñado para operar en entornos acuáticos, el dron se ocultó bajo el agua y destruyó un cruce improvisado ruso, demostrando su capacidad de emboscada y ampliando aún más el abanico táctico ucraniano.
Estos desarrollos forman parte de una estrategia en constante evolución que ya ha mostrado su eficacia: desde el uso de USVs armados con misiles aire-aire —como el Magura V7, que derribó dos cazas Su-30— hasta la creación de plataformas combinadas y reutilizables.
En resumen, como explican en Forbes, Ucrania está esculpiendo un nuevo paradigma bélico. Si el siglo XX fue el de los portaaviones, cazas de sexta generación y submarinos nucleares, el XXI parece pertenecer a flotas invisibles de drones —aéreos, navales y subacuáticos— que operan en red y desde cualquier frente, redefiniendo la guerra moderna desde las costas de Crimea.
