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Ni Neptuno ni Venus: así es Enaiposha, el planeta que rompe los esquemas del universo y que no se parece a ningún otro

Aunque la hostilidad del lugar hace improbable cualquier forma de vida conocida, su estudio es crucial para entender cómo se desarrollan las atmósferas planetarias en condiciones extremas.
Ni Neptuno ni Venus: así es Enaiposha, el planeta que rompe los esquemas del universo y que no se parece a ningún otro
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Actualizado: 16:30 29/3/2025

A 47 años luz de la Tierra, en el sistema de la estrella enana roja GJ 1214, un planeta que hasta hace poco era clasificado como un simple “mini-Neptuno” ha desconcertado a la comunidad científica. Se trata de Enaiposha —también conocido como GJ 1214 b—, un exoplaneta que, gracias a observaciones recientes con el telescopio espacial James Webb (JWST), ha revelado tener una naturaleza muy distinta a la esperada.

Lejos de encajar en las categorías tradicionales, su composición atmosférica ha llevado a los astrónomos a rebautizarlo como un “súper-Venus”, por sus sorprendentes similitudes con Venus, el planeta más infernal del Sistema Solar. Originalmente, Enaiposha fue encasillado como un planeta subneptuniano: pequeños mundos ricos en gases que abundan en la Vía Láctea, pero que no existen en nuestro sistema solar.

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Sin embargo, las lecturas espectroscópicas de su atmósfera realizadas por el JWST revelaron una mezcla compleja y densa de hidrógeno, helio, metano, dióxido de carbono y vapor de agua, lo que sugiere una estructura atmosférica mucho más parecida a la de Venus, pero a una escala descomunal. Su neblina opaca y las densas nubes dificultan la observación directa, pero los investigadores han logrado identificar huellas químicas que lo convierten en una anomalía planetaria.

Un laboratorio natural para estudiar la evolución planetaria

Enaiposha no solo presenta una composición inesperada, sino que además plantea interrogantes clave sobre su formación. Los análisis más recientes también han detectado metales pesados en su atmósfera, una señal que desafía los modelos convencionales de planetología. Su presencia podría indicar que planetas de este tipo —ni completamente rocosos, ni completamente gaseosos— son más comunes de lo que pensamos y representan una clase intermedia aún mal comprendida.

Aunque la hostilidad de Enaiposha hace improbable cualquier forma de vida conocida, su estudio es crucial para entender cómo se desarrollan las atmósferas planetarias en condiciones extremas. Este conocimiento podría ser esencial para interpretar futuros datos de exoplanetas más cercanos a la zona habitable de sus estrellas, donde sí cabría la posibilidad de vida. Enaiposha actúa así como un laboratorio natural que permite ensayar teorías sobre dinámica atmosférica, evolución planetaria y transición entre tipos planetarios.

Este “súper-Venus” pone en evidencia las limitaciones de nuestras categorías para clasificar mundos más allá del Sistema Solar. Su descubrimiento y análisis no solo enriquecen nuestro catálogo de exoplanetas, sino que obligan a la ciencia a replantear las bases de la exploración planetaria. Enaiposha, con su atmósfera misteriosa y su ubicación intermedia entre clases conocidas, podría ser el primero de muchos mundos que nos inviten a redefinir lo que entendemos por planeta habitable, o incluso por planeta en sí.

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