Cada año, un grupo de investigadores convierte el miedo en ciencia. Literalmente. El Science of Scare Project, un experimento iniciado en 2020 por la agencia británica Broadband Choices, mide las reacciones fisiológicas del público ante películas de terror —especialmente su frecuencia cardíaca— para determinar qué títulos provocan los mayores picos de miedo. En su edición de 2025, el proyecto vuelve a sacudir el debate: según los datos, la cinta más aterradora de la historia sigue siendo Sinister (2012), de Scott Derrickson.
El estudio, basado en una muestra de 250 participantes equipados con pulsómetros de precisión, reproduce las películas en condiciones controladas (sala oscura, sonido envolvente, temperatura constante). A lo largo de las proyecciones, los investigadores comparan la frecuencia cardíaca media en reposo con los picos registrados durante las escenas más tensas. El resultado: una clasificación donde la ciencia —no el gusto personal— determina qué títulos literalmente “ponen el corazón a mil”.
Las 10 películas más terroríficas según la ciencia (2025)
- Sinister (Scott Derrickson, 2012) – 86 ppm medias, 131 ppm en el pico.
- Host (Rob Savage, 2020) – rodada durante la pandemia, mantiene el récord de sustos por minuto.
- Skinamarink (Kyle Edward Ball, 2022) – su terror abstracto y lento eleva el estrés basal más que los sustos puntuales.
- Insidious (James Wan, 2010) – un clásico moderno con el rostro del miedo detrás de Patrick Wilson.
- The Conjuring (James Wan, 2013) – la casa embrujada que redefinió el género en los 2010.
- Hereditary (Ari Aster, 2018) – el terror psicológico que provoca picos sostenidos de ansiedad.
- Smile 2 (Parker Finn, 2024) – secuela que duplica la tensión de su predecesora.
- Smile (Parker Finn, 2022) – su sonrisa antinatural sigue figurando entre las pesadillas más medidas del estudio.
- The Autopsy of Jane Doe (André Øvredal, 2016) – una disección tan clínica como angustiante.
- Paranormal Activity (Oren Peli, 2007) – la pionera del falso metraje sigue alterando pulsos.
Los científicos del proyecto explican que Sinister no solo provoca los picos más altos de pulsaciones, sino que mantiene el miedo sostenido durante más tiempo: la película aumenta el ritmo cardíaco un 32% sobre la media durante toda su duración. Según el director del estudio, Daniel Clifford, “el terror más eficaz no es el del sobresalto, sino el de la atmósfera que nunca da tregua”.
El miedo medido como variable fisiológica
El experimento ha inspirado estudios paralelos sobre el impacto del sonido y la iluminación en la percepción del miedo, y ha servido a psicólogos de la Universidad de Westminster para analizar la liberación de adrenalina y dopamina durante la exposición prolongada al terror cinematográfico. Ver una película como Sinister o Hereditary, aseguran, equivale a una sesión breve de ejercicio cardiovascular, con gasto energético de hasta 180 calorías en 90 minutos, algo similar a una caminata ligera.
Con la llegada de Smile 2 al ranking, el Science of Scare Project confirma también un auge del terror psicológico contemporáneo frente a las fórmulas del slasher clásico. Las nuevas producciones no buscan solo sobresaltar, sino perturbar emocionalmente: hablan de trauma, duelo o ansiedad, temas que generan picos más largos y constantes de estrés fisiológico.
