Mientras Silicon Valley lidia con las turbulencias económicas generadas por la nueva oleada de aranceles impulsada por Donald Trump, un nombre resurge con fuerza en Wall Street: Warren Buffett. Con 94 años y una reputación inquebrantable, el llamado "Oráculo de Omaha" ha vuelto a demostrar por qué es considerado el mejor inversor de nuestra era.
Frente al entusiasmo generalizado por las políticas proteccionistas, Buffett optó por hacer lo contrario: vender en silencio participaciones de grandes compañías, acumular liquidez y refugiarse en valores seguros como las letras del Tesoro de EE.UU.
El único miembro del top 20 de millonarios que no ha perdido patrimonio
Sus movimientos —especialmente la desinversión parcial en Apple y Bank of America— no fueron fruto del azar. Desde hace meses, Buffett detectó el rumbo errático del mercado y se anticipó a un desplome que ya afecta a las grandes tecnológicas. El resultado: su fortuna ha aumentado en 11.500 millones de dólares solo en lo que va de 2025, convirtiéndose en el único miembro del top 20 de millonarios que no ha perdido patrimonio en esta etapa convulsa. Hoy ocupa la cuarta posición mundial, por encima de nombres como Elon Musk o Mark Zuckerberg.
Un millonario atípico
Más allá de los números, Buffett sigue siendo un enigma en el universo de los ultra ricos. Vive en la misma casa modesta que compró en 1958 por poco más de 30.000 dólares, no empezó a usar un iPhone hasta 2020 y desayuna a diario en McDonald’s. Su estilo de vida austero contrasta con su filantropía descomunal: ha donado más del 99% de su fortuna a causas benéficas. "Si formas parte del 1% más afortunado, le debes al mundo pensar en el otro 99%", ha dicho en más de una ocasión.
Su éxito, sin embargo, no solo se mide en dólares. Las escuelas de negocio estudian sus decisiones como si fueran ley. Sus frases, repetidas casi como mantras financieros, trascienden lo bursátil: "Nunca inviertas en un negocio que no entiendas" o "la regla número uno es no perder dinero". En plena tormenta económica, Buffett no solo ha reforzado su riqueza, sino que ha recordado al mundo el poder del sentido común y la paciencia estratégica.
