El precio de la memoria RAM se ha disparado en apenas medio año de forma casi obscena. Subidas de entre el 100% y el 400% han convertido un componente históricamente barato en un bien casi de lujo. Kits de 32 GB que en verano se vendían por unos 95 dólares ahora rondan los 400.
En algunas tiendas de Estados Unidos, los precios han desaparecido de las estanterías y solo se comunican en caja, como si se tratara de un producto volátil, sujeto a caprichos diarios, más propio de una pescadería en vísperas de Navidad que de una tienda de informática.
El precio de la RAM golpea al iPhone y coloca a Apple ante su peor escenario posible
Esta escalada no responde a una demanda puntual ni a un fallo logístico aislado. Samsung y SK Hynix han comprometido alrededor del 40% de su producción mundial de memoria a Stargate, la infraestructura de OpenAI. Sumadas a Micron, estas tres compañías controlan el 93% del mercado y han tomado una decisión clara: priorizar servidores y centros de datos frente al mercado de consumo. El resultado ya empieza a notarse. TrendForce anticipa que en 2026 los móviles de gama de entrada volverán a los 4 GB de RAM y que los portátiles económicos se quedarán anclados en 8 GB. Por primera vez en décadas, el hardware no evoluciona: retrocede.
La IA es la causa de la escasez, pero también su principal víctima colateral. Los centros de datos absorben la memoria necesaria para entrenar y ejecutar modelos cada vez más grandes, mientras que los usuarios ven cómo se encarece el hardware imprescindible para usar IA local. El futuro prometía modelos ejecutándose en nuestros dispositivos; la realidad apunta a que tendremos la misma RAM o incluso menos que ayer.
Apple es quien más tiene que perder. Meta, Google o Microsoft pueden apoyarse sin problemas en la nube, pero Apple ha construido su discurso reciente sobre la IA local: privacidad por diseño, procesamiento en el dispositivo y menor dependencia de servidores. Apple Intelligence se sostiene sobre una premisa básica: suficiente RAM y potencia local. De ahí el aumento progresivo de memoria en los iPhone y la normalización de los 16 GB en los Mac con Apple Silicon.
Apple puede asumir costes más altos y subir precios, pero el mercado tiene límites. O puede recortar RAM, lo que dinamita la ventaja competitiva que lleva dos años vendiendo. Otros fabricantes pueden adaptarse reduciendo especificaciones sin grandes consecuencias; Apple no.
La memoria barata se ha acabado. Apple puede pagar más que nadie, pero no controla ni la producción ni las prioridades de un mercado dominado por tres actores. Y su apuesta estratégica por la IA local llega justo cuando el hardware necesario para hacerla viable se ha vuelto prohibitivo.
