Dicen que si algo o alguien te importa de verdad, a veces lo mejor es dejarlo libre. Algo parecido ha tenido que hacer Lilly Wachowski con Matrix, aquel fenómeno que co-dirigió junto a su hermana Lana hace ya un cuarto de siglo y que, en pleno 2025, se ha visto arrastrado por un huracán de reinterpretaciones, teorías y apropiaciones que distan mucho de la intención original de sus creadoras.
Lilly Wachowski denuncia el secuestro de 'Matrix' por la derecha: “Es fascismo puro”
En una conversación con el podcast So True with Caleb Hearon, Wachowski ha reconocido que, llegado a cierto punto y con la magnitud cultural que alcanzó su clásico de ciencia ficción, controlar la interpretación de su obra se vuelve imposible. Su decisión ha sido aceptar el caos y “dejarlo pasar”, intentando vivir sin cargar con la responsabilidad de convencer al mundo entero de lo que ella realmente quiso transmitir.
"Tienes que dejar ir tu trabajo. La gente va a interpretarlo como quiera. Veo teorías locas sobre ‘Matrix’ y cómo la gente ha creado ideologías disparatadas a partir de esas películas, y pienso: ‘¿Qué estáis haciendo? ¡Eso está mal!’. Pero hasta cierto punto, hay que dejarlo pasar... Nunca vas a lograr que todos entiendan lo que tú imaginaste al principio", recuerda la creativa.
El tema se vuelve aún más polémico cuando Wachowski aborda la apropiación de la icónica escena de Neo eligiendo entre la pastilla roja y la azul por parte del movimiento MAGA en Estados Unidos. Según ella, la derecha se apropia de todo: retuerce, transforma y despoja de sentido original los mensajes, para adaptarlos a su narrativa.
"La ideología de derechas se apropia absolutamente de todo. Incluso de puntos de vista de izquierdas, que distorsiona para su propia propaganda y para oscurecer el mensaje real. Esto es lo que hace el fascismo... Cogen ideas que son preguntas universales sobre la humanidad y las convierten en otra cosa, eliminando el peso de lo que representan", concluye.
El caso de Matrix y su evolución a lo largo de los últimos 25 años es un recordatorio brutal de que el cine no existe en el vacío. Político, cultural y socialmente, la película y su legado muestran cómo una obra puede escapar del control de sus creadores y convertirse en un espejo deformado de la realidad que la rodea.















