En la carrera de Kevin Costner, llena de fracasos y grandes pelotazos como la reciente Yellowstone, los focos de Hollywood han iluminado tanto sus éxitos como sus tropiezos -y a la propia Horizon nos referimos-, pero pocos episodios han sido tan determinantes como el que protagonizó con Michael Blake.
No fue una amistad sencilla, ni mucho menos. De hecho, en palabras del propio Costner, Blake fue un auténtico "dolor de cabeza". Pero lo que comenzó como una relación turbulenta terminó marcando para siempre la vida del actor y director.
Kevin Costner y la lección que nunca olvidó: cómo un amigo problemático le dejó el mayor regalo de su vida
Blake, escritor con más sueños que oportunidades, atravesaba una mala racha cuando Costner intentó echarle una mano. "Hice todo lo posible para que consiguiera trabajo", recordaba el actor, "pero siempre recibía las mismas quejas: decían que era maleducado, difícil, imposible de tratar". Aun así, Costner insistía en trabajar con él.
La lealtad es algo que nunca ha escaseado en su código de valores. Pero la paciencia tiene un límite, y la suya se agotó una noche en la que, en plena conversación, su amigo comenzó a despotricar contra la industria y contra personas cercanas a él.
Costner explotó. Lo agarró y lo empujó contra la pared. "Le dije que se callara, que si tanto odiaba los guiones, ¡dejara de escribirlos de una vez!" llegó a decirle el exprotagonista de Yellowstone. Parecía el fin de la amistad. Pero días después, Blake apareció en su puerta sin un sitio donde dormir. Costner, con el corazón más grande que su temperamento, le dejó quedarse en su casa. El precio de su generosidad fue alto: cada noche, Blake acudía a su habitación para leerle lo que estaba escribiendo. Costner, agotado, ya no quería escuchar más.
Hasta que una noche, tras semanas de insistencia, cedió. Tomó el manuscrito y se sumergió en su historia. Al amanecer, tenía la certeza absoluta de que lo que tenía entre manos era algo especial. "Michael, voy a convertir esto en una película", le dijo. Ese guion era Bailando con lobos.
El resto es historia. La película se convirtió en un fenómeno, Costner se consolidó como director y Michael Blake ganó el Oscar al Mejor Guion Adaptado. "Michael fue un escritor hasta el final", reflexionó Costner tiempo después. "A veces, ser fiel a lo que somos significa esperar a que los demás vean nuestro trabajo". Blake, que en aquellos años luchaba contra su propia batalla personal, terminó demostrando que incluso las amistades más conflictivas pueden dar lugar a algo extraordinario.
