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El felino extinto de mas de 30 kilos y casi metro y medio podría volver a España: 'No deberían soltar un superdepredador'

Los grandes felinos ya están probando la conectividad de la Península por sus propios medios, lo que complica la ecuación social y técnica de introducir.
El felino extinto de mas de 30 kilos y casi metro y medio podría volver a España: 'No deberían soltar un superdepredador'
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Actualizado: 9:00 18/10/2025
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Casi un siglo después del último registro —un ejemplar abatido en 1930 en el Ripollès— dos entidades de conservación, Amics del Parc Natural de l’Alt Pirineu y ADLO Pirineu, han puesto sobre la mesa un piloto de reintroducción del lince boreal (Lynx lynx) en el Parque Natural del Alt Pirineu, el mayor espacio protegido de Cataluña.

La propuesta, aún en fase embrionaria, prevé liberar machos esterilizados procedentes de Rumanía para evaluar su impacto ecológico sin riesgo reproductivo, y deberá superar una tramitación escalonada: informe del parque, visto bueno de la Generalitat y, en última instancia, evaluación del Ministerio para la Transición Ecológica. La iniciativa ha sido adelantada por medios nacionales y locales, que precisan la naturaleza “experimental” del plan y su enfoque en zonas aisladas y con baja presencia de ganado.

El argumento ecológico de los promotores se apoya en dos frentes. Por un lado, el lince boreal —más grande que el ibérico— depreda sobre corzo, rebeco, ciervo o muflón, presas que en la cordillera han aumentado de forma notable, lo que permitiría probar si su presencia ayuda a reajustar densidades de ungulados y a modular interacciones con mesodepredadores como zorros o martas (relevantes para especies sensibles como el urogallo). Por otro, el formato castrado y monitorizado permitiría medir efectos sin desencadenar una recolonización autónoma. Los detalles de diseño —procedencia rumana, machos esterilizados, perímetros de seguimiento— figuran en la cobertura publicada en los últimos días.

Ecología y diseño del piloto

El punto más polémico emerge al comparar con el lince ibérico (Lynx pardinus), un endemismo peninsular cuyo salto de “En Peligro” a “Vulnerable” en la Lista Roja de la UICN (junio de 2024) es uno de los mayores éxitos de la conservación europea reciente. Esa actualización se cimenta en una población >2.000 ejemplares y en dos décadas de cría, reintroducciones y recuperación del conejo, su presa clave. Cualquier movimiento que introduzca otro lince en la Península —aunque sea de forma estéril y experimental— se mide contra ese espejo.

A la sensibilidad política y social (ganadería extensiva, caza, seguridad jurídica) se suma un debate estrictamente científico: la hibridación histórica entre ambas especies. Un estudio con ADN antiguo, liderado por la Estación Biológica de Doñana (CSIC) y publicado en Nature Ecology & Evolution (enero de 2024), mostró introgresión de lince euroasiático en el ibérico a lo largo de los últimos milenios; incluso detectó más señal de lince boreal en ejemplares ibéricos recientes que en antiguos, lo que sugiere episodios de solapamiento y flujo génico pasados. Los autores subrayan que la introgresión puede aumentar diversidad genética, pero también que no es intrínsecamente beneficiosa en todos los contextos, por lo que cualquier hibridación futura (natural o inducida) exige precaución y más evidencia.

Hibridación y cautelas científicas

En términos administrativos, la Generalitat y el parque deberán ponderar riesgos y salvaguardas: estatus legal de una especie extinta en Cataluña, protocolos de seguimiento y captura si los individuos cambian de comportamiento, compensaciones si hubiera daños a la ganadería, y criterios de salida del piloto. La experiencia reciente con el retorno natural del lince ibérico a Cataluña —dispersantes detectados en 2025— demuestra que los grandes felinos ya están probando la conectividad de la Península por sus propios medios, lo que complica la ecuación social y técnica de introducir, aunque sea temporalmente, un superdepredador distinto.

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Con el expediente aún en el kilómetro cero, el calendario más realista habla de meses de análisis antes de cualquier decisión. Hasta entonces, el debate deja dos certezas: el Alt Pirineu es un laboratorio vivo con valores de conservación singulares y alta presión social sobre el uso del territorio; y el listón científico y de gobernanza será necesariamente alto, en un país que ha invertido miles de horas y millones de euros en recuperar al lince ibérico y que mira con lupa cualquier intervención que pueda reconfigurar el equilibrio genético y ecológico de su gran felino emblemático.

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