Una parte nada despreciable del gigantesco ecosistema de YouTube está pensada exclusivamente para los más pequeños. YouTube Kids funciona como un universo paralelo, con su propio catálogo, unas normas mucho más estrictas que la plataforma principal y una serie de mecanismos diseñados para salvaguardar la privacidad y seguridad de los menores. En teoría, claro.
El problema es que incluso dentro de ese entorno supuestamente blindado, Disney ha decidido saltarse las reglas. Y no hablamos de una infracción menor. Según informan medios como The Hollywood Reporter, la Comisión Federal de Comercio (FTC) en Estados Unidos ha sancionado a la compañía con una multa de 10 millones de dólares por una negligencia que, aunque pueda sonar técnica, tiene consecuencias graves: no etiquetar correctamente su contenido como “dirigido a niños”.
Disney en el punto de mira: sus vídeos infantiles en YouTube recopilan datos privados y la compañía paga un alto precio por el descuido
Lejos de ser un simple descuido, la propia YouTube asegura que Disney ignoró de forma deliberada el etiquetado obligatorio, configurando por defecto sus vídeos como si no fueran infantiles. Esto, a pesar de que la propia plataforma había revisado más de 300 de ellos. Desde 2019, todos los creadores están obligados a indicar si su material se dirige a menores, un requisito que no solo define el tono del contenido, sino que también limita funciones como la publicidad personalizada, vital para compañías que basan parte de su músculo financiero en la captación de audiencias.
El trasfondo legal es aún más serio. La FTC acusa a Disney de violar la Ley de Protección de la Privacidad en Línea de los Niños, vigente en Estados Unidos desde el año 2000, que exige consentimiento paterno antes de que se recopilen datos de menores. Al omitir el etiquetado, los vídeos de Disney entraban en la misma categoría que los contenidos para adultos, lo que abría la puerta a recolectar datos sensibles y, de paso, incrementar el alcance de sus campañas publicitarias entre un público que debería estar protegido.
La compañía ha aceptado, además del pago de la sanción, implantar un programa de revisión interna para determinar qué vídeos deben estar marcados como infantiles. Y aunque 10 millones de dólares sean poco más que calderilla para un conglomerado como Disney, el golpe reputacional puede ser más peligroso a largo plazo. En un contexto en el que la relación entre grandes tecnológicas, entretenimiento y privacidad infantil está cada vez más bajo la lupa, este tipo de multas funcionan como recordatorio: incluso los gigantes del ocio global pueden recibir un aviso si deciden saltarse las reglas del juego.
