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Científicos españoles consiguen revelar el misterio que esconde el cometa 3I/ATLAS: 'Es una ventana al pasado del Universo'

Hasta entonces, 3I/ATLAS hace honor a su apodo: una “cápsula del tiempo” que nos deja mirar, sin salir de casa, cómo se fabrican mundos en otras cocinas estelares.
Científicos españoles consiguen revelar el misterio que esconde el cometa 3I/ATLAS: 'Es una ventana al pasado del Universo'
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Actualizado: 14:16 21/10/2025
3i/atlas

Un equipo liderado por Xabier Pérez Couto (CITIC–Universidade da Coruña) ha calculado hacia atrás la órbita de 3I/ATLAS durante los últimos 10 millones de años, apoyándose en la astrometría de Gaia (ESA) para rastrear encuentros estelares cercanos y comprobar si alguna perturbación pudo moldear su trayectoria. El estudio —difundido como preprint y remitido a The Astrophysical Journal— no halla encuentros lo bastante intensos como para alterar significativamente su camino, reforzando la idea de que estamos ante un viajero formado en otro sistema planetario que cruza ahora el nuestro en una órbita hiperbólica.

Por su capacidad para preservar hielo, polvo y química del entorno natal, los autores lo definen como una “cápsula del tiempo” primordial que permite comparar, por primera vez con buen detalle, materiales de más allá del Sol.

El objeto fue detectado el 1 de julio de 2025 por el sistema ATLAS (Asteroid Terrestrial-impact Last Alert System) desde su estación en Chile y es solo el tercer visitante interestelar confirmado tras 1I/ʻOumuamua (2017) y 2I/Borisov (2019). Las primeras efemérides indicaron un paso por el Sistema Solar interior sin riesgo: no se acercará a menos de ~270 millones de kilómetros de la Tierra. Desde entonces, telescopios espaciales y terrestres han seguido el cometa para medir su brillo, estimar el tamaño del núcleo y caracterizar su coma.

Hubble publicó en agosto y septiembre imágenes con una envoltura en forma de lágrima que delata sublimación activa a grandes distancias, mientras ESA organizó campañas coordinadas con Mars Express y ExoMars para observar el visitante desde la órbita marciana.

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Química y actividad de un viajero interestelar

Más allá de la dinámica, 3I/ATLAS está aportando química comparada entre sistemas planetarios. Un equipo en EE. UU. reportó recientemente emisión de radical hidroxilo (OH) en ultravioleta —un trazador indirecto de agua— detectada con el observatorio Swift, a una distancia solar en la que la mayoría de cometas “domésticos” aún no liberan vapor; el grupo interpreta el fenómeno como sublimación lejana o desprendimiento de fragmentos helados que exponen hielo fresco. La “radiografía” de ATLAS contrasta con la sequedad aparente de ʻOumuamua y con la riqueza en monóxido de carbono de 2I/Borisov, lo que sugiere que cada visitante interestelar mapea un tipo de fábrica de cometas diferente. Para la comunidad, esta diversidad es la pista más sólida de que los discos protoplanetarios —y por tanto los “recetarios” para construir planetas— varían mucho entre estrellas.

En el frente español, el equipo de Pérez Couto explotó Gaia DR3 para simular, con propagación de incertidumbres, el recorrido del cometa en el potencial galáctico y buscar pasos a <2 parsecs de estrellas con astrometría y velocidades radiales de alta calidad. Identificaron 93 encuentros nominales (62 con significancia ≥2σ) sin evidencias de perturbación relevante, un resultado compatible con un expulsado durante las primeras etapas de su sistema de origen —probablemente por interacciones con gigantes gaseosos en migración o por pasos estelares en un cúmulo natal— que desde entonces ha viajado prácticamente “en libre”. Este tipo de reconstrucciones, imposibles hace una década, ilustran el salto que supone disponer de un censo cinemático galáctico como el de Gaia.

Reconstrucción galáctica con Gaia

Observacionalmente, 3I/ATLAS ha sido un objetivo prioritario por su brillo relativamente accesible y su geometría de paso. NASA centraliza efemérides y material científico para la comunidad, mientras que boletines divulgativos han remarcado su paso seguro y el interés de seguirlo a múltiples longitudes de onda (óptico, UV, infrarrojo) para descomponer su coma en especies volátiles y polvos. Para el público general, el mensaje es claro: aunque no será visible a simple vista como las grandes apariciones históricas, sí está dejando datos finos que anclan modelos de formación y evolución de cometas en otros sistemas.

El balance científico provisional es nítido. Primero, confirma que los objetos interestelares no son rarezas únicas, sino una población que empezamos a muestrear. Segundo, demuestra que la astroquímica más allá del Sol es heterogénea, y cada visitante puede apuntalar o desafiar nuestras teorías. Y tercero, abre la puerta a diseñar misiones de intercepción rápida —un viejo sueño de la comunidad— que, si se activan con antelación suficiente, podrían sobrevolar o incluso muestrear el próximo 4I/… que entre en nuestra esfera de observación.

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