China sabe dónde pueden hacerle daño a su reputación. El gigante asiático sabe cómo combatir los problemas que afectan a su imagen pública. Los ciudadanos hablan de impuestos, política, medicina, nutrición, o deporte y, en este ámbito, los streamers chinos son cada vez más populares. Los creadores de contenidos tocan temas mucho más serios que simples videojuegos o series de televisión y no siempre lo hacen con rigor.
La desinformación y los bulos circulan con facilidad entre sus millones de seguidores. Hasta ahora. China ha decidido poner fin a esta improvisación de manera radical: si quieres hablar de algo, primero tienes que estudiarlo.
China impone universidad obligatoria a influencers y streamers: busca evitar bulos
La medida, impulsada por la Administración de Ciberespacio de China (CAC), busca frenar la propagación de falsedades y reforzar la credibilidad de quienes ejercen influencia online. A partir de ahora, cualquier streamer o influencer con más de un millón de seguidores que quiera abordar asuntos como medicina, derecho o historia deberá acreditar la formación adecuada: un título universitario, una certificación oficial o una licencia reconocida. No es solo una formalidad: es un requisito para poder opinar con autoridad.
El control no queda solo en la teoría. Plataformas como Douyin (la versión china de TikTok), Bilibili o Weibo serán las encargadas de verificar las credenciales de los creadores y asegurar que sus contenidos incluyan referencias claras, descargos de responsabilidad y transparencia sobre sus fuentes. Además, tendrán que “educar” a sus seguidores, explicando cuándo un contenido se basa en estudios, informes, inteligencia artificial o simplemente en la opinión personal del creador.
La pandemia de COVID-19 fue un punto de inflexión. Durante aquellos años, teorías conspirativas y curas falsas se multiplicaron, y un pequeño grupo de influencers fue responsable de gran parte del contenido antivacunas. Según un estudio del Centro para Contrarrestar el Odio Digital, solo 12 personas generaron el 65% de este tipo de información. Esa experiencia dejó claro a las autoridades chinas que había que actuar, y hacerlo de manera drástica.
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