Probablemente muchos de vosotros sois asiduos consumidores de estas bebidas energéticas, que pueden verse en las salas de estudio o en las oficinas de trabajo. Estos brebajes incluyen una gran cantidad de sustancias estimulantes como la cafeína, que ayudan a los consumidores a combatir la sensación de cansancio y fatiga. Sin embargo, también pueden poner en riesgo la salud de los usuarios, como ha sido el caso de un joven de 21 años de Reino Unido: tuvo que ser ingresado en la UCI de un hospital de Londres, presentando graves problemas cardíacos, respiratorios y psicológicos. Estuvo consumiendo hasta cuatro latas de bebida energética al día durante dos años, el equivalente a dos litros al día.
El lado oscuro de las bebidas energéticas
Tal y como se informa en el BMJ Case Reports de esta semana, los médicos de este hospital londinense explican que el paciente tuvo que ser trasladado de urgencia a la unidad de cuidados intensivos.
Todo ello después de haber experimentado durante cuatro meses insuficiencia respiratoria, falta de aire al estar acostado y pérdida de peso. Además, el equipo médico también descubrió que había estado sufriendo episodios de indigestión, temblores y palpitaciones cardíacas en el pasado, pero no buscó atención médica.
El paciente reveló después que, de manera habitual, bebía una media de cuatro latas de 500 mililitros de bebida energética al día. Esta costumbre la había estado desarrollando en los últimos dos años. Las consecuencias no sólo han sido físicas: también han arrastrado consigo graves problemas de salud mental, por lo que sostiene que debería existir mucha más concienciación sobre los riesgos del consumo de este tipo de bebidas.
El estado del paciente era tal que los médicos incluso consideraron realizar un trasplante de corazón y riñones. “Finalmente fui admitido en la UCI. Esta experiencia fue extremadamente traumática por varias razones. Primero, estaba sufriendo de delirios, tenía problemas de memoria hasta tal punto que no podía recordar por qué estaba en la UCI. En segundo lugar, estaba constantemente asustado porque estaba luchando por moverme o hablar, esto eventualmente me llevó al insomnio; A menudo no me dormía hasta la madrugada ”, explica el paciente. "Finalmente, a menudo me frustraba cuando no podía pensar en las palabras para hablar cuando quería algo, y esto a menudo me hacía sentir abrumado por emociones como la ansiedad y la depresión", agrega.
Por suerte, sus síntomas cardíacos y sus funciones vitales mejoraron significativamente con el tratamiento farmacológico y reduciendo totalmente su consumo de bebidas energéticas. "Creo que son muy adictivas y demasiado accesibles para los niños pequeños", señala este paciente. El hábito, de hecho, le obligó a abandonar la universidad porque era incapaz de concentrarse en sus estudios. "Deberían hacerse etiquetas de advertencia, similares a las de fumar, para ilustrar los peligros potenciales de los ingredientes de la bebida energética”, concluyó el paciente.
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