Amanda Seyfried fue una de las caras del nuevo Hollywood durante años. De 35 años de edad, Seyfried se labró una carrera participando en numerosas películas desde los 14, aunque su primer gran trabajo, al menos en el cine, fue Chicas malas, la comedia adolescente de culto. Mientras compaginaba su aparición en grandes producciones, la actriz apareció en series como Veronica Mars y parecía estar en casi todos los sitios en los que mirábamos. Pero dijo basta. Comenzó a sentirse desbordada y casi desapareció de la vida pública. Ahora, tras su nominación al Oscar por su papel en Mank, confiesa que ha sufrido ataques de pánico y que no pudo lidiar con su fama (vía The Insider).
Se sentía paralizada e incapacitada
Ser una actriz de repercusión internacional no es fácil y hay que valer. Seyfried pasó de ser una desconocida a ser una de las caras más famosas de la industria, apareciendo en películas y series por doquier. Amanda Seyfried ha confesado una entrevista para The Today Show que ha intentando convivir con la fama durante dos décadas, pero que pese a sus avances a la hora de controlarlo, sigue lidiando con la ansiedad y numerosos ataques de pánico. La intérprete afirma que estar bajo el foco de Hollywood y la farándula que lo rodea todo, le ha perjudicado en su día a día. "Para mi, es casi como de vida o muerte. Así es un ataque de pánico, de verdad. Tu cuerpo opta por la pelea o la huida", explica. "La avalancha de endorfina y la descarga que tiene lugar después de un ataque de pánico es algo extraordinario", continúa.
"Es curioso, pues te sientes muy aliviada y tu cuerpo se recupera de alguna forma. Es muy raro porque es fisiológico, pero todo empieza en tu cabeza", comenta. Amanda Seyfried es consciente que su nominación a los Oscar por Mank, la película de David Fincher sobre la concepción de Ciudadano Kane, la ha vuelto a poner en el centro de todas las miradas. Pese a que ella ha intentando explicar que es una persona normal, y que no quiere que la traten como a una estrella de Hollywood, la gente no comprende lo que significa y se aparta de su camino o la trata como si estuviese en presencia de una figura casi totémica. "Cada vez que conozco a alguien, estoy desesperada por hacerle entender que me puede hablar. No sé, quiero conectar como el resto del mundo, porque soy como el resto del mundo", argumenta la actriz de Los miserables, que estuvo cerca de participar en Guardianes de la Galaxia pero rechazó el papel de Gamora.
Para evitar que el miedo y la ansiedad hagan mella en su día a día, la actriz se mudó de Los Ángeles a Nueva York, zona en la que tiene una pequeña granja. Amanda, que se enteró de su nominación a los Oscar por una llamada de su madre, cree que vivir rodeada de animales le ha ayudado a controlar sus propios miedos. "Siempre quise vivir en una granja. Necesito sentirme anclada en un lugar que sé que siempre va a estar ahí", concluía. Mank está disponible en Netflix y es una de las favoritas a los Oscar.
