La extinción de los dinosaurios sigue siendo un misterio que involucra muchas explicaciones, teorías y corrientes de pensamiento. Lo que sabemos, de forma más o menso clara, es que hace 66 millones de años, un asteroide 10 kilómetros de largo impactó contra la Tierra, desencadenando la extinción masiva de los dinosaurios. Este colosal impacto generó el cráter de Chicxulub, de aproximadamente 200 kilómetros de ancho, en lo que hoy es la península de Yucatán, en México. Y con él, un cambio climático masivo que borró de la faz del planeta a estos animales. Pero ahora cobra fuerza una segunda teoría que podría complementarse con lo relatado durante años por la comunidad científica.
Misterio resuelto: un nuevo hallazgo sobre la extinción de los dinosaurios revela cómo desaparecieron de la Tierra e implica un segundo meteorito
Durante décadas, este evento fue considerado la única causa del fin de los dinosaurios. Sin embargo, un nuevo hallazgo ha puesto en duda esta teoría única, ayudando a arrojar algo más de luz sobre su desaparición. Como os contábamos hace unos meses, científicos de la Universidad Heriot-Watt de Escocia han descubierto un segundo cráter, denominado Nadir, que podría haber sido causado por otro asteroide que impactó en la Tierra casi al mismo tiempo que el de Chicxulub. La combinación de ambos factores habrían desencadenado un infierno difícil de soportar para cualquier tipo de forma de vida, cambiando las condiciones ambientales del planeta durante años y generando nubes de polvo que nublaron los cielos de la Tierra, envenenaron las aguas y destruyeron la flora y fauna de manera irremediable.
El cráter Nadir, localizado en el océano Atlántico, frente a las costas de Guinea, África Occidental, es el resultado del impacto de un asteroide de aproximadamente 400 metros de ancho. Este cráter tiene unos ocho kilómetros de diámetro y se encuentra a una profundidad de 300 metros bajo el lecho marino. En la investigación, el equipo responsable del descubrimiento propone tres posibles orígenes para el gran cráter.
Una teoría sugiere que un fragmento del mismo cuerpo que originó el asteroide de Chicxulub se desintegró al acercarse a la Tierra. Otra hipótesis plantea que una colisión masiva en el cinturón de asteroides envió varios meteoritos hacia nuestro planeta en un período cercano, con apenas unos cientos de años de diferencia. La tercera posibilidad es que ambos impactos ocurrieron por pura coincidencia, siendo, como suele decirse, un caso de mala suerte. Ahora, gracias a la tecnología avanzada de análisis del fondo oceánico, los investigadores han podido evaluar las consecuencias de este impacto y estimar la fuerza con la que golpeó la Tierra.
Según sus cálculos, cuando el asteroide atravesó la atmósfera, se convirtió en una bola de fuego que brillaba 25 veces más que el Sol, provocando un potente terremoto y una serie de tsunamis, algunos de los más terribles jamás registrados. Aunque los efectos de este impacto fueron devastadores, los científicos subrayan que fueron bastante menores en comparación con los del asteroide de Chicxulub pero que, de una forma u otra, contribuyeron a complicar aún más las circunstancias que llevaron a la desaparición de estos seres que podrían estar condenados desde hace mucho tiempo. Pese a que tenemos más información que hace unos años, parece que la extinción masiva de finales del Cretácico, una de las que ha sufrido la Tierra, sigue siendo un misterio.