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Hitler prometió un coche para cada alemán con Volkswagen y acabó estafando a miles de personas

Estableció un plan de pago por adelantado, por lo que el proyecto lo financiaron los alemanes.

En el crisol de la historia automovilística, pocos nombres resuenan con tanta fuerza como el de Volkswagen y su emblemático 'escarabajo', una pieza de ingeniería que se convirtió en símbolo tanto de la industria como de la cultura popular. La génesis de este gigante del motor se remonta a la Alemania de 1933, bajo la sombra de la recién inaugurada cancillería de Adolf Hitler. En aquellos días de ambiciones expansivas y consolidación dictatorial, la visión de Hitler sorprendentemente se desvió hacia un proyecto que parecía trivial en comparación con sus conocidas aspiraciones de conquista: la creación de un automóvil accesible para el pueblo alemán. El país, aún asfixiado por las secuelas de la Gran Depresión y las reparaciones del Tratado de Versalles, veía en el automóvil un lujo inalcanzable, reservado para una minoría.

La industria automotriz alemana, entonces en un ciclo recesivo agudo, encontró un insólito valedor en Hitler, quien se reunió con Ferdinand Porsche, el renombrado ingeniero, para discutir la fabricación de un 'coche del pueblo' o Volkswagen. Este vehículo no solo debería ser económico, permitiendo que un trabajador medio alemán pudiera adquirirlo, sino también práctico, capaz de albergar a una familia y alcanzar velocidades considerables. Este encuentro entre el dictador y el ingeniero marcó el nacimiento de lo que sería uno de los proyectos más ambiciosos y revolucionarios en la historia del sector automotriz, apoyado por el estado nazi sin restricciones financieras.

Con el respaldo del régimen y bajo la égida de la organización nazi 'Fuerza a Través de la Alegría', el proyecto Volkswagen cobró vida. En poco tiempo, la idea se materializó en el primer modelo de Volkswagen, y para 1938 se había establecido una fábrica en Fallersleben (hoy Wolfsburgo) con el objetivo de producir en masa el vehículo. Hitler proclamaba ambiciosamente que esta fábrica se convertiría en la más grande del mundo, superando incluso a Ford. Sin embargo, la realidad de Alemania, a punto de sumergirse en la Segunda Guerra Mundial, alteraría drásticamente el curso del proyecto.

Cambio de planes

El modelo Volkswagen, diseñado para ser accesible mediante un sistema de ahorro anticipado, se vio truncado por el estallido de la guerra. A pesar del entusiasmo inicial, con cientos de miles de alemanes participando en el plan de ahorro, la fábrica de Volkswagen se dedicó exclusivamente a la producción de maquinaria de guerra, dejando el sueño del 'coche del pueblo' en suspenso. La guerra no solo reorientó la producción de Volkswagen hacia fines militares, sino que también convirtió a la fábrica en un objetivo estratégico para los aliados, poniendo en evidencia la instrumentalización de la industria civil por parte del régimen nazi para sus propósitos bélicos.

El desenlace de la guerra dejó a los participantes en el plan de ahorro frente a una amarga realidad: sus contribuciones habían financiado, sin saberlo, el esfuerzo de guerra nazi en lugar de asegurarles un automóvil. La posguerra trajo consigo un complicado proceso legal que, tras años de litigios, culminó en una solución de compromiso por parte de Volkswagen: ofrecer descuentos en la compra de vehículos o compensaciones monetarias a los afectados. Este episodio, aunque oscurecido por el éxito posterior del Escarabajo y el auge de Volkswagen como potencia automotriz, permanece como un recordatorio de las promesas incumplidas y las manipulaciones del Tercer Reich, subrayando el impacto profundo de la política en la industria y la vida cotidiana de los ciudadanos.