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¿Comer ultraprocesados durante un mes? Este médico lo hace y el resultado es aterrador

El doctor del Reino Unido Chris Van Tulleken, en colaboración con la BBC, realiza un curioso experimento: comer únicamente alimentos procesados durante un mes.

¿Comemos bien? ¿Sabemos qué comemos? En nuestra sociedad nos hemos acostumbrado a, por motivos de trabajo, economía o tiempo, no dedicar el suficiente espacio en nuestro día a día a la alimentación. Nos cuesta demasiado ponernos a cocinar, no solemos mirar demasiado qué ocultan los ingredientes de aquello que compramos o consumimos en los supermercados y nos importa poco qué nos echen al plato siempre y cuando esté rico. Cuando el tiempo y la cartera deciden la lista de la compra por nosotros, entramos en el terreno de los alimentos ultraprocesados, los más baratos y deliciosos, pero no por ello más recomendables para nuestra salud. ¿Os imagináis qué pasaría si ingerimos casi exclusivamente ultraprocesados durante un mes? Este doctor de Reino Unido lo ha hecho, y no os recomendamos que sigáis esta dieta en casa (vía Gizmodo).

Comer ultraprocesados de forma esporádica no es malo, pero no se puede abusar

Sí, es algo evidente, pero el problema es que no todo el mundo puede permitirse comer bien. El doctor Chris Van Tulleken ha querido realizar un sencillo experimento, como el que otras personas han hecho con anterioridad, en el que ha ido comiendo ultraprocesados, grabándose y haciéndonos partícipes durante su terrible evolución a lo largo de un mes. Más allá del peso que ha ganado, Tulleken explica que lo que más le ha sorprendido ha sido la paulatina evolución que ha sufrido su cuerpo y su tolerancia a este tipo de productos alimenticios, convirtiéndose en un ávido consumidor, un adicto en potencia, de muchas de ellos.

El doctor, que ha documentado todo el proceso de degradación que ha sufrido su organismo al basar su dieta en cantidades ingentes de azúcares y grasas, ha seguido un régimen alimenticio que lo obligaba a comer al día un 80% de alimentos ultraprocesados, una cantidad muy grande y poco saludable, pero que es la misma proporción que el 20% de la población del Reino Unido sigue en sus casas.

Y es aquí cuando entramos en el debate de fondo. La alimentación de Occidente ha cambiado en las últimas décadas a peor, y la obesidad infantil se ha multiplicado por diez a nivel mundial durante los últimos 50 años. Según este doctor, al menos el 21% de los niños que acuden a la escuela primaria en Reino Unido son obesos, y las razones económicas son fundamentales. En los supermercados de Reino Unido, cuesta el doble obtener 100 calorías de frutas, verduras y pescado frescos que de alimentos preparados. Las familias con menores salarios o las que están compuestas por más miembros tienen un menor acceso a alimentos de calidad, y deben dividir el exiguo presupuesto que manejan para comprar comidas preparadas o de menor precio. Además, colmados de ingredientes como potenciadores del sabor, estos ultraprocesados son muy adictivos y generan una ansiedad en el consumidor que lo hace volver una y otra vez al mismo producto.

Las razones económicas llevan a miles de familia a depender de estos productos, pues la fruta, el pescado y la carne fresca es cara en muchos países

El experimento del doctor lo ha dejado claro, es incapaz de dejar de comer un buen número de pasteles o pizzas congeladas gracias a la mezcla de sal, azúcar y grasa, haciéndose un auténtico adicto a según qué productos. Tulleken, que ha pasado unos 30 días siguiendo esta dieta, visitó al terminar su experimento a la doctora Rachel Batterham, profesora de obesidad, diabetes y endocrinología en el University College London, confirmando lo que ya sabíamos. Ha ganado más de 6 kilos en apenas 30 días y su sistema endocrino está patas arriba. Como señala la doctora, estos alimentos procesados alteran nuestro organismo y nos modifican los sistemas hormonales que nos indican cuándo nos sentimos llenos y debemos parar de comer, unos mecanismos cerebrales que han caído a merced de los grandes productores de comida, como Nestlé, que ha llegado a reconocer que el 60% de sus productos no saludables pero que no pueden dejar de venderlos debido a la alta demanda.