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Fecha de lanzamiento:
PS4, PC:
PS5, XSX:
FICHA TÉCNICA
Desarrollo: IllFonic
Producción: Sony
Distribución: PlayStation Network
Precio: 39,99 €
Jugadores: Multijugador
Formato: Descarga
Textos: Español
Voces: Inglés
Online: Sí
ANÁLISIS

Impresiones Predator: Hunting Grounds; más multijugador asimétrico

Illfonic, los desarrolladores de Friday the 13th: The Game, firman un shooter cooperativo en el que un jugador controla al Depredador y otros cuatro a soldados bien armados.
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Actualizado: 21:31 17/8/2020
Versiones PS4, PC, PS5, Xbox Series X/S. También disponible en Ordenador, PlayStation 5 y Xbox Series X/S.

Predator, la obra y personaje creada por los hermanos Jim y John Thomas a finales de los ochenta, ha aparecido en multitud de juegos compartiendo título con otro ser insignia de la ciencia ficción cinematográfica: el Alien de H.R. Giger. La mayoría de esos videojuegos se pueden calificar como buenos o, al menos, decentes. Pero los protagonizados en solitario por el Depredador no han corrido la misma suerte, y en esta ocasión la situación no es distinta.

Predator: Hunting Grounds es un juego exclusivo de PlayStation 4 distribuido por la propia Sony y desarrollado por Illfonic, los creadores del terrorífico multijugador asimétrico Friday the 13th: The Game. El concepto de aquel juego se traslada aquí: cuatro jugadores encarnarán a soldados armados hasta los dientes con una misión por cumplir, y un quinto jugador controla al Predator, quien debe dar caza al resto. El problema es que, a pesar de ser una idea interesante, a los mandos el juego nos recuerda una y otra vez el mismo adjetivo: torpe.

En Madrid Games Week 2019 hemos podido jugar tres partidas al título con otros cuatro jugadores, dos como soldados y una como Predator.

Ninguna de ellas nos ofreció las sensaciones que esperábamos encontrarnos en un juego con este título: ni como soldados nos sentíamos atemorizados por esa criatura que acechaba entre los árboles, ni como Predator nos veíamos como una criatura todopoderosa y visceral.

Soldados contra una inteligencia artificial del siglo pasado

Al empezar una partida de Predator: Hunting Grounds en el equipo de los soldados podremos elegir entre cuatro clases distintas: unos llevan francotiradores, otros ametralladoras, otros rifles de asaltos… En definitiva, sus diferencias radican en el armamento y en los objetos que llevan equipados. En la pantalla donde se seleccionaban había una opción para cambiar el equipamiento, pero en esta versión de prueba estaba desactivada.

Una vez cargada la partida, aparecíamos en uno de los mapas del juego: una jungla con una base militar escondida entre los altos árboles. Había que prestar atención al radar, donde se nos marcaban los enemigos cercanos, para impedir que nos pillaran desprevenidos: si uno nos detecta, todos los otros soldados de la inteligencia artificial que estén cerca vendrán a por nosotros, por lo que lo mejor era matarlos a distancia; de manera sincronizada si había varios.

Con los soldados enemigos hay que intentar acabar sigilosamente para que no se nos echen encima todos sus compañeros cercanos.

Pero realmente, el término inteligencia artificial puede llevar a equívocos aquí, porque precisamente inteligencia no vimos mucha. Los enemigos se comportan como en un shooter de hace décadas, o como en un juego de tiros para teléfonos móviles de hace años: te disparan desde lejos sin acertar demasiadas balas, y cuando están cerca de ti, no se preocupan por moverse o cubrirse, sino que se quedan estáticos lanzando balas.

Al menos, hay cierto reto al entrar a las zonas de búsqueda, áreas del mapa en las que los enemigos vendrán a por nosotros en oleadas de gran tamaño que nos pondrán en un aprieto si nos hemos separado del grupo.

El problema es que acabar con ellos no es divertido porque el gunplay se siente torpe. Apenas hay diferencias en el sonido y la sensación que dan las armas al disparar: parece que estemos disparando con una pistola Nerf en lugar de con un arma de gran calibre. Lo que sí es satisfactorio son los tiros a la cabeza: las calaveras de los enemigos revientan con un sonoro "pluf" y de los cuellos rebosará sangre como si hubiéramos descorchado una botella de champán. El juego es realmente gore en ciertos momentos.

Hemos visto distintas clases de enemigos: de asalto, francotiradores, pesados… Ninguno de ellos era demasiado inteligente, la verdad.

Es algo positivo dentro de un juego que no llama precisamente ni por lo gráfico ni por lo artístico. Las texturas son pobres y los efectos de iluminación son muy planos, aunque la peor parte se la llevan las animaciones. Hemos visto enemigos girar sobre sí mismos como si una mano invisible les hubiera dado la vuelta repentinamente, y también nos hemos quedado atascados al girar por los pasillos de un edificio militar debido a un sistema de colisiones al que le falta bastante trabajo. También hemos echado en falta un sistema para agarrarse y subirse a salientes: es frustrante no poder subir un pequeño montículo de tierra mientras el Depredador nos persigue entre los árboles de la jungla.

Porque el Depredador, siendo soldado, se siente totalmente descompensado. No hablamos de que sea imposible vencerlo yendo en solitario: eso es obvio, y así debe ser. El problema radica en que es difícil de detectar por el grupo y que, si nos pilla a todos en un espacio relativamente cerrado, significa una muerte asegurada.

Cuando un jugador muere, lo que ve en pantalla es la cámara del Predator en tercera persona y puede realizar una única acción para que no se quede durante varios minutos mirando la pantalla sin hacer nada: pulsar el botón triángulo para alertar a los aliados de que el monstruo está cerca de ellos.

Controlando al Predator: empieza la caza mayor

Que el Depredador acabe con los soldados no es totalmente inmediato, aunque tampoco es difícil. Tras agotar la barra de vida de un jugador, este se quedará en el suelo y podrá ser revivido por otro. Para acabar con él definitivamente, habrá que ejecutarlo, lo que tiene como resultado una espectacular animación de apenas unos cinco segundos de duración en la que el Predator arranca la columna vertebral del humano y se pone su calavera en la cintura; como decíamos antes, este Predator es bastante visceral.

El objetivo controlando el Predator es acabar antes de 15 minutos con los cuatro jugadores del otro equipo, y evitar que logren cumplir sus objetivos: en este mapa, ir avanzando por la base militar activando ordenadores y consolas.

El armamento del Predator es contundente, y al igual que con el de los soldados, parece que en la versión final habrá varias opciones para elegir. En este contábamos con unas cuchillas con las que restar una buena porción de la barra de vida de los enemigos (y acabar con los soldados de la IA de un solo ataque), unos láseres que disparábamos por los ojos con un sistema de apuntado que dejaba clara nuestra ubicación, la visión térmica seña de identidad de la criatura, la posibilidad de camuflarnos y una agilidad que, lamentablemente, se siente demasiado torpe.

La ficha de personalización del Depredador permitía ver que se podrán elegir dos armas principales y un par de habilidades.

El Predator puede trepar por los árboles, pero no por todos ellos, solo por los que están rodeados de un aura roja cuando miramos hacia ellos. Una vez estamos en un árbol, nos moveremos por él y sus ramas fácilmente, y podremos saltar de uno a otro rápidamente. El problema es que el control no siempre responde de manera precisa y con frecuencia saltamos a un árbol que no es el que queremos. A ello hay que añadir que para bajar de los árboles no basta con saltar hacia el terreno firme: tendremos que mantener apretado un botón durante un rato relativamente largo, lo que nos deja a merced de los disparos de los enemigos si nos han visto y hacen la navegación por el escenario más engorrosa de lo que debería.

Precisamente eso es lo que nos llevó a perder la partida controlando al Predator: vernos atascados entre los árboles sin ninguna escapatoria mientras nos iban bajando la vida rápidamente. Cuando por fin conseguimos aterrizar en el suelo, era demasiado tarde: teníamos tan poca vida que de un solo disparo nos eliminaron cuando se estaba ejecutando la animación de curarse, que impide a la criatura moverse durante unos largos segundos.

Las armas del Depredador son muy contundentes. No necesitaremos mucho para acabar con los otros jugadores, y a la IA la eliminaremos inmediatamente.

Así, usar todo el equipo para matar que tiene el Predator es satisfactorio y nos sentimos como un depredador, solo que como un depredador con un esguince que le impide moverse naturalmente.

En definitiva, nuestras primeras sensaciones con Predator: Hunting Grounds no han sido precisamente satisfactorias. Es cierto que la versión que probamos era una pre-alfa y que el juego no tiene una fecha de lanzamiento establecida más allá del año 2020. Pero en estos meses que tienen de tiempo deben pulir muchos aspectos de una idea que, en esencia, es buena, pero que recuerda demasiado a los primeros tiempos de aquel lanzamiento errático de Friday the 13th: the Game, y deja entrever otra oportunidad perdida en las adaptaciones al videojuego de esta saga.

Hemos escrito estas impresiones tras probar el juego en el stand de Sony en la Madrid Games Week.