No solo los jugadores estamos un poco ansiosos y excitados ante el cercano lanzamiento de Grand Theft Auto V en septiembre, también las compañías son más conscientes que nadie de la magnitud de un lanzamiento como este, y es curioso cómo están evitando a toda costa lanzar sus juegos en fechas cercanas al multimillonario producto de Rockstar. Esto ha provocado que vayamos a tener uno de los meses de agosto más intensos que se recuerdan, en el que aparecerán títulos como Splinter Cell: Blacklist, The Bureau: XCOM Declassified, Rayman Legends, Lost Planet 3 y el caso más curioso de todos: Saints Row IV.
El divertido sandbox de los norteamericanos Volition, ahora en manos de Deep Silver tras la quiebra de THQ, volverá con una cuarta entrega "tan solo" un año y medio después de la genial tercera parte. Menos de un mes antes del lanzamiento de GTA V, las que suponían sagas rivales, ahora no lo son tanto, y aunque ambos siguen siendo juegos de mundo abierto con mucha acción y persecuciones en coche, Saints Row se ha desmarcado apostando por el humor y un tono mucho más gamberro, y la "pandilocura" más absoluta, realizando todo tipo de salvajadas por la ciudad, también en compañía de un amigo gracias a su modo cooperativo.
Que salga tan cerca de la tercera parte, y que su premisa parta de lo que iba a ser un contenido descargable para esta, ha levantado no pocas sospechas sobre Saints Row IV, que muchos consideran un DLC inflado o un Saints Row 3.5 más que unas verdadera cuarta entrega. Esto es opinable claro, pero después de haber jugado sus primeras horas tenemos que admitir que nos ha sorprendido lo distinto que se siente respecto al anterior. Se juega más o menos igual y los gráficos no han cambiado, ni para bien ni para mal, pero su planteamiento jugable, que viene propiciado por su loco argumento, consigue que a la hora de jugar sea muy diferente a Saints Row The Third.
En el prólogo tenemos que infiltrarnos en las instalaciones de una banda terrorista que pretende atacar a los Estados Unidos, un nivel que sirve para aprender los controles y las nociones básicas, que apenas han cambiado. Ahora tenemos un movimiento de ejecución por la espalda pulsando el stick derecho, lo que da pistas de que habrá más de una fase de infiltración, algo que está muy de moda en los juegos de acción. Tras intentar pasar desapercibidos unos pocos minutos, comienza la acción más espectacular, con enemigos que son pura carnaza, con una nula inteligencia artificial que no consigue ponernos en apuros.
Las secuencias quick time event, en las que tenemos que pulsar una serie de botones, ya presentes en el anterior, en esta cuarta parte han cobrado más protagonismo, aunque no son ni demasiado abundantes ni tediosas, por lo que no molestan, y simplemente nos hacen un poco más partícipes de las cinemáticas. Al final del prólogo, tenemos que huir de la base enemiga a toda prisa, y subirnos al cohete que acaban de lanzar los malos, que se dirige rumbo a Washington D. C. Esto se resuelve con un considerablemente largo QTE, mientras suena de fondo I Don't Wanna Miss a Thing de Aerosmith, el conocido tema de la película Armageddon, lo que es bastante gracioso a la par que épico.
Tras el prólogo, han pasado 5 años, y por haber salvado los Estados Unidos, hemos terminado siendo su Presidente. Un trabajo que no es fácil, y que nos obligará a tomar difíciles decisiones, como curar el cáncer o acabar con el hambre en el mundo, golpear a un político que nos molesta en la cara o en las partes bajas, o irnos de fiesta el fin de semana con un colega o quedarnos trabajando en el Despacho Oval. La Casa Blanca se ha convertido en un desparrame, con barras de striptease, alcohol por todas partes y abundantes chicas atractivas, hemos convertido el mítico edificio en un vulgar burdel: el cuartel de los Saints.
Pero no todo es color de rosa, y justo antes de dar un discurso a la nación, unos extraterrestres invaden los Estados Unidos. Mientras intentamos impedir que abduzcan a nuestro equipo de trabajo, machacamos unos cuantos aliens, primero a pie y luego a bordo de una torreta, hasta que terminamos derribando la nave del jefe de los extraterrestres, con quien nos vemos las caras. No tenemos nada que hacer ante su poder, y acabamos siendo derrotados, despertando en un extraño sueño en los años 30, como si fuéramos los protagonistas de una serie de televisión. Es aquí donde descubrimos que estamos dentro de una simulación, y tras escapar de esta, damos con nuestros huesos en un extraño Steelport, que también resulta ser virtual.
Aquí por fin empieza la jugabilidad en mundo abierto, con misiones principales y secundarias, y todo tipo de desafíos. Hay una serie de bases alienígenas que podemos destruir, conseguimos puntos de habilidad para mejorar las características del personaje -salud, daño combate, etcétera-, podemos comprar armas y mejorarlas y personalizarlas, conducir todo tipo de vehículos e ir añadiéndolos a nuestro garaje, y en estos primeros minutos todo es bastante similar a Saints Row The Third, solo que en una extraña ciudad llena de extraterrestres.
Todo cambia por completo cuando conseguimos los primeros poderes, ya que como si fuéramos Neo en Matrix, aprendemos a dominar esta simulación. El supersprint nos permite correr a toda velocidad, y llevarnos tanto a los peatones como a los coches por delante, aunque no de manera ilimitada, ya que se consume la barra de cansancio. Con supersalto podemos dar unos enormes brincos y subirnos a los sitios más elevados de la ciudad, e incluso apoyarnos en las fachadas de los rascacielos para ir ascendiendo a base de saltos. Que nos den estos dos poderes a la vez no es casual, ya que se combinan a la perfección.
Si vamos corriendo a toda velocidad, y cargamos el botón de salto, daremos un enorme brinco de decenas de metros, que nos permitirá atravesar la ciudad en unos pocos minutos, sin necesidad de usar ningún coche. Este es uno de los cambios a los que nos referíamos, el hecho de tener estos poderes, y otros que conseguiremos más adelante, hace que por ejemplo los vehículos ya no tengan ninguna importancia, y la jugabilidad sea muy similar a la de juegos como Prototype o Crackdown.
De hecho hay un elemento que nos recuerda mucho a este último juego exclusivo de Xbox 360, ya que diseminados por toda la ciudad encontramos unos haz de luz azules llamados clústeres, que tenemos que ir recogiendo para mejorar los poderes. Es muy entretenido recorrer la ciudad a pie, o a saltos, e ir recogiendo estos objetos, que se ven a mucha distancia, y que se encuentran por todas partes, casi siempre en lugares elevados. Algo que parece estar bastante bien medido, sin llegar al nivel enfermizo de las esferas de Crackdown.
Las mejoras de los poderes no son anecdóticas, ya que además de las lógicas, como saltar todavía más alto, o correr más tiempo sin cansarnos, tenemos otras que nos proporcionan nuevas habilidades, como correr por las paredes de los edificios, o planear por el aire. Eso sí, para desbloquear estos movimientos no solo necesitaremos un número concreto de clústeres, también cierto nivel de personaje. En esta beta hemos podido desbloquear un tercer poder, descarga, que sirve para disparar unas cargas de hielo que congelan a los enemigos, a los que luego podemos romper con un simple golpe o disparo.
Los poderes además de para poder desplazarnos por la ciudad a nuestro antojo, tanto a lo alto como a lo ancho, dan pie a muchos tipos de desafíos, como escalar unas enormes torres alienígenas, cual atalaya de Assassin’s Creed pero mucho más bestia, o unos circuitos que tenemos que recorrer en el menor tiempo posible para conseguir la medalla de bronce, plata y oro, y que ponen a prueba nuestro dominio sobre el supersprint y los supersaltos. También hemos jugado algún tipo de desafío que nada tiene que ver con estos poderes, como uno en el que pulsando uno de los dos gatillos nos convertimos en un muñeco de trapo, y tenemos que provocarnos los mayores daños posibles, dejándonos atropellar por el tráfico y haciendo combos con todo el mobiliario urbano. Muy divertido, y un ejemplo de lo que esta realidad virtual puede dar de sí, en la que todo vale.
Si ya en Saints Row The Third teníamos un montón de locuras por hacer, en Saints Row IV, con alienígenas y superpoderes, la cosa se multiplica. Después de estar un buen rato trasteando por la ciudad, decidimos continuar con las misiones principales de la historia, y la última de esta beta nos dejó francamente sorprendidos. Escapamos de la realidad virtual de Steelport, despertando dentro de una capsula, otra vez en un claro homenaje a Matrix. Estamos en una enorme nave alienígena, y tras unos tiroteos, conseguimos huir en una nave espacial, iniciándose una fase de matamarcianos, que se permite el lujo de incluir algún guiño a Star Fox de Nintendo, con el mítico "do a barrel roll", mientras suena de fondo What Is Love de Haddaway, simplemente genial y delirante.
Por la puerta grande
Despejad vuestras dudas, Saints Row IV no va a defraudar a nadie, es tan divertido, gamberro y alocado como la anterior entrega, e incluso más. A los que os gustó The Third, esta cuarta parte os va a encantar, y contiene más novedades y diferencias de las que podría parecer en un principio. Los superpoderes le dan un aire totalmente renovado al apartado jugable, y el planteamiento argumental va a dar mucho juego, con todo tipo de situaciones a cada cuál más divertida y loca. Pocos títulos tienen la capacidad de hacerte reír y entretener como este, y aun con GTA V en el horizonte más cercano, Saints Row IV tiene la suficiente personalidad y calidad como para hacerse un hueco importante en el mercado.